Pretty boy

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Esa despedida le había costado un infierno, tenía miedo de que aquella tarde terminara, tenía miedo de que Jungkook aparentara que no había sucedido, dejándolo dudando haberlo imaginado o no. Habían pasado la tarde entera en ese paraíso miniatura, no se dio cuenta que se había saltado la comida hasta que empezó a anochecer y tuvieron que marcharse. Había descubierto toda una vida más allá de lo que Jungkook permitía a la gente conocer, lo cual ante Jungkook podía convertir a Jimin en una amenaza si es que realmente no confiara en él.
No se permitió pensar aquello, no arruinaría la felicidad que sentía en ese momento, se dejaría disfrutar siendo feliz en su ignorancia, al menos por ahora.

—Es tarde, Jimin ¿En dónde estabas?— el nombrado dio un brinco contra la puerta que había cerrado a su espalda hace un segundo.

—M-madre pensé que estaría trabajando hasta tarde, como siempre— dijo consternado ante la repentina aparición—. Casi me sacas el corazón de un susto— llevó su mano a su pecho de manera automática.

—Mañana voy a trabajar temprano así que vine a dormir y comer un poco, aprovechando para pasar tiempo contigo ¿Tienes hambre?— Jimin asintió de inmediato, dejó su mochila sobre un sillón y se acercó a su madre, frente a ella una caja de pizza, la cual Jimin atacó sin pensarlo dos veces— Hueles extraño— se acercó a él lo suficiente para aspirar el aroma— es un perfume.

—Oh, debe ser de alguno de los chicos— comentó restando importancia a aquel tema con la boca repleta de comida. A su madre no pareció gustarle su respuesta y su mirada atenta pesaba sobre él.

—Sabes que no me agrada que pases tu tiempo completo con chicos, además hace mucho no tienes una novia ¿Cuándo conseguirás una?— comentó mientras Jimin parpadeaba aturdido, tragó con dificultad lo que estaba masticando. Se dirigió a la alacena para poder tomar un vaso y servirse un poco de agua, bebió de esta para empujar lo que sentía aún atascado en su garganta sólo haciendo tiempo para alejarse de la insistente mirada de su madre, quien no la apartaba de su nuca.

—Lo sé, pero las chicas suelen tener su grupo de amigas y los chicos su grupo de amigos, yo no creé las conductas sociales— se encogió de hombros restandole importancia una vez más, no quería tocar esos temas que para su madre eran tan delicados, mucho menos hoy que tenía en su conciencia el beso que le había dado a Jungkook y aún menos entraría en esa platica de las novias inexistentes que había tenido que inventar para salir de este tipo de situaciones.

—Eres lo suficiente listo para estar en el medio. Las mujeres no van a acercarse, tú tienes que dar el primer paso— Jimin alargó un suspiro, tomó un par de rebanadas de pizza y junto con su vaso de agua volvió al sillón en el cual había dejado su mochila, la tomó de una de las asas con sus dedos índice y medio.

—Lo sé, madre. Tengo muchos deberes que hacer, hablaremos después ¿Está bien?— se acercó a ella y dejó un beso sobre su frente. Ahora recordaba por qué no se sentía tan mal cuando sus padres lo dejaban solo en casa prácticamente todos los días. No necesitaba a nadie que tuviera las narices en medio de sus asuntos, o a alguien respirando en su nuca todo el tiempo, a menos que se tratara de Jungkook, y eso era mucho decir. Sé sonrojó ante aquel simple pensamiento, no podía ocultar su atracción a nadie en el mundo.

Arrojó la mochila en el suelo y después de comer el par de rebanadas de pizza lavó sus dientes y se dispuso a dormir.

Eran las once de la noche y no podía conciliar el sueño, había dado vueltas en ella por una hora sin resultados. Tenía sólo una cosa en mente y no saldría de ahí, no hasta que volviera verlo, había resistido hasta ahora sin intentar hablar con él, ahora que había conseguido su número telefónico.

¿Sería muy tarde para un simple mensaje?

Llevó su mirada al teléfono en el buró al lado de su cama, un minuto, dos.  Hasta que se decidió a tomarlo, encendió la lámpara que descansaba en el mismo mueble. Comenzó a teclear.

I'll play your game [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora