029. Todo ha terminado.

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Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho cuando escucho aquella voz y me giro de inmediato para corroborar que no me lo estoy imaginando.

Al voltearme sobre mis talones, lo primero que mis ojos ven es a un chico con una sudadera ploma y una capucha sobre la cabeza. Su pequeña y traviesa sonrisa, que se dibuja sobre la comisura de sus labios, me impacta fuerte en primera instancia. Nada podría superar ese gesto, su sonrisa es simplemente perfecta.

Naturalmente guapo como solo él mismo puede ser en un momento tan inesperado, Justin me da una rápida mirada al tenerme de frente; una mirada caliente que analiza cada centímetro de mi cuerpo encerrado en ese conjunto que no deja mucho a la imaginación.

Sus ojos se detienen, sin disimulo alguno, en mi destacado escote. Puedo ver cómo entreabre los labios ligeramente, distrayéndose entre mis pechos algo expuestos por ese detalle. Aquella interacción provoca que todos mis sentidos reaccionen, estimulando la parte más sensible de mi cuerpo.

—¿Justin? —aún no lo puedo asimilar. Miro su rostro de arriba hacia abajo y mi boca arde por besarlo cuando me detengo en sus gruesos y brillantes labios.

—¿Esperabas a alguien más?—pregunta él con el ceño fruncido, pero sin dejar de sonreír.

Soy todo sonrisas, saltitos y emoción desbordándose en cada parte de mí. No lo pienso dos veces y me abalanzo encima de Justin con los brazos rodeándole el cuello. Nuestros cuerpos chocan ahí abajo y sus manos me reciben con delicadeza, abrazándome por la cintura.

—¿Te asusté? —ronronea en mi oído con la voz gruesa, hundiendo su nariz en mi cabello, como si estuviera hipnotizado por el olor. Su cálido aliento me estremece por completo.

—Estuve a punto de darte un golpe ahí abajo—respondo, apartándome unos centímetros para mirarlo a la cara.

Una risa escapa de su boca.

—Daría todo por verte haciendo eso—Justin se muerde el labio inferior y nos miramos, simplemente nos miramos dejando que los segundos pasen.

Estamos tan jodidamente cerca. La gente alrededor de nosotros solo contribuye a que nuestros cuerpos y rostros se acerquen cada vez más. No me pasa por desapercibido cómo él roza su perfilada nariz sobre la mía, acariciando la piel de mi cintura con sus grandes manos, rozando el límite de sus dedos en mis caderas. Y yo no dejo de abrazarlo por el cuello, tan o más emocionada que una niña antes de navidad.

Decir que parecemos una pareja que no se ha visto en años sería mentir. Parecemos eso y muchísimo más. Percibo la impaciencia de Justin en cada toque, su demandante deseo exhibirse en cada jadeo entrecortado. Se siente tan bien estar entre sus brazos sin ninguna preocupación. 

—¿Qué haces aquí? —me acerco a su oído para hablarle por encima de la estruendosa música. La capucha lo hace ver gracioso. —Pensé que no querías venir.

HACKER 1 | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora