Capítulo XXXIII

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Luego de que Ryan y yo hiciéramos el amor con la cascada siendo nuestro testigo. Pasamos media hora abrazados hablando sobre nosotros, me entere de muchas cosas sobre el, como que su comida favorita es la lazaña y su postre favorito es el Cheesecake de fresa, entre otras cosas.

Pude notar algo peculiar, una cicatriz en la parte baja de su abdomen, no pregunte ya que lo note cuando nos estábamos vistiendo, pero tampoco le tome mucha importancia, le preguntaría luego.

Volvimos a casa ya con el atardecer rodeándonos con sus hermosos colores en el cielo. Esta a sido una de las mejores salidas que e tenido con el, y espero que las cosas sigan así de bien.

–¿Te gusto nuestra cita? –pregunta ayudándome a bajar de la camioneta.

–¿Esto fue una cita? –respondo su pregunta con otra pregunta.

–Claro. Dije que quiero volver a empezar bien, y la mejor manera es llevándote a una cita.

–Que raro.

–¿Que?

–Que yo nunca fui de las chicas que duermen con un hombre en la primera cita. –ambos reímos por mi comentario sarcástico, para luego unir nuestros labios como uno, como tanto nos gusta.

El resto del día nos la pasamos juntos, mas juntos que pegamento sobre papel. Tori me a lanzado miradas indiscretas cada que puedo pero yo le hago señas para que sepa que luego le explicaré todo.

Ahora estoy en mi habitación, sentada sobre el diván leyendo uno de los tres libros que saque del despacho de Ryan antes de que el llegara. A decir verdad, no le estoy prestando mucha atención a las palabras impresas en las paginas. Mi mente se encuentra infundida en el recuerdo de cuando Ryan y yo hicimos el amor en el lago. “Una cita”, así lo llamo el, eso me hizo sentir muy especial, me hizo sentir que de verdad el esta mas que dispuesto a comprometerse en esta relación. Pero no puedo evitar que las dudas se instalen en mi cabeza, hay muchas cosas que aun desconozco de el, y por mas que lo ame, no se si el conocer por completo a Ryan Zeylor sea algo que me agrade.

El sonido de unos toques en la puerta me sacan de mi laberinto mental, dejo el libro sobre mi regazo e indico a la persona que esta del otro lado que puede entrar. La puerta se abre y me deja ver a Amber con una bandeja, de inmediato me levanto y camino hacia ella para ayudarla.

–Te traje la merienda, cariño. Es fruta, debes comer bien por ese bebé. –dice de forma tan amable dejando la bandeja sobre mi cama.

–Gracias, Amber. –le agradezco sentándome en la cama mientras observo lo que la bandeja contiene. Un plato hondo con frutas picadas, un vaso de leche y un vaso de yogurt de durazno.

–Bueno, me retiro. Que lo disfrutes.

Ella comienza a caminar, pero antes de que abra la puerta la detengo.

–¡Amber, espera! –exclamo haciendo que se detenga y gire para volver a caminar en mi dirección.

–¿Si? –la vergüenza se refleja en mis rojas mejillas. Pero debía aclarar mis dudas y superar mis temores.

–Tu conoces a Ryan de hace años, ¿Verdad? –pregunto a lo que ella asiente. Tomo la bandeja y la dejo en mi mesa de noche, para acto seguido indicarle que se siente junto a mi, a lo que ella obedece.

–¿Porque la pregunta? –la miro a los ojos seguido de un suspiro que sale por mis labios.

–Bueno. El y yo, hemos decidido hacer que nuestra relación funcione, por nuestro hijo. Pero... no se... tengo miedo de que las cosas no resulten como yo quiero. –digo al borde de las lágrimas, me detengo y trato de respirar ya que no quiero llorar. Ella muestra una pequeña sonrisa y toma una de mis manos.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora