Capítulo 33

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William
Me duele todo el cuerpo... Casi no puedo respirar... Siento un líquido derramarse por mi cuerpo... Oh... Sangre... Jajaja... siento otro líquido en mi cara, "qué raro, no me han dado en el rostro".
Tomo fuerzas de flaqueza para alcanzar ese líquido. Es transparente, son lágrimas de Clare. Jajaja... está llorando de nuevo.
Por mi culpa.

Clare
Tomo su rostro en mis brazos. Está tumbado bocarriba, casi no puede mantenerse en sí.
-William, me oyes?
No responde. Pongo la cabeza sobre su pecho.  "Tranquila Clare, aún respira". Salgo corriendo a por vendas y se las pongo en el costado derecho, donde parece haber una raja provocada por una navaja o algo parecido.
Su sangre azul me pringa los dedos y no puedo evitar sentir el frío de esta sobre mi piel.
Pongo a William sobre mi cama cuidadosamente.
-Clare?
Me doy la vuelta.
-Gabriel?
-Qué narices hace él aquí?
-Esta muriéndose. Ayúdame, te lo ruego.
-No pienso ayudar a un demonio.
-Te lo ruego
Mis ojos ya no son ojos. Son ríos que amenazan con colapsar.
Veo cómo Gabi cierra los puños fuertemente.
-No sabes lo que me estás pidiendo, Clare. Además, él se había ido, te había abandonado y tú, tú sin embargo...
Aprieta los dientes, furioso.
-Por favor Gabriel. Solo esta vez, ayúdame.

Gabriel perspectiva
Estaba llorando por ese monstruo con sangre azul. El príncipito se estaba muriendo, yo debería estar feliz y, contra todo pronóstico, sentía mi alma romperse con el alma de ella.
Oh, Clare... Mi querida Clare.
-Está bien, le salvaré, solo hoy.
Estoy haciendo lo más castigado en los cielos. Ayudar a un demonio, al enemigo!!!.
Me dolía traicionar a mi pueblo pero más me dolía verla a ella así, destrozada y pálida.
Yo sabía que sus ojera se debían a pensar en él por las noches.
Sabía que estaba más delgada porque no comía mucho.
Sabía que casi no sonreía, porque para ella los motivos para ser feliz habían desaparecido.
Hasta que me veía a mí. Entonces, su mundo se iluminaba como una vela, cálida, como cuando le acariciaba la cabeza cada vez que decía una estupidez o como cuando ella se tiraba al suelo muriendo de la risa al confesarle que no sabía jugar al piedra papel tijera o al poker.
Sus ojos castaños me encantaban. Sus curvas, su silueta. Ella era mi ángel.
Pero ya había encontrado a su príncipe.
Conjuro un poder curativo para ese monstruo. Es una pastilla fluorescente que hará que se ponga bien en poco.
Se la ofrezco a mi amada y queridísima Clare:
-Toma, dale esto y en unas horas despertará.
Puesta la pastilla en su mano y con la cabeza alta me voy. Desaparezco como las ilusiones de tener un futuro junto a ella.

Clare
Le meto las pastilla en la boca. Su color amarillo brillante me produce segiridad."Es un color raro, es mágico".
Me recuesto en el suelo, apoyando la cabeza sobre mis brazos, aue descansan en la esquina de la cama, junto a los ojos azules de William.
Me quedo dormida y no sueño. Siento como aprieto su colgante sobre mi cuello.

Dos horas después.

William perspectiva
Tomo un mechón de su pelo mientras ella duerme.
-Clare, mi amor...
Ella sigue durmiendo y yo tengo todo el cuerpo dolorido. Estoy vivo y no sangro y tengo a mi amada a mi lado cuidándome. De qué me quejo?
Sonrío y le acaricio más la cabellera.
Pongo mi mano sobre mis labios, tapándolos, y los coloco sobre su pelo para evitar el contacto directo sobre ella y que no cuente como beso.
Susurro:
-Te amo, Clare.

Dulces Cielos, Peores DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora