42._ Reacciona

902 87 12
                                    

Eric...

Habían pasado dos días desde que Emma tuvo su cirugía para extraer a los bebés que habían fallecido dentro de su panza. Habían pasado dos días en los que no la había visto mover un solo dedo y me dolía de la misma forma que probablemente le dolía a ella.

Eran mis hijos, me había enamorado de ellos por completo y lo único que quería era tenerlos en mis brazos y poder besar sus pequeñas frentes.

Pero nada de eso iba a ser posible porque sencillamente se habían ido, y Emma también lo sabía.

Habían pasado dos días en los que iba a su habitación en el puto hospital y ella no decía ni una sola palabra, no hablaba, ni siquiera me miraba a los ojos.

Le había pedido a Jenn que intentara cualquier cosa con tal que dijera algo y por supuesto no había funcionado.

Fui a buscar a Leti y aunque lloró en mi hombro desconsoladamente le rogue que hiciera algo por Emma pero tampoco funcionó.

Emma no habló con nadie, tampoco las miro y aunque podía ver un hilo de lágrimas correr por sus mejillas no fui capaz de decirle algo que de verdad la reconfortara.

- ¿Estas bien? - llega Adam para acomodarse a mi lado en la silla.

Últimamente me sentaba en la cafetería sólo esperando que Emma llegase a mi lado para hacerme compañía. Sabía que no vendría porque aún estaba en el hospital pero me gustaba pensarlo, me recorfortaba para no tener que andar echando humo por la nariz en todos los malditos pasillos.

- Nada está bien.

- Lo lamento mucho viejo, no creo que pueda decirte algo que te anime pero ya sabes que estoy aquí.

Sentía un nudo en mi puta garganta, quería llorar pero no lo haría, no delante de Adam, no delante de nadie.

- Yo también lo lamento.

- ¿Emma ha dicho algo?

- Nada, fue su abuela y tampoco logró que dijiera algo, Leti tampoco y mucho menos Jenn.

- Hay que esperar que se le pase.

- No puedo esperar, Adam, está sufriendo sola, me está dejando a un lado de su sufrimiento y no sé como ayudarla.

- Tienes que concentrate en el campeonato.

- No me importa el campeonato, no quiero estar en el campeonato.

Adam intentaba ayudarme, todos los días hacía estupideces para animarme pero nada resultaba, lo agradecía en serio, le había gritado los dos días anteriores, una y mil veces y aún así llegaba a mí lado al día siguiente porque en el fondo comprendía que aunque lo tratara mal de todas formas lo necesitaba.

- Hoy sacan a Damián de su coma inducido y después de eso se supone que tiene que despertar.

- ¡Me importa una mierda ese hijo de puta! Si no fuera por él mis hijos aún estarían vivos...

- No creo que sea justo que lo culpes a él - me interrumpe.

Era mi amigo, Adam era lo único que me daba algo de consuelo a diario, quien trataba de darme el ánimo que necesitaba para poder seguir mi día a día pero yo odiaba a Damián y todo lo que su estúpido accidente había provocado.

- No te estoy pidiendo que seas su puto abogado, no me importa lo que pase con él, por mí se hubiera muerto en su puto auto y así no tendría que cargar con todo esto cuando despierte. He vivido cuatro años con la culpa por haber matado dos personas y sé como se va a sentir él cuando abra sus malditos ojos y créeme se va a estar pudriendo por dentro, se haría un gran favor estando muerto porque una persona débil como él de todas formas se va a morir por dentro muy lentamente ¡Que es peor! - Adam seguía mirándome - ¿Sabes que? Pensandolo mejor, estoy casi agradecido que haya sobrevivido y que cuando despierte, vea lo que ha hecho y cada vez que vea los ojos de Emma desee matarse.

La oportunidad de Damián #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora