11._ Las cosas simples de la vida.

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Emma...

Damian me ha sacado un sin fin de fotos las cuales vemos en su celular mientras nos sentamos en la arena.

También me hace mirar la cámara y apunta hacia nosotros sin mirar la pantalla para que la foto sea una sorpresa según él.  Es una simple foto ¿Qué había de malo? Que mi ojo saliera medio cerrado, que mi cara saliera corrida o en la mitad, que se me biera la cara gorda, pero nada de eso importaba.

Me acuesto de espalda en la arena mirando el cielo que en esta oportunidad es de color gris con unas nubes casi negras y agarró a Damián del cuello de su chaqueta para que se acueste a mi lado.

- ¿Cómo te fue en la prueba?

- Bien, me hubiera ido mejor si me hubieses dejado estudiar pero rompiste mi cuaderno y no me dejaste hacer un repaso.

- Pero te fue bien es lo importante ¿no?

- Por supuesto, afortunadamente soy una chica muy inteligente.

Nos quedamos en silencio mirando por un largo rato el cielo cuando unas gotas comienzan a caer.

Damián hace el intento de levantarse pero se lo impido poniendo mi brazo sobre su pecho.

- No, no, mira el cielo sin cerrar los ojos.

- No voy a hacer eso, me va a entrar una gota en el ojo - me dice mirándome con duda y una chispa de gracia y yo sólo veo su mano tapar su cara cuando las gotas comienzan a caer más deprisa.

- ¡Sólo hazlo!

Levanta la mirada y mira el cielo con sus ojos achinados y una sonrisa en la cara sin despegar la vista del cielo.

- ¡Me está cayendo a los ojos, Emma!

- Esa es la gracia, tonto.

La lluvia se hace más fuerte y aunque ya no miramos el cielo nos quedamos mirando a los ojos sin sacar nuestra sonrisa de nuestros labios y puedo sentir su propia felicidad como mía.

Un anciano con cara de pocos amigos se acerca a nosotros y nos queda mirando desde arriba.

- Ustedes están locos, los va a agarrar un resfriado - Nos dice y sigue su camino echando humo por la nariz - son unos ineptos.

Sin pensarlo le enseñó el dedo medio al anciano gruñón consciente de que mamá está mirando del cielo mi falta de respeto.

- ¡Los jóvenes de ahora!

Ambos nos reímos a carcajadas mientras la lluvia sigue cayendo cada vez con más potencia donde ya puedo sentir mi ropa mojada que se me pega al cuerpo.

- ¿Lo sientes? Es un sencillo placer de la vida, no necesitas nada más que una buena compañía.

- ¡Nos estamos empapando!

- ¿Qué importa? Hay ropa en nuestros closet y café en la cocina, deberíamos quedarnos un poquito más.

- Si te enfermas será tu culpa.

- Si, y si tu te enfermas también - me vuelvo a reír.

Podría quedarme toda la tarde aquí, dejando la lluvia acariciar mi rostro y que el viento congele mi nariz, podría simplemente cerrar mis ojos y olvidar que existo, olvidar todo lo malo que he hecho con sólo escuchar la lluvia caer sobre nosotros y el ruido de las olas a unos metros más allá como una música de fondo.

Damián se ríe y no tengo idea porque pero me produce gracia así que me río con él ignorando que pasa por su cabeza en estos momentos.

La ropa comienza a empaparse, y comienzo a tener frío...

La oportunidad de Damián #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora