31._ ¿Una cita?

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Emma...

- ¿Por qué tienes esa cara? -  Eric se acomoda frente a mí en una de las sillas disponibles con un rostro cálido, tan distintos como estaba acostumbrada a verlo.

No habíamos hablado en días después de quedarme junto a él dos días entero.

Un día completamente perezoso donde Eric aprovechó de desintoxicar su cuerpo de todo rastro de alcohol.

Un día de películas en el sofá hablando de todo tema que se nos ocurriera y donde nada arruinaba la tranquilidad y la felicidad que sentía Eric en ese momento.

Después de eso no lo había visto, me había dejado en casa cuando terminó el día y desde entonces había vuelto a mi rutina, tampoco había visto a Damián pero no hacía falta ser una genia para darme cuenta que me estaba evitando, sabía que andaba triste, era como la tercera vez que terminabamos y cada una era menos dolorosa que la anterior, según yo, se estaba acostumbrando a estar sin mí.

- ¿Y? - me saca de mis pensamientos - ¿Por qué esa cara? - me vuelve a preguntar.

- Nada, desperté de mal humor.

- Eso puedo notarlo desde lejos... - se cruza de brazos y se apoya en el respaldo de la silla, se ve muy varonil de esa forma - ¿Qué tal si hoy sales conmigo?

Lo primero que pienso es que es una cita y aunque sé que no debería, una distracción no me vendría nada de mal.

- Depende - me hago la interesante por gusto.

- ¿Depende de que?

- De donde piensas llevarme por supuesto.

- Un lugar que se que te va a gustar - Hace una mueca todo arrogante - ¿Te gustan los lugares peligrosos, lugares poco frecuentados por las chicas buenas?

- A veces - le respondo sin darle importancia.

- Entonces te puede gustar - apoya sus codos en la mesa y acuna su rostro en sus propias manos.

Su mirada penetrante me pone los pelos de punta, hace tiempo no veía aquellos ojos azules, tan lindos y especiales apuntando en mi dirección.

- Esta bien, pero que quede claro que no es una cita.

- En ningún momento dije que era una cita.

Me levanto de la silla y Eric se levanta conmigo para acompañarme a mi salón donde caminamos a una distancia prudente y debo reconocer que me gusta que nos llevemos bien, así tipo amigos que nos conocemos hace mucho tiempo.

Y una vez que llegamos, sin previo aviso besa mi mejilla apoyando su boca más del tiempo correspondiente haciendo que un escalofrío recorra mi espina dorsal debido al tacto de sus labios sobre mi piel porque no sólo han sido sus labios, también su mano en mi cintura para evitar que pueda salir arrancando.

- Nos vemos en la tarde.

Sin evitarlo me giró para ver a mi alrededor por si Damián anda justo por estos lados.

- ¡No está! ¡Ya me fijé en todo! - me dice alejándose a paso lento hacia la cancha como si me hubiera leído la mente.

Aunque odio la clase de Álgebra por algún motivo hoy entro con una pizca de motivación extra lo cual es ya bastante raro pero una vez que nos dan unos ejercicios y me pongo de cabeza a resolverlo toda aquella motivación se ha desvanecido.

La hora se pasa volando cuando el profesor cierra su libro, siempre haciendo ese ruido sonoro que nos saca de nuestra concentración y luego se va despidiéndose de nosotros de forma educada.

La oportunidad de Damián #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora