5._ Dia de furia.

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Emma...

Despierto con el cuello torcido, un leve dolor de espalda, un infernal dolor de cabeza y el sol dándome de lleno en la cara y cuando por fin logro abrir mis ojos, me encuentro en el auto de Damián quien duerme en el asiento de al lado como si fuera el lugar más cómodo del mundo.

¿Cuándo habíamos llegar a parar aqui? No recuerdo pero de alguna forma lo hicimos.

- Damián - Lo samarreo despacio para que pueda despertar.

- ¡Si, toma lo que quieras!

¿Toma lo que quieras? Me río.

- ¡Damián! ¡Despierta! - Lo muevo con un poco más de fuerza.

Se mueve en el asiento tratando de enderezar su cuerpo y cuando abre los ojos se agarra la cabeza con fuerza.

- ¡Mierda! ¿Qué hora es?

Saco mi celular del bolsillo de mi chaqueta porque tampoco tengo idea de cuánto tiempo llevamos aqui adentro y me doy cuenta que ya casi es hora de almuerzo.

- ¡Van a ser las dos de la tarde! Vamos a casa, necesito una cama decente - golpeo su hombro con lo que me queda de fuerza.

- Son las dos de la tarde - bajo el Para sol y me observo en el diminuto espejo, ¡Carajos! Me parecía a Amy Winehouse después de haber pasado toda una noche desenfrenada y eso era malo, muy malo.

Enderezamos nuestros asientos y Damián conduce por las malditas calles en completo silencio, el sol nos llegaba de frente y no podía ser peor, habia un hermoso día de verano afuera, hasta que llegamos a su departamento y sin perder tiempo, nos acomodamos en su cama para seguir durmiendo.

A veces soy consciente de que se mueve o se gira pero en definitiva aprovecho de dormir lo que mas se me permita.

Cuando el calor se me hace insoportable, el ruido de la calle y las bocinas por millón que no paran de sonar, lo cual me pone de más mal humor del que de por si ya tenía, decido que ya es hora de levantarme de la cama.

Damián me tiene sujeta de la cintura asi que me levanto con cuidado, tratando de no hacer mucho ruido.

Tengo algunos recuerdos vagos de anoche, la charla, los chicos de la fogata, el beso ¿Nos habíamos besado? ¡Dios, si!

Me preparo algo rápido en la cocina al escuchar mis tripas sonar, quizás unos huevos, algo debería haber en este departamento que me quitará el apetito.

Reviso lo que hay en los estantes para cocinar y encuentro un envase de tallarines instantáneos y con pereza lo pongo a calentar al microondas y una vez está listo me acomodo en una de las sillas del mesón que separa la cocina con el living para comer en completo silencio.

Tenía una resaca a tal nivel que sentía mi cerebro palpitar y presionar mis ojos, hasta me atrevía a decir que si cerraba los ojos, el techo apenas me daba vuelta al ver todo negro.

Mi estómago hace un sonido raro y unas arcadas se hacen presente en medio de mi comida así que corro hasta el baño y vómito todo lo que ya había comido.

Me arrodillo frente al retrete hasta que ya no queda nada para expulsar.

La última vez que vomite por el alcohol fue Eric quien me ayudó a ponerme de pie, no se como sucedio pero terminamos en su departamento al día siguiente.

Me lavo la cara con agua fría y vuelvo pero esta vez me da un asco horrible ver el envase a medio comer. Me acomodo en el sofa y enciendo la televisión buscando algo en que entretenerme hasta que Damián se digne a despertar.

La oportunidad de Damián #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora