Capítulo XXIV

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Ryan

Y, toque, fondo. Ya no sabía que mas hacer, Perrie no quería escucharme, y no la culpaba, pero tampoco la justificaba. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para hacer que volviera, pero no acepto ninguna de mis ofrendas de paz. Cuando me dijo en el parque que ya dejara de buscarla, fue como si una daga se hubiera enterrado en mi corazón, no quería dejarla ir. Y tampoco lo haría, tenía que recurrir a mi ultimo recurso, pedirle ayuda a mi madre y a mi hermana.

Al día siguiente desayune y luego conduje nervioso a casa de mis padres, mis manos no dejaban de sudar y mis nervios no se calmaban, esa era mi ultima opción. Si Perrie no me escuchaba con esto, me daría oficialmente por vencido.

Llego al gran portón de hierro, el cual se abre segundos después, y me adentro por el largo sendero de arboles y plantas. Una vez llego a la entrada de la casa mi gesto se descompone al ver el vehículo de los Storn estacionado en frente, mis manos se aprietan alrededor del volante por la ira de tener que volver a ver a esa bruja. Estaciono mi auto y no contengo mi ira, azoto la puerta y camino con fuertes pisadas en dirección a la puerta, la toco con fuerza hasta que esta se abre y me enseña a mi hermana con un gesto de preocupación, al verla así me relajo y me adentro a la casa, ella se me abalanza encima y me abraza con fuerza, puedo sentir como su cuerpo tiembla mientras la rodeo con mis brazos.

–Riley, ¿Que pasa? –le pregunto ahora preocupado por su reacción. Ella se separa de mi y veo como aguanta sus lágrimas dentro de sus ojos. La tomo de la mano y camino con ella a la sala principal de la casa, donde se encuentran mis padres, mi hermano Rony, los padres de Selina, la misma Selina y un par de sus guardaespaldas. Selina se levanta y camina hacia mi con una sonrisa en su rostro.

–Cariño, te estábamos esperando. –llega a mi lado y toma la mano que no sujeta mi hermana para jalarme junto a ella, me suelto y miro a mis padres, los cuales no tienen la misma cara que tiene mi hermana,la de ellos es mas una expresión de seriedad, lo cual aumenta mis preguntas.

–¿Que esta pasando? –digo medio alterado.

–Hijo, siéntate. Tenemos que hablar. –dice mi padre con voz severa. Con el ceño fruncido camino hasta uno de los sofás y me siento tomando aun la mano de mi hermana. Todos se me quedan mirando de una forma muy poco común, como si trataran de decirme algo con la mirada, solo que la mirada de cada uno era diferente, por lo cual eran diferentes mensajes.

–Ryan, estuvimos hablando con tus padres, sobre un tema muy delicado. Tu matrimonio con mi hija. –dice el padre de Selina, Will Storn. Lo curioso de este hombre no es que sea dueño de las empresas de la competencia, sino que también es uno de los jefes de la mafia estadounidense. Razón por la cual tal vez mi familia este tan desconcertada, y mas si toca el tema sobre el casi compromiso que tuve con su hija.  

–Creí que había quedado claro que no me casaré con Selina, señor.

–Eso era porque estabas en una relación, pero según mis fuentes, tu y la joven Hetson terminaron hace ya un par de meses. Por lo cual, e decidido que te casarás finalmente con mi hija. –mis ojos se abren de par en par al escuchar eso, enfoco mi mirada en mis padres, los cuales me miran con miedo, estoy seguro de que ese hijo de perra los amenazo, y no teleraría eso.

–¿Cree que puede venir aquí y solo decir así como así que  acepte casarme con su hija? Se nota que no me conoce bien señor. –digo con voz dura, nunca le tuve miedo a este hombre, jefe de la mafia o no, igual era otro hombre con aires de grandeza.

Todos negaron, en eso mi hermana me dio un apretón, la mire y vi que quería decir algo, pero el llanto no la dejaba. Levante la vista y vi la sonrisa sacarrona de Selina, ya me tiene harto con todo este circo.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora