Capítulo XXXVI

11.7K 534 3
                                    

Ryan

Luego de que Howard entrara a la cocina diciendo que alguien me llamaba me emocione en cierta manera, creí que serian mis agentes diciéndome que ya es seguro volver. Pero fue todo lo opuesto.

Entro a mi oficina y tomo el teléfono.

Zeylor.
–¿Hijo?
–¿Mama?
–Hijo, necesitamos que vuelvas.
–¿Porque? ¿Que paso?
–Hijo...
–Mama, ¿Que paso?
–... Tu padre. Le dispararon a tu padre, esta muy mal en el hospital.

Las manos comienzan a temblarme, la voz se me atora en la garganta y la ira comienza a correr por mi cuerpo hasta apoderarse de cada una de mis células.

¿Donde estan? ¿Siguen en Portland?
–Si, pero tu hermana tiene mucho miedo, y tu hermano quiere venir aun cuando le dije que no.
Ok. Quiero que se mantengan al margen, voy a llegar mañana. Las amo.

Cuelgo el teléfono y paso mis manos por mi rostro hasta mi cabello donde lo jalo de la frustración. Comienzo a mirar todo buscando algo que romper, cuando veo un jarrón en la mesa de la esquina lo tomo y lo estrello contra la puerta, luego tomo una lampara y la lanzo contra la ventana.

–Ryan... ¡Ryan!... –escucho como dicen mi nombre pero no presto atención, no hasta que siento unos brazos sujetándome, rodeándome y deteniéndome de mi arrebato de furia.

–¡Suéltame! –exclamo sacudiéndome entre los brazos de Howard, no puedo pensar con claridad, solo quiero destruir todo lo que tenga enfrente.

–¡Ryan, calmate por favor!

–¿Que esta pasando? –escucho la voz de mi mujer a mis espaldas. Poco a poco Howard me va soltando hasta que logro darme la vuelta y veo a Perrie con los ojos abiertos mirando la habitación.

Todos nos quedamos en silencio, todo el mundo parece estar en shock.   

–¿Que... que estas haciendo? –dice con la voz temblorosa y los ojos aguados mientras que con las manos señala los destrozos. No me gusta verla así, lo último que quiero es asustarla o alterarla, no es sano para ella ni para el bebe. Además de que no me gusta que me tenga miedo.

–Ryan... –me llama Howard, desvío los ojos de Perrie para mirarlo a el–. ¿Que pasa? ¿Porque te pusiste así?

Suspiro y camino hasta mi silla para dejarme caer. Tomo la botella de whisky y me sirvo un vaso para tomarlo todo de un sorbo. Dejo el vaso otra vez sobre el escritorio y veo a mi amigo y a mi mujer. De repente siento algo incomodo en el estomago al ver a Perrie, no quiero preocuparla. Conociéndola, se que si le digo que mi padre esta grave en el hospital querrá ir conmigo y eso no es discutible, y no quiero tener esa discusión con ella, por lo cual solo digo.

–Tengo que volver. Tengo que irme a Portland.

–¿Porque? –pregunta Perrie posando las manos en su crecido vientre, en el hogar de nuestro hijo. Verla a los ojos me hace cada vez mas difícil el mentirle y ocultarle lo que pasa.

–Algo surgió, tengo que ir.

–¿Y cuando volverás? –pregunta Howard. Mi mirada no se aparta de los ojos de Perrie, la cual también espera mi respuesta.

–Howard, ¿Puedo hablar en privado contigo? –el posa su mirada en Perrie, la cual me ve como diciendo que no quiere irse. Yo solo aparto la mirada con mucho esfuerzo, no levanto la mirada hasta que escucho como azotan la puerta.

–¿Puedes decirme que mierda pasa? –exclama mi amigo parándose frente a mi escritorio.

–Le dispararon a mi padre –digo mientras apoyo los codos en la superficie de madera–. Esto fue un ultimátum. Selina sabe donde esta mi familia, sino vuelvo va a matarlos a todos.

–Si vuelves te matara. Además no te puedes ir ahora, Perrie esta a un par de meses de dar a luz.

–Lo se. Y justo por eso no le vas a decir nada, la conozco y se que querrá venir, lo cual es muy peligroso para ella. Y tampoco quiero preocuparla, así que ni una palabra de esto a nadie.

–No lo se. ¿No prefieres que vaya contigo?

–No. Sospecharían si me acompañas. Quedate aquí y cuida a Perrie.

Me levanto y salgo del despacho para subir a mi habitación y hacer mi equipaje. Conozco los juegos de Selina, pudo matar a mi padre, pero no lo hizo. Eso es una señal, un mensaje. Ella sabia que me contactarían cuanto antes, eso quiere decir que me esta esperando, justo por eso no puedo llevar ni a Perrie ni a Howard ni a nadie. Ya puse a suficiente gente en peligro.

Llego hasta la puerta de la habitación y al abrirla me quedo parado bajo el marco al ver a Perrie sentada sobre la cama armando una maleta. Lo que me faltaba.

–¿Que estas haciendo? –pregunto con voz dura.

–Quise ahorrarte el trabajo, y estoy haciendo tu maleta. –dice sin mirarme, con voz seria pero suave. No se si esta molesta o no, me acerco poco a poco hasta quedar a su lado y tomar sus manos para que se detenga. Ella se suelta de mi agarre y posa sus manos en su cintura.

–¿No vas a decirme, verdad? –pregunta casi en un susurro levantando lentamente la cabeza, al ver sus hermosos ojos aguados se me estruja en el pecho el corazón. Tomo sus mejillas y le doy un pequeño y tierno beso.

–Esto es algo que debo de hacer solo. Tu no tienes que preocuparte, volveré lo antes posible. Ambos tenemos que recibir a nuestro pequeño. –pongo una de mis manos en su vientre y a los segundos siento una patadita.

–O es algo muy grave y no quieres decirme, o no confías en mi. –dice apartándose de mi tacto para luego alejarse de mi y caminar hasta la puerta. No la detengo, se que si lo hago le diré lo que pasa y la preocuparé. Aun a cientos de kilómetros de Nueva York, Selina encuentra la forma de joderme la vida.

                      † † † †  

Son las dos de la madrugada y aun no consigo dormir. Perrie no quiso dormir conmigo hoy, esta en su antigua habitación. Por unos minutos e pensado en decirle todo, pero la parte consiente y sobre protectora de mí me dice que me quede callado. Siendo sincero no me preocupa el hecho de que vuele. Sino el hecho de que si Selina me espera le haga daño, no quiero arriesgarme a que hiera a mi hijo y a mi mujer.

Me incorporo en la cama y saco mis pies para tocar el frío suelo. Me levanto y camino para salir de la habitación. Camino sin rumbo alguno por los pasillos, veo los cuadros, pinturas, portarretratos y adornos que decoran la casa. Hace mucho que no venia a la isla. La última vez que lo hice fue en un viaje familiar, mis hermanos y yo corríamos y nadabamos sin nada que nos pudiera detener.

En esos años las cosas eran mas simples. Sin estrés ni preocupaciones mayores, pero ahora tengo a un niño que viene en camino y que dependerá de mi. La verdad nunca pensé en tener hijos, recuerdo que la simple mención de la idea me hacia temblar, pero al saber que Perrie es la madre de mi hijo, eso lo cambio todo.

En lo único que pienso es en como detendré a Selina. No se que haré al llegar, lo único que se me ocurre ahora es saber que mi padre esta bien y luego buscarla.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora