Capítulo 70

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Como lo prometido es deuda y he podido sacar unos minutos para revisar aquí lo tenéis. La semana que viene vendrá el siguiente capítulo sin retrasos. Tengo los borradores de los siguientes cuatro caps acabados pero los tengo de reserva pues estas semanas me viene muy mal el tiempo para escribir.
Si os gusta el episodio ya sabeis que podeis dar a voto y dejar en comments vuestra opinión:
Rose
He buscado a William toda la tarde como solía hacerlo antes de aquel encontronazo en la plaza. Le he traído solo por capricho de Clare, no la recuerda, solo a mí.
Por eso no le he dicho nada, solo le he invitado a tomar algo sin esa lapa de Chloe.
Clare aparece por un portal mágico, como siempre pero algo parece haber cambiado, desde hace mucho que no la veía así.
Tan viva.

Clare
Ambos están en el jardín tomando café, saludo a Rose y me acerco a ellos. William me observa con curiosidad. Inspiro con fuerza tragando mis esperanzas de que me reconociera.
-Encantada, soy Clare.
El desconocido se levanta y aprieta mi mano. Su anillo me roza pero no puedo decir nada del mío, lo lancé aquel día a la fuente. Además... por qué lo lleva puesto?
-Mucho gusto, soy William.
Me fijo en Rose, quién parece atónita ante la escena, continuo con la farsa:
-Perdonad por llegar tarde, tenía unos asuntos en Tierra.
-Qué hacías allí?- Me pregunta mi amiga.
-Recordar cosas, sentimientos. A veces no viene nada mal recordar, aunque duela.
Lanzo una mirada cargada de emociones a William pero no parece inmutarse, ahora que no sabe nada de mí duele, como un puñal.
Doy un sorbo a la taza.
-Yo no recuerdo nada del año pasado, pero supongo que mi prometida ya me refresca la mente todos los días.
"Prometida". Era de esperar.
-Espero que seáis muy felices.- Digo, sonriendo.
-Yo también lo espero...
Se hace el silencio hasta que la voz de Edgar irrumpe desde el interior de la casa.
-Rose, te necesito aquí, ven.
-Os dejo... No os importa, no?
Me lanza una mirada cómplice y asiento, no quiero causarle molestias.
Se vuelve a hacer el silencio.
-Y tú... cuenta algo de ti.
-Cómo qué?
-Algo, odio el silencio.
-Bueno... Soy Clare, mi ~
Me detengo con la boca abierta y William mirándome de frente, extrañado. Qué puedo contarle si todo lo que tengo ahora me recuerda a él?

Podría hablar de la antigua yo.
-Voy al instituto y por las tardes quedo con mi amiga para ir al karaoke de al lado. Allí cantamos y comemos.
-Eso no se te parece, chica. Tienes cara de ser poco ordinaria, qué te pasó?
Lanzo una vista al cielo y lanzo un suspiro, aguantando las lágrimas, no puedo mirarlo a los ojos ahora. Quería, deseaba inventarme algo pero no podía, cómo iba a hacerlo?
-Amor.
-Perdona?
-Me enamoré, qué tontería, no crees?
-El amor no es una tontería, es algo hermoso.
-No, no lo es, no cuando te destruye y te abandona cuando ya es demasiado tarde. Tú no lo entiendes, cómo ibas a entenderlo.
-Yo también he sufrido por llegar hasta mi amada.
-Solo has tenido que esperar unos siglos hasta tenerla en tus brazos pero yo...- Bajo la vista y le miro con furia, con rabia.- Yo nunca, por mucho que espere, nunca tendré a la persona que amo conmigo!!!
Vuelve el maldito silencio:
-Cómo sabes qué llevo esperando más de cien años?
Ahora caigo en que he metido la pata, la antigua Clare se ha escapado de su jaula un segundo.
-M.. Me lo contó Rose.
-Ella no lo sabe, nadie lo sabe. No mientas.
-Pues yo sí.
-Por qué? No vuelvas a mentirme.
-No pidas sinceridad, tú sobre todo.

William
Sus ojos castaños están llenos de lágrimas. Hace un segundo era una simple chica extraña pero ahora...
Está destruida.
-Qué puedo hacer?
-Para qué ?
-Para que dejes de llorar.
Ahora se palpa el rostro y encuentra las gotas. Me da la espalda y empieza a secárselas.
Parece tan débil, tan sola, a pesar de estar en mi mansión, con Rose y el tal Edgar, parece no encajar.
Como un libro que ya no le interesa a nadie. Como una sonrisa que no sirve para nadie, ni si quiersa para ella misma.
Es después de abrazarla cuando me doy cuenta de que lo estoy haciendo.
Es justo después de susurrarle unas palabras cuando me doy cuenta de lo fría que está.
-Te juro que no te mentiré, no a ti.
Por qué le prometo cosas a esta desconocida qué por alguna razón sabe tanto de mí? Por qué la abrazo. Por qué quiero sentir su calidez inexistente?
Por qué quiero verla sonreír aunque me resulte imposible?
-No me jures nada, es muy tarde para que nadie me prometa nada.
Me separo de Clare y me pongo frente suya.
-Quiero prometerte eso.
-Hace mucho alguien me dijo que estaríamos juntos para siempre, qué siempre me querría, que era lo más importante de su vida... Que...
La chica deja de hablar, como si hacerlo la matase. Se sienta en el suelo, demasiado débil hasta para mantenerse en pie. Me arrodillo a su lado y la miro con cariño.
-Esa persona seguro tenía sus razones para decirte todo eso, a lo mejor le pasó algo, a lo mejor te espera y no lo sabes.
Solo quería verla feliz, quería que dejase de regar el suelo con su tristeza.
-Por eso te lo prometo, me da igual que no me creas pero te prometo que no te mentiré.
-Si no me queda otra opción supongo que me resignaré.
Suelta una pequeña risa y yo me siento revivido.
-Por eso, promete también no mentirme. Promete decirme la verdad.
-Solo puedo cumplir la mitad.
-Por?
Cada vez la entiendo menos, cada vez es más indecisa, menos y más de todo.
-Desgraciadamente no puedo mentirte aunque lo desee pero no puedo contarte la verdad, no puedo.
-Entonces cuenta una verdad, solo una. La más fácil y sencilla que puedas decirme.
No quería terminar nuestra conversación, quería saber más, saberlo todo. Quería abarcar todo lo que no se hubiese perdido en las ruinas de esta chica.
-Esa verdad no tiene importancia, ahora no importa.
-Aún así quiero saberla, dila, Clare.

Clare
Parecía una eternidad desde que mi nombre fue pronunciado por su voz. Hacía mucho que no le escuchaba entonar mi melodía de esa forma.
-William...
Hacía mucho, o lo parecía. Desde que no entonaba su nombre como la palabra más hermosa del mundo.
Hacía mucho que mi estómago se sentía bien y que me podía olvidar de mis ojeras por temer cerrar los ojos y verle.
Ahora estaba despierta y debía decirle la verdad más simple que conocía en este caos.
-Te amo, William.
La verdad dolía, era demasiado cálida y me abrasaba el pecho. Era lo único que me quedaba que pudiese nombrar como calor, como vida.

Dulces Cielos, Peores DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora