Capítulo XXIII

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No se que hora es cuando abro los ojos, miro a mi alrededor y las memorias de lo que paso regresan en milisegundos. No puedo creer que esa mujer, que algún día llame madre, tuviera el descaro y las agallas para venir aquí. Si su objetivo era arruinar mi cumpleaños, que creen, lo logro.

Me incorporo en la cama y froto mis manos en mi rostro para quitarme la pereza. Suspiro y me levanto de la cama para caminar hacia la puerta. La abro y al salir no escucho ni un solo ruido.

–¡Tori! –exclamo, pero nadie responde, seguro salio con los muchachos o que se yo. Me dejo caer en el sofá y me pongo a pensar un rato. Inconscientemente la imagen de Ryan vino a mi cabeza, por un momento me gustaría que el estuviera aquí conmigo, que me abrazara, me consolara y me dijera que todo esta bien.

Pero la realidad es otra. Y me lamento por eso, volteo la cabeza y veo el hermoso ramo que me envío Ryan esta mañana. Una pequeña sonrisa se asoma en mi rostro, pero es mas de tristeza que de alegría. En eso el timbre suena y con mucho pesar me levanto para atender la puerta. En cuanto la abro me quedó sorprendida, por ver al hombre que ronda mis pensamientos parado frente a mi.

–Hola, Perrie.

Yo no dije nada, solo me deje llevar y tome el cuello de su camisa para acercarlo a mi y unir nuestros labios como hace mucho no lo hacemos. El tardo unos segundos en responder pero lo hizo, entramos al departamento luego de que Ryan me cargara para que rodeara su cintura con mis piernas y cerro la puerta, para luego caminar hasta mi habitación.

                    † † † † †

Escuchar la respiración de Ryan mientras estoy acostada en su pecho es una de las cosas que extrañe de nuestros encuentros nocturnos. No decimos nada, solo nos dejamos llevar mientras yo acaricio su pecho y el mi cabello.

–¿Ahora quieres hablar? –susurra para luego sentir un beso en mi cabeza. La verdad es que no se como mirarlo ahora, me deje llevar por las emociones y solo quería tener a alguien —a el específicamente— ahí para mi.

–No creo que sea buena idea. –digo mientras me deshago de sus manos para incorporarme en la cama, una vez sentada sobre el colchón me cubro el rostro con las manos. ¡¿Que diablos me pasa?! Siento la cama moverse para segundos después tener a Ryan arrodillado frente a mi sujetando mis manos.

–¿Porque? –dice mirándome con esos ojos gris azulado mientras coloca una mirada de perrito regañado, la cual siempre me a derretido.

–Primero que nada déjame preguntarte una cosa –digo con expresión seria, el solo asiente–. ¿Porque viniste aquí?

–Quería verte. La nota que tenían las rosas decía que ese era solo tu primer regalo.

Suelto nuestras manos y me levanto esquivándolo mientras busco mi ropa, me coloco mi ropa interior y mi bata de seda, todo dándole la espalda a Ryan. Luego de “vestirme” salgo de mi habitación y camino hacia la cocina, donde me sirvo un vaso de agua bien fría. Lo necesito en verdad.

Tomo todo el liquido transparente de un trago y dejo el vaso en la encimera junto al lavaplatos. Paso mis manos por mi rostro mientras me doy la vuelta para volver a mi recámara. Pero antes de dar un paso ya tengo a Ryan, sin camisa, apoyado en la barra mirándome de forma interrogativa.

–¿Que? –pregunto moviendo mis brazos con un tono mas fuerte del que quería. El bajo la mirada, pero segundos después la subió de nuevo, con un gesto de tristeza.

–¿Quieres que me vaya?

Algo dentro de mi se retorció al escuchar esas palabras salir de su boca. No quiero que se vaya, pero tampoco puedo dejar que se quede. ¡Ni siquiera yo se lo que quiero! E estado alejada de el por casi dos meses, y han sido los peores dos meses de mi vida. Pero tambien tengo que recordar que el me mintió todo el tiempo que estuvimos juntos, que viéndolo en general no fue mucho, pero si lo fue para mi. Sigo mirándolo a los ojos mientras mi mente lucha por debatir la respuesta correcta.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora