Capítulo XXVII

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Llego a casa y me encuentro con Marissa hablando con mi hermana, las dos al verme se quedan paralizadas al inicio, pero luego corren a mi auxilio. Marissa está conmigo, ambas acostadas en mi cama con su mano acariciando mi cabeza y dándome palabras de aliento, mientras en mi mente solo pienso en lo dura, cruel y cruda que la vida puede ser algunas veces solo para mostrarnos la realidad de las cosas.

–No puedes dejar que lo que ella te diga te afecte así, no es sano para el bebe.

–Lo se, lo siento. Todo es sobre mi últimamente, perdón –digo mientras sorbo mi nariz y me regaño mentalmente por volver a llorar por la misma estupidez–. Dime, ¿Qué has hecho?

Ella me mira con esos grandes ojos, al inicio solo me ve como diciendo que todo está bien y que está ahí para mí, pero yo niego con la cabeza, indicando que no quiero seguir hablando de eso.

–Bueno –baja la mirada por unos segundos para luego subirla otra vez y mirarme con una pequeña sonrisa–. Estoy viendo a alguien, de hecho.

Mi boca se abre de la sorpresa, y luego un grito sale de ella, me parezco a mi hermana ahora.

–¿Cuándo ibas a decirme? –digo sorprendida–. ¿Come se llama?

–Es que apenas llevamos dos semanas saliendo, quería ver si era algo serio para luego decírtelo. No quería que te molestaras.

–¿Por qué iba a... –no puedo terminar la pregunta ya que la puerta de mi recamara se abre dejando ver a mi hermana.

–Perrie, hay alguien buscándote.

Mi ceño se frunce, no espero a nadie importante, o no que yo sepa. Le hago una seña a mi amiga para que sepa que ya vuelvo, me levanto de la cama y camino pasando la pequeña sala y llego hasta la puerta. Donde me encuentro a la última persona que creí encontrarme.

–¿Howard? ¿Qué haces aquí? –el solo se queda mirando mi estómago. ¡Claro, él bebe!–. Howard, yo...

–¿Es de él?

Es lo único que pregunta, no hay expresión en su rostro. No se si está enojado, confundido o incluso triste. Solo me mira esperando una respuesta, yo sé que él sabe la respuesta a su pregunta, pero seguro quiere oírlo de mi boca. Pero no quiero decirlo, aunque el ya lo sepa, no me importa, no quiero que le diga a Ryan sobre mi bebe. Aunque si no le digo y le cierro la puerta en la cara, de igual manera ira a decirle a Ryan. Estoy entre la espada y la pared ahora, ninguna de las opciones es viable para mí.

–¿Quieres entrar? –es lo primero que se me viene a la mente, además que no es buena idea hablar en el pasillo donde todo el piso puede escucharme, y no quiero que más gente se entere de mis problemas. Él asiente y se adentra en el departamento, ambos caminamos y nos sentamos en el sofá. Ninguno tiene la valentía de empezar la conversación, yo porque no quiero hablar más de la cuenta y que luego le valla con el chisme a Ryan, y él supongo que es porque aun esta en shock al verme embarazada.

–Es de él, ¿si o no? Perrie –vuelve a preguntar con un tono de voz más duro, abro la boca para decir algo, pero nada sale así que la cierro otra vez, y me limito a asentir con la cabeza mientras desvío la mirada de su rostro–. Y supongo que él no lo sabe.

Esta vez niego dándole la razón mientras vuelvo a enfocar la mirada en él.

–¿A que viniste, Howard? –pregunto tratando de desviar la conversación, pero el coloca un gesto dándome a indicar que está molesto por mi intento de cerrar el tema del embarazo oculto.

–Bueno, sabía que entre tú y Ryan las cosas estaban tensas, vine a ver si estabas bien. Pero me encuentro con que estás embarazada de mi mejor amigo y que él no lo sabe.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora