Minie

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Jungkook

Efectivamente, Yang Mi tenía razón.  Jimin había pasado el día entero con un chico por la universidad. Pero nunca se imaginó que sería su propio primo quien lo acompañara.

Esto parecía una broma de mal gusto, no había una jodida manera en la que esos dos hijos de puta se pudieran conocer anteriormente. Pero la excesiva cercanía le hizo recordar aquellos rumores que Minki le había contado, porque sí,  había  aceptado ese tonto trato. Aún que no se trataba de muchas personas, el saber que Jimin había sido capaz de follar en su antigua escuela sin pudor alguno lo había dejado con una idea de la calidad de persona que era. 

En parte estaba molesto por saberlo. Saber que para el pelinegro era tan fácil reemplazar a quien sea con quien hubiera pasado una noche. Jungkook no era cualquiera y se reusaba a entrar en esa ridícula lista, iba a encargarse de que el mayor supiera lo difícil que era de olvidar, así destruyera su vida en el proceso.

Sintió su estomago arder cuando notó que en el rostro de Jimin se había formado una sonrisa, era tan falsa como la inocencia del mismo, pero el hecho de que estuviera ahí debido a Jaewon lograba crisparle los nervios de una manera indescriptible. Sus manos quemaban con las ganas de volver a reventar sus labios de un puñetazo. 

No entendía cómo o por qué, pero el pelinegro lograba desatar sus instintos más primitivos, él no solía ser una persona agresiva a menos que le tocaran las pelotas, pero Jimin conseguía terminar con su paciencia sin siquiera esforzarse, solo bastaba con que apareciera en escena y lo mirara de esa manera suplicante y necesitada. 

Minie qué clase de estúpido sobrenombre era ese, no podía esperar más de alguien tan ridículo y con poca imaginación como lo era su primo. 

A pesar de que su sonrisa seguía en su rostro, la expresión que leyó en el semblante de Jimin fue genuina confusión tampoco tenía idea de donde se conocían Jungkook y Jaewon. Su primo sólo estaba curioso y Jungkook ardía en ira, ese era el resumen inmediato de aquella postal.

El menor de los tres recompuso su expresión y dibujó una sonrisa divertida mientras estudiaba a los dos chicos abrazados a un metro de distancia.

—Sí, Minie es un buen amigo. Cercano— soltó con sorna, una mirada pesada se sembró en su rostro, no podría describir la forma en que Jimin lo miraba, algo entre ira, decepción,  cansancio y dolor. 

Jaewon miró al pelinegro estudiando su semblante, no se necesitaba ser muy listo para saber que lo que Jimin estaba pensando era todo lo contrario. Su primo no era ningún tonto y le conocía suficientes secretos como para saber de qué se trataba todo esto. El mayor de todos elevó una ceja y con un gesto divertido atrajo aún mas a su cuerpo al pelinegro, quién confundido giró su rostro para mirarlo, quedaron a una distancia molesta para Jungkook. Demasiado cerca. 

—Me alegra saberlo, primo. Porque Minie es un chico muy agradable, justo del tipo que te gustan— el castaño menor no pudo evitar dibujar un gesto de confusión, realmente no sabía a que se refería, pero encontró la burla en aquella frase, lo había  dicho como si Jungkook tuviera un tipo de chico ideal. Que estupidez. 

Por otro lado, la boca de Jimin se había entreabierto en un gesto de sorpresa, supuso que saber que eran familia lo había tomado completamente por sorpresa. Él y su primo no se parecían mucho a decir verdad. 

—¿Eres idiota?— preguntó de manera retorica.

Jaewon le hizo poco caso y se apartó un poco de Jimin para tenderle algo que había estado sosteniendo con su otra mano. 

—Minie, gracias por la ropa— el mencionado tomó el bulto de prendas y asintió con una sonrisa. Pero enseguida su semblante pareció curioso y destanteado —¡Oh! Tenía planeado llevarla a tu casa después de la universidad— aclaró al notar la mirada curiosa que el pelinegro le dirigía.

I'll play your game [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora