Tenía que volver a la universidad, por ningún motivo del mundo desperdiciaría el tiempo que Jungkook había prometido pasar con él, así le costara un par de dientes. Había perdido la cabeza por un par de ojos bonitos y una sonrisa encantadora. Si ahora mismo le pidiera que saltara de un edificio lo haría sin rechistar con tal de ver la aprobación que reflejaba su rostro cada que cumplía con las tareas que le encomendaba. Jungkook era un virus arraigado tan peligrosamente a sus células que si le faltaba demasiado temía morir. No había recibido nada de él, sin embargo Jimin podría darle todo.
Se quedó de pie en la entrada de la institución tanteando el terreno. Tal vez aquellos chicos ya habían olvidado su rostro, o eso esperaba, lo anhelaba con todas sus fuerzas. Ojalá hubiera conseguido antes el número telefónico de Jungkook, así podría enviarle un simple mensaje pidiendo que lo encontrara en la entrada a la universidad. Era una tarea que se dejaría para después; ahora era una prioridad encontrar al menor y traerlo consigo a un lugar lo suficiente lejos del peligro de ser golpeado en manada.
Se colocó la capucha de la chamarra, suplicando ser lo menos reconocible que fuera posible, caminó por los pasillos con un único objetivo. Deambuló y deambuló perdiendo la mitad del primer módulo. No se encontraba por ningún lado. Su última opción fue la cafetería, tal vez había permanecido en esa mesa hasta este momento, Jungkook era una persona de palabra, o eso se repetía hasta el cansancio, deseando creerlo ya que tenía que valer el riesgo.
Por favor Jungkook, no me hagas esto.
No estaba en el comedor tampoco, todo apuntaba a que había incumplido la apuesta, el se había puesto en riesgo por nada como un estúpido ingenuo. Ya podían aplaudirle, seguro era la persona mas ingenua del mundo y seguramente Jungkook se estaba partiendo el culo de risa en donde quiera que estuviera y luego vendría a restregarle en la cara lo retardado que se había visto obedeciendo sin pensarlo dos veces. Había que ser...
—Pensé que en este mismo momento deberías de estar volcando las tripas en el inodoro— o tal vez se había equivocado.
Oh dioses, muchísimas gracias.
Nunca mas volveré a dudar de ustedes.
Cumpliré con mi cuota de sacrificios como es debido, sólo esperen a que mi lista de enemigos aumente un poco más.—No pude llegar tan lejos— confesó con una ligera risa que fue correspondida con una amplia sonrisa de Jungkook, mostrando esos enormes dientes blancos que le lograban fascinar tanto. Una sonrisa auténtica, eso es lo que era, no por felicidad sino por diversión pura.
—Tendrás muchos problemas de ahora en adelante, más vale estés preparado— advirtió Jungkook mientras colocaba uno de sus brazos sobre los hombros del mayor en un abrazo amistoso. Jimin disfrutó de la cercanía y el pesó de ese brazo sobre su cuerpo, percibió el aroma de su perfume y no pudo evitar sonreír. Poco le importaban las riñas venideras, él sólo quería disfrutar de su tiempo con el castaño—. Al menos tus amigos están dispuestos a meter las manos por ti, cinco contra uno no era algo justo. Aún que te espera una muy buena explicación, así que piensa muy bien en lo que vas a decirles.
—Sé cuales son las consecuencias JungKook— el nombrado comenzó a caminar llevando consigo al pelinegro. No sabía a donde lo llevaría pero tenía que proponerle algún lugar fuera de ahí antes de poder convertirse en saco de boxeo de nuevo—. Precisamente por eso no voy a volver a clases y como prometiste que pasarías el resto de los módulos conmigo, tienes que seguirme.
Una ceja en el rostro de Jungkook se elevó ante el repentino aviso al cual no podía negarse, lo había dicho justo de esa manera, Jimin se regodeó ante ello con una juguetona sonrisa.
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I'll play your game [Kookmin]
Fiksi Penggemar(+18) Jimin es un chico común y corriente, con un grupo de amigos común y corriente y una familia común y corriente. Su vida se ve vuelta patas arriba cuando cupido hace acto de presencia y se ve dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir su o...