Capítulo 48

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Empiezo a dar vueltas por la tienda... Todavía no he visto al dependiente y tampoco entiendo muy bien como, en pleno s.XI hay tiendas de espadas.
Empiezo a consultar precios y todos son desorbitados, "no puedo permitirme tanto dinero" pienso.
-Hacía mucho que no venía nadie aquí...
Me sobresalto y miro detrás, elevo la cabeza un poco para contemplar el rostro de aquella bestia: Es más alto que cualquier jugador de baloncesto que haya visto nunca y tiene una cicatriz que cruza su cara. Tiene un ojo blanco y un gran tatuaje dorado cruza su brazo. Todos esos rasgos inhumanos son sorpendentes y me asustan, qué es?
-Buscaba una espada...
-No eres humana, verdad?
-Lo soy
-No, no lo eres
Su ojo blanco me miraba pero yo me fijaba en el iris cobrizo del otro..
-No, no lo soy... pero... cómo lo sabes?
-Esta tienda no la pueden ver los humanos, solo las criaturas.
-Las criaturas?
-Demonios, ángeles...
-Hay más a parte de esos?
-Dioses.
-Hmm...
-No te interesa saber qué soy?
-Eres un Dios?
-Puede...
-De qué?
-Soy el Dios de las armas, un Dios menor, pero fuerte.
-No sabía que existía ese Dios.
-Existen todo tipo de Dioses, Dios del amor, de la casa, de la luz... o al menos existían...
-Qué les pasó a los que ya no están?
-Murieron. En la guerra de los cielos y el inframundo los otros dioses se aliaron a un bando u a otro. Unos viven y otros mueren en la batalla.
-Mmm... debe de ser duro...
-Sí...
Nos quedamos en silencio un rato hasta que recuerdo mi cometido.
-Yo había venido p~
-Eres la hija de Bael?
-S~Sí...
-Siento mucha energía en tu interior. También siento sed de sangre, cómo es eso posible?
-Tengo que rescatar a un amigo.
-Debe ser especial...
-Lo es...
-Ten cuidado, no descuides tu lado humano, chica, o puede que nunca puedas volver a ser normal.
Aquello ya lo sabía de sobra, sabía que cada día parecía más salvaje, que cada vez me interesaba menos por los placeres de la vida que era lo que hacían las de mi edad.
Vestía lo primero que pillaba, mi peinado se resumía en una larga e incómoda coleta...
-Necesito una espada.
-QUIERES una espada.
Sonrío, burlona.
-No la quiero, la NECESITO.
-Hacía millones de años que alguien pide espadas por necesidad.
-Por favor, Dios de las armas, se lo ruego...
-Hace mucho que dejé el campo de batalla, niña. Ahora soy Eloy, un errante que vende recuerdos de lo que fue.
-Espadas.
-Exacto.
-Le pagaré el costo de la que sea.
-Ese no es el problema.
Ya me cansaba de esta tediosa conversación, sonrío forzadamente y digo:
-Cuál es el problema?
-Técnicamente, antes de que dejase la guerra, pertenecía al vando de los ángeles, esto sería venderle armas al enemigo.
Con los ojos como platos le miro con furia.
-Como he dicho- escupo las palabras de mi boca al borde del grito- NECESITO ESA MALDITA ESPADA!
Tras haberme escuchado y como si hubiese visto un fantasma da un paso hacia atrás.
-Fuego... -susurra en bajo sin que yo entienda a que se refería- está bien, me gustas, te daré la dichosa espada.
Empezamos a mirar y todas me parecen iguales: Plateadas, afiladas... pero claro está, qué sabía yo de armas y sus diferencias?
Llegamos a una puesta en una vitrina:
-Esta, quiero esta.
La señalo: Su filo plateado lanza llamas azules al aire en modo de reflejos a la luz y su puñal es dorado, es hermosa.
-Kyrian...
-Tiene nombre?
-Las buenas espadas espadas siempre lo tienen.
-Kyrian... me gusta, esta es la que deseo, cuánto cuesta?
-Dos millones.
-De qué? Euros, pesetas, dolares?
-Ds igual chica, no crees? Sea la moneda que sea no puedes pagarlo, verdad?
Asiento, nunca podría llegar a ahorrar toda esa cantidad antes de vieja, era imposible.
-Esta forjada con fuego de los dragones azules extinguidos hace cientos de años, es muy valiosa.
-Pero no puedo pagarla.
-Con dinero no, pero quizás sí de otra forma...
-Cómo?
Fui una necia al preguntar.
-Casándote con mi hijo, un ángel. De este modo, uniendo a la hija del rey de los demonios con un ángel noble se terminaría la guerra.
-No es tan sencillo.
-Seguro que lo es.
Inconscientemente siento que me falata el aire, la mano sana me tiembla y el suelo empieza a dar vueltas... " No puedo, no puedo ..." elevo la cabeza y vuelvo a pensar a imaginar a William sosteniendo mi mano, "Todavía nos quedan muchas canciones que cantar juntos" le dije una vez, tengo que hacerlo, por él, por nosotros...
-Acepto... Me casaré con su hijo.
Me muestro seria y fría mientras hago el pacto.
-Genial entonces!!! Pero...-me mira y sus ojos bicolor se clavan como agujas afiladas a mi rostro- si intentas escapar del matrimonio, te mataré, a ti y a tu amiguito.
-Entendido...
-En una semana será la boda, corre, ve a decírlselo a Bael.
-Tan pronto?
-Algo que objetar?
-No...

Ahora estoy en casa con la espada sobre mi regazo, no puedo escapar y tampoco puedo decirle a mi padre a los ojos cuando combatamos que me voy a casar con el enemigo si busco su aprobación para dejarme partir.
Por eso escribo en el diario:
Tengo miedo de que me odies pero tenía que hacerlo, tenía que comprometerme a un ángel para poder tener esta espada y traerle de vuelta.
Tiro el bolígrafo al suelo y me tumbo en la cama a la espera de que vuelva a casa para torturarme lentamente. En el fondo una parte de mí quiere que me eche la bronca, que me llame imbécil o que evite que me casa con ese hombre que ni conozco...
Cuando llega a casa y le veo feliz por la noticia de que se va a terminar la guerra con el enlace las esperanzas que tenía se esfuman en el aire.
Me deja unos minutos sola antes de que empecemos el duelo y me meto en mi cuarto, a punto de llorar. Decido abrir la ventana por hacer algo y decido gritar por esta, por hacer algo...
-WILLIAM!!!! ME OYES?!?!?! ESTOY AQUÍ!!! VOY A IR POR TI Y TE VOY A TRAER A RASTRAS A CASA!!! YA VERÁS, VOY A GANAR A TODO EL MUNDO POR TI!! - me quedo un momento sin aire suficiente y suspiro de nuevo a la ventana- Te amo, te añoro, te necesito...
Después beso el anillo que me regaló y me enderezo para bajar al salón a pelear con Bael.

William
Crack, crack...
Ese es el ruido aue hacen las cadenas de la celda, me lo sé a la perfección,es el único sonido que escucho... lo repito
-Crack... Crack... Cr~
De repente oigo su voz y pienso que estoy muerto, me golpeo suavemente la cabeza y sigo oyendo a Clare, estoy vivo y despierto pienso.
Dice muy bajo que me está buscando y que me va a llevar de vuelta a casa, cómo lo hará?
Luego, como si fuese un grito a mi corazón dice que me ama, que me añora...
Siento un cosquilleo en el pecho sin saber muy bien porque.
Me enderezo resignado, tengo que encontrar la forma de huir, debo de dejar de ser la princesita en apuros...
Me levanto y, antes de empezar a trazar un plan, aprieto el puño para sentir el tacto de la hematites del anillo que me regaló y digo, susurrando:
-Yo también te echo de menos, princesa, yo también te necesito y te amo, mi reina.

Clare
Acabo de sentir un cosquilleo en el corazón, he sentido la voz de William decirme que me ama. Aprieto el puño sobre mi pecho, le amo y eso nunca cambiará, NUNCA.

Dulces Cielos, Peores DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora