37._ Seduciendo descaradamente.

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Emma...

Tal y como lo había dicho, estuvo esperando en una de las mesas hasta que llegó la hora de terminar mi turno y después de eso, se vino conversando todo el trayecto sobre su entrenamiento y como avanza su carrera de Preparador Físico, que después de eso tenía pensado estudiar algo mas inclinado hacía los negocios, que tenía pensado ir a ver a sus padres, y un montón de cosas más, en pocas palabras, había sido un viaje tranquilo y normal.

Lo he observado desde que se puso a hacer aseo en su departamento sólo vestido con un pantalón de pijama, dejando su torso desnudo y su pequeño caminito de vello que se pierde bajo aquella tela que lo único que deseo es que desaparezca.

- ¿Está es la invitación que tenías pensada para mi? ¿verte ordenar tu desastre mientras yo te observo?

Con la escoba saca la basura que hay entre la mesita de noche y todo el suelo de la habitación mientras yo le hago compañía sentada sobre la cama  cruzando las piernas mientras leo un libro que Leti me recomendó.

- No puedes negar que la vista es impresionante - me hace su mueca de torcer los labios con arrogancia cuando despego la vista del libro.

- La vista está bien pero algo aburrida.

- ¿Un striptease estaría bien? - mueve su cadera algo cuadrada y sin ritmo alguno alrededor del palo de la escoba mientras se ríe a carcajadas.

Su humor mejora cada día un poco más, es increíble ver su sonrisa después de tanto tiempo verlo sólo frunciendo el ceño cada vez que nos topabamos en alguna parte.

- Prefiero que no - le digo uniéndome a su buen humor.

- Tienes razón - hace una mueca - ¿Te quedas conmigo?¿Hoy?

Deja la escoba apoyada en la muralla y se arrodilla frente a mi sobre el colchón.

Sus ojos, penetrantes sobre los míos me hacen estremecer cada parte de mi cuerpo que entra en un trance de saber si lo que estoy haciendo es lo correcto o para variar estoy haciendo las cosas mal.

Me quedo contigo para siempre si te metes en mis piernas ¡joder!

¿Por qué tiene que ser tan sexy? ¿Por qué no es feo, de dientes chuecos y con ojos negros comunes y corrientes como los míos? Que no tuviera su cuerpo firme y definido, que aunque no tiene sus músculos enormes y una tableta de chocolate en su abdomen, es capaz de hacerme temblar con solo acercarse a mí.

- Puede ser - le respondo haciendome la indiferente.

- Tengo helado - me sonríe.

Le prometí a Damián que no volvería con él aun cuando nosotros ya no tuvieramos nada.

Habíamos roto cuando se enteró de mi infidelidad y aun asi me dio una segunda oportunidad en la que yo creí que podría reivindicarme con él, y asi nos llevabamos, rompiamos y luego volviamos y ya se habia vuelto algo tedioso, y cada dia que pasaba me sentia menos satisfecha conmigo y con lo que estaba haciendo, porque en el fondo todo lo hacia por él y no por mí.

En cambio Eric.

No quería volver a caer, no quería que me estuviera buscando todo el tiempo pero tampoco quería que dejará de hacerlo, y digamos que mis hormonas y que estuviera sin polera haciendo sus quehaceres, algo tan simple como pasar la escoba y hacer su cama no me ayudan en lo más mínimo.

- ¿Y que dices? - Me saca de mis pensamientos - ¿Te quedas o me esfuerzo un poco más para convencerte? Ya te dije... tengo helado.

- Esa si es una invitación acertada, todo lo que lleve la palabra chocolate hace milagros conmigo.

La oportunidad de Damián #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora