Capítulo 47

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Clare
Me despierto y compruebo la fecha. Han pasado dos días desde que duermo, son casi las doce de la noche.
Me levanto de la cama y corro a verme al espejo. Siento leve dolor en la pierna y ando  cojeando hasta el armario. Abro la puerta y veo mi cuerpo entero reflejado. No puedo evitar dudar de mi humanidad un instante. Mi mano está morada, mi rodilla está herida y mi cara tiene un pequeño rasguño que agradezco que sea pequeño, parecía mucho mayor el día de la batalla. También tengo rojeces en el cuello y recuerdo que son debidas a que casi muero estrangulada. Suspiro y doy la espalda a mi horrible estado del espejo. Me ditijo a la puerta para ver a Bael y veo unas muletas que no cojo, no puedo datme el lujo de admitir que no puedo caminar bien, eso cancelaría los entrenamientos durante mucho.
A duras penas voy hacia el salón intentando aparentar normalidad mientras ando.
Ahí está.
-Padre...
-Tu madre casi se muere del susto, eres consciente de lo peligroso que era esa situación?
-Sabes todo?
Aquello me sorprendía, ya estaba enterado de la situación y del accidente.
-Sí, has matado un demonio, cómo?
-La verdad...No lo sé.
"Lo maté por el poder del anillo" pienso. No puedo decírselo, podría arrebatarme el regalo de William.
-Lo único que recuerdo es que lo apuñalé con una daga, o era una navaja? nome acuerdo muy bien.
-Hmmm... Bueno... Me voy yendo a casa ya hija. Mejórate...
No sé porque esperaba un abrazo, no sé porque esperaba un beso de despedida, él no era humano, no tenía que portarse como uno tampoco.
-Oye y... que sepas que lo de los entrenamientos se terminó.
Como un jarro de agua fría caen sus palabras sobre mí. Esto no podía estar pasando, era imposible.
-No... no puedes...
-Sí puedo, es imposible que vayas al inframundo, mira cómo estás por una batallita.
-No!! Tengo que ver a William!!
-A lo mejor se ha olvidado de ti, a lo mejor está muerto.
-Nonono!!
-Estás perdiendo tu humanidad por ese hombre. Mira tu brazo... o tu pierna!!
-Tengo que ir.
Se pone a un metro de mi y depues desaparece cuando sentencia:
-Eres mi primogenita y no dejaré que mueras por ese bastardo!!!
Se fue...

Falto al trabajo pero aún así llamo a Alice como prometí:
-Clare!!! Estás mejor?
-Sí
-Qué poco hablas, hace mucho aue no llamas, estaba preocupada
-Lo siento, todo está bien.
-Seguro?
-Sí
No podía dejar que viera que el dolor de la pierna era lo menos doloroso que me pasaba ahora mismo.
-Bueno... Te dejo que tengo muchas cosas que hacer.
-Hmm... Claro, bueno... luego hablamos?

-Sí.
Cuelgo y reviso la situación: No puedo entrenar la espada, no tengo magia, nadie puede enseñarme a hacer nada y tengo la rodilla hecha polvo.
Tampoco puedo trabajar, qué dirán cuando vean una mano así?
En pánico empiezo a dar vueltas al salón cojeando. Si no aprendo a defenderme ir al inframundo será un suicidio, tengo que pensar... Yá sé!!
Voy directa a mi dormitorio y empiezo a buscar.
"Clases de autodefensa personal" escribo. Salen páginas y páginas de clases de karate, judo... Hasta que veo una parecida al arte de la espada: Aprende el arte de la katana!!!
Suspiro, no hay nada mejor, supongo.
Aquí empieza mi aventura.

Dos meses después
Voy a comprar una espada. Llevo mucho tiempo asistiendo a clases particulares y ahorrando para comprarme una decente que no sea de madera o que tenga filo. Todavía recuerdo cómo me caía y sangraba cada vez que me daba un pequeño golpe en la rodilla con la katana. No he desaprovechado estos meses, he entablado una buena relación con Alice y he vuelto a contactar con Enma por móvil aunque todavía no sé nada de Rose; he aprendido a manejar la espada como si fuese una pluma y aún así me ha sobrado tiempo para seguir como dependienta en el mercado, la diferencia es que llevo guantes en ambas manos. Bael no sabe nada de mi aprendizaje y he acordado que, si le gano un combate a espada, me dejará ir al inframundo por la hechicera. Si él gana sin embargo, tendré que redimirme y continuar cómo humana para siempre.
No voy a perder. No puedo. Todas las noches me las he pasado pensando en William, recreando su voz en mi mente, su voz acariciándome, sus manos cogiendo mi rostro... Cada noche, cantándole a la luna por si él lo hacía para estar conmigo.


Dulces Cielos, Peores DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora