You, sun of a bitch!

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Ese sentimiento de que su cuerpo no le respondía como era debido, de que sus manos le temblaban, sus piernas fallaban y no tenían la fuerza suficiente para ayudarle a pelear en contra del extraño que lo arrastraba lejos de la seguridad de la universidad, era sofocante, sólo pensaba en mil maneras diferentes en las que su cuerpo podía ser mutilado y abandonado en cualquier tipo de lugar  en el que nadie podría encontrarlo. 

Estaba cansado de intentar pelear, aún cuando era traicionado por su cuerpo. Aquellas manos que lo sujetaban con fuerza no menguaron en ningún momento, y a pesar de que no le había hecho daño en ningún momento, Jimin tenía miedo de igual manera. 

Por su cabeza había cruzado la idea de que podría tratarse de Jungkook con una de sus estúpidas bromas pesadas, ahora lo dudaba. El aroma que el sujeto desprendía era completamente diferente, le parecía conocido, pero no podía identificarlo con certeza. 

Cruzaron el bosque de la universidad, donde Jimin había peleado con mucho más ahínco ahora que sabía, sólo él podría ayudarse, pero la persona a su espalda parecía tener mucho equilibrio y por más que Jimin tropezó y lo empujó intentando hacerlo caer, no fue posible. Buscó hacerlo chocar con un par de arboles, tirarse al suelo para hacerlo trastabillar, pero nada de eso funcionó. Los sollozos se habían calmado, y ahora sólo se escuchaba respirar con fuerza aún cuando las lagrimas corrían por sus mejillas, una a una sin detenerse.  

A unos cincuenta metros por delante de ambos, pudo encontrar aquél auto que lo había seguido hasta la universidad, ese del cual había huido como alma que lleva el diablo. Se preguntó si aquella persona de la cual sus padres hablaban era alguna especie de sicario peligroso de alguna mafia. Tal vez alguien de quien se habían ganado el odio de alguna manera, pero si se suponía que lo conocía, no tenía absolutamente ninguna idea de quién se trataba. 

Al encontrarse a unos dos metros del auto, su cuerpo fue arrojado lejos con un empujón. Jimin calló al suelo, apoyándose apenas con sus manos, que habían estado inmovilizadas todo el tiempo. Rápidamente se puso de pie, y tomó una postura de pelea de manera inconsciente, al tiempo que parpadeaba de manera ansiosa para aclarar su vista al deshacerse de las lagrimas y poder mirar al culpable de toda esa mierda. Era estúpido afrontar al agresor sin saber siquiera si portaba un arma, pero eso fue lo primero que su instinto optó por hacer. Además de que no se sentía capaz de huir, sus pies estaban pegados al suelo, y estaba seguro que con lo temblorosos que estaban sólo lograría caer al suelo de manera torpe y penosa. 

La silueta de pie frente al pelinegro, se mantuvo estática esperando que Jimin se calmara un poco para poner atención a la situación. Éste lo estudió un par de segundos, hasta caer en cuenta de su identidad. Dudaba reconocerlo si volvía a verlo, pero ahora estaba seguro de que no lo haría de ninguna manera. Sus hombros anchos y esa postura con la que permanecía de pie, con las manos tendidas hacia el frente indicándole que se calmara. 

La boca de Jimin se entreabrió en un gesto de sorpresa, y no sabía si odiarlo o dejarlo pasar sólo por el hecho de que había vuelto a casa, para estar con él y aconsejarlo si era necesario.

—Jin...— Musitó con la voz temblorosa, su postura rígida de a poco se relajó. En el rostro ajeno se dibujó una amplia sonrisa al saberse reconocido, al tiempo que asentía con la cabeza de manera ligera. 

—No creí que me reconocieras después de tanto tiempo— Comentó con un cariñoso tono de voz, sabía que estaba aliviado de que su hermano pequeño le recordaba como en aquellos tiempos. Pero ya nada era como antes, Jimin era un hombre, al menos eso esperaba y claro que deseaba que su hermano estuviera orgulloso de aquello en lo que se había convertido. 

De manera dudosa Jimin se acercó al mayor, y lo abrazó con tanta fuerza que esperaba no incomodarle, pero fue sorprendido con un abrazo igual de fuerte de vuelta. Casi comenzó a llorar en ese mismo momento. Ni siquiera había contado los años que habían transcurrido sin poder estar el uno al lado del otro, pero sabía que era toda una vida. Bien sabía que el mayor rondaba los 30 o ya los había rebasado. 

I'll play your game [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora