Capítulo 55

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Continuación de Rose y Edgar...
Rose volvió a casa después del encontronazo con aquel hombre que hacía palpitar su pecho. Se encerró en su cuarto y se sentó frente a su ventana con las rosas en la mano. Empezó a olerlas y a mirarlas, como si de esa forma pudiese evocar su recuerdo con su sonrisa.
Al rato deja las flores en un recipiente con agua y vuelve a sentarse mirando a la noche. Ahora coge el colgante que le había regalado ese tal Edgar, una estrella creada con zafiro, una joya sin igual que tendría un precio desorbitado para venderse. Ganaría mucho oro pero perdería su recuerdo si lo vendiera.
Unos días después la calma había vuelto al hogar: el padre de Rose había conseguido un trabajo cerca de allí como banquero y su madre afirmaba estar embarazada, todo era perfecto. Por encima de todo Rose era feliz porque las rosas de Edgar se estaban haciendo más y más hermosas, casi tan hermosas como el colgante que colgaba de su cuello.
Todo era perfecto.
Hasta que 'eso' pasó:
-Abran la puerta!!!
Desde el piso de arriba Clare contemplaba por la ventana mientras sus padres hablaban animados en el salón de abajo.
Un hombre da golpes a la puerta y al no ver respuesta la aporrea más y más.
-Abran la maldita puerta!!!!
Rose desvía la mirada hacia la puerta que parece hacer una especie de clic .
-Mamá? Por qué cierras la puerta?
-No salgas cariño.
-Qué pasa? Ocurre algo abajo?
-No lo sabemos pero... por si acaso...
-Qué tontería! Deja anda y salgo.
La voz de su madre que hasta hace poco era tierna y amable se tornó tensa.
-Viste de verdad a un noble ángel, hija?
No veía su rostro pero se lo imaginaba, decepcionado, triste. No se lo había contado ni a su familia el encuentro pero creía que era mejor así.
-El otro día pero...
-De pequeña no te dejamos claro que ese angelito no era para ti?
Los golpes de la puerta comenzaban a asustar a la joven, qué querían? Y de que hablaba su madre? Hace años... de otro ángel...
De repente recordó y el nudo de la garganta le tiró y la estranguló como un lazo nunca lo haría. El chico del otro día era el que predijo la bruja que pagó de pequeña.
-Mamá, puedo explicarlo~
-No salgas de ahí, luego hablaremos...
Dicho esto la mujer bajó las escaleras dejando a su hija encerrada en su cuarto.
Rose se sentó a esperar, asustada y atando cabos. A qué venían esos hombres? Por qué a su familia?
Intentó aguzar el oido para entender la conversación de los hombres que acababan de entrar en el piso inferior pero solo distinguía algunas cosas.
Un hombre que parecía ser el jefe gritaba "mi hijo no puede estar con una chica así" y "lo vimos" y los demás le vitoreaban. Otro que también habló dijo "Os arrepentiréis."
Lo siguiente fueron espadas, escuchaba espadas y la joven sabía que no eran de sus padres.
Rose aporreó la puerta, el manillar...pero no cedió.
Asestó una patada que le hirió el pie y que la hizo cojear hasta que llegó al salón. Allí vio a un hombre vestido de blanco con una espada ensangrentada mirarla incrédulo. Rose empezó a sentir que todos sus miedos se volvían realidad, giró sus ojos y vio todo lo que sentenció su felicidad: Sus padres en la esquina de aquel lugar, muertos.
El hombre que parecía el jefe interrumpió el silencio.
-Eras su hija? Que pena... lo siento pero tú eres la siguiente.
Rose no podía moverse, no quería vivir sin tener nada a lo que apegarse. No merece la pena.
El desconocido se puso en guardia y ella separó la vista de sus padres al asesino que iba a matarla.
La joven cerró los ojos, asumiendo su destino. En la oscuridad esperaba a que le atravesasen con la espada. Eso esperaba hasta que una voz le dio esperanza, la esperanza que necesitaba proveniente de sus recuerdos y su memoria:
"Espero verte de nuevo, Rose!!" y su mundo volvió a tener color con las palabras de Edgar pues él la esperaba, él la echaría de menos.
Rose abrió los ojos y esquivó al hombre que arremetía contra ella. Después subió las escaleras como una bala huyendo mientras saltaba por encima de una flecha que le lanzaba su compañero.
-Eloy, se escapa!
-Atrapémosla, ya!!
Eloy... Rose se prometió no olvidar ese nombre nunca.
Se metió en su cuarto y se vio acorralada: ya subían las escaleras siguiéndola y ella no podía ir a ningún lado y menos con el pie magullado por el golpe de la puerta.
-Psss! - dijo alguien debajo de su ventana.-baja, rápido.
Rose miró por debajo y vio a Edgar, a su esperanza y su felicidad abajo con los brazos abiertos, esperándola.
-Salta!
-Pero Edgar...
-Venga, confía en mí.
Ella saltó y él la cogió en brazos y se la llevó corriendo de aquella perturbadora escena apretándola contra su pecho.
-Mi padre no te ha hecho nada ,no?- preguntó ya a mucha distancia de la casa.
En aquel momento lo comprendió todo, habían asesinado a sus padres por haberse relacionado con un noble, con un ángel. Había traído la desgracia con ese chico, NO esperanza.
-Suéltame- dijo entre lágrimas.
-No puedo, si te atrapan... Además no puedes caminar apenas...
-Qué me sueltes!! -Le empujó y él la hizo caso y la deposito de pie, como si fuese lo más frágil del mundo, en el suelo.
En ese momento Rose se dejó caer al suelo y empezó a dejar manar las lágrimas desconsoladamente.
-Lo siento mucho, lo siento...-Edgar se puso acuclillado a su lado y pudo sentir sus dedos limpiar sus lágrimas.
-Déjame! Déjame! Vete!
-Rose... Yo nunca te haría daño, no sabía que pasaría esto.
Ella sabía que decía la verdad, le creía, a él y a su dulce voz que la mimaba y la arropaba.
-Y ahora que me queda? Dime Edgar, que me queda sin familia ni casa.
-Me tienes a mí.
-No digas tonterías.
Rose sintió cómo las cálidas manos de su desgracia cogían las suyas. Después la miró fijamente y habló:
-Huyamos, lejos de aquí.
-Pero... por qué? Por qué te esfuerzas tanto en protegerme?
La chica desvió su mirada pero al instante pudo sentir sus cálidas muñecas sobre sus mejillas, haciéndole clavar sus ojos en los suyos.
Verdes y azules, mágicos.
-Porque te quiero, Rose.
Sus ojos como platos no reflejaban ni la mitad de la sorpresa que sentía en su pecho. Entonces Rose descubrió la cruda realidad, la que tuvo en su corazón desde ese día que visitó a la bruja de pequeña: Siempre lo había amado, desde ese momento en el que ni siquiera lo conocía, amaba a su enemigo y no podía remediarlo.
-Edgar yo...
Y después vino el beso, cálido y lento. Un beso que la rompió por dentro al saber que había defraudado a toda su familia, a su antigua familia. Un beso que no iba a cambiar las cosas, solo empeorarlas.
Rose se apartó y salió corriendo dejando un semblante triste en su amado. Tuvo la idea de huir donde nadie la encontrase, donde pudiese olvidarse de Edgar y empezar de cero.
Se fue a la Tierra Terrestre creyendo por un instante que lo conseguiría.
Pasaron dos años y ya tenía un empleo cuando William le pidió ayuda con Clare, cambió de trabajo por su amigo y se convirtió en su espía.
Tenía un pequeño piso a las afueras donde se pasaba los ratos muertos mirando por una ventana  pensando en las rosas que dejó aquel día hace dos años en su cuarto. Estarían podridas, marchitas, como tendrían que estar sus sentimientos por Edgar.
Después miraba el colgante que pendería siempre se su cuello: Un zafiro en forma de estrella que irradiaba luz, que irradiaba vida y esperanza.
Luego sonreía amargamente al saber que nunca lo dejaría de amar, que ese era su castigo por haberse enamorado de la persona equivocada.
Del ángel de sus sueños.

Siento haber estado un poco off (por así decirlo XD) estos días... Quería un pequeño descanso y además necesitaba pensar en una buena historia para estos dos. Qué os parece?

Dulces Cielos, Peores DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora