Capítulo XL

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Perrie

Los párpados me pesan, las extremidades me duelen, y mi boca esta seca.

Poco a poco voy abriendo mis ojos con mucho esfuerzo, solo escucho un pitido en el ambiente, cuando logro abrir por completo los ojos y adaptar mi vista muevo la cabeza para ver en donde estoy, es una habitación de hospital.

Trato de incorporarme en la cama pero un agudo dolor en el vientre me detiene. Con el ceño fruncido levanto la sabana que cubre mi abdomen y un agudo grito sale de mi boca. Mi vientre esta plano y tengo una venda sobre mi monte de venus y a un costado de mi estómago.

–¿Que... yo... no. No. No! Donde esta?! Mi bebe... mi bebe! –la maquina que mide mi pulso comienza a hacer un fuerte ruido y a los segundos enfermeros comienzan a entrar por la puerta a mi izquierda. Yo me muevo como loca tratando de soltarme pero ellos me sujetan de las manos y piernas. Mientras mas forcejeo mas me duele el vientre.

–¡Cedenla, rápido! –me sigo sacudiendo hasta que un ligero dolor se instala en mi muslo izquierdo. Trato de no dormirme pero soy vencida y vuelvo a cerrar los ojos para caer en la inconsciencia de nuevo.

                    † † † † †

–¿Como quieres que se lo diga? –escucho a lo lejos la voz gruesa de un hombre. Pero no es una voz cualquiera, es la voz del hombre que amo.

–No lo se. Pero debes decirle, no lo puedes esconder por mucho. –y esa otra voz también me es familiar, es la voz de Riley.

–Lo se. Solo no se como hacerlo, esto va a ser difícil.

–Estamos contigo, con ustedes.

Poco a poco vuelvo a abrir los ojos, me cuesta menos en esta ocasión. Miro a mi alrededor y veo a los dos hermanos hablando a los pies de la camilla, giro mi cabeza y veo a la madre de Ryan sentada en un sofá larga color marrón tabaco que esta bajo la ventana de la habitación. Ella levanta la vista y me ve a los ojos.

–¡Perrie! –exclama y se levanta de un salto del sofá para venir hacia mi. Yo por mi parte enfoco mi vista en Ryan, el cual tiene la mirada pérdida, ya no hay brillo en sus ojos, de hecho, ya no hay nada.

–Me alegra que estés bien cariño. –dice la madre de Ryan mientras acaricia mi brazo.

–Gracias. ¿Que paso?

–Despertaste alterada. Tuvieron que dormirte.

Yo frunzo el ceño ante eso al no recordar de inmediato. Pero solo segundos después las memorias llegan a mi cabeza como un huracán y llevo mi mano a mi vientre, el cual ya no esta abultado. Levanto la mirada a Ryan y el sigue con la misma expresión neutro.

–¿Donde esta nuestro hijo? Ya nació? –pregunto mirando a las personas a mi alrededor por respuestas.

–¿Pueden dejarnos a solas por favor? –dice de repente Ryan mirándome. Su madre y su hermana salen rápidamente dándonos un poco de privacidad, ambas tenían una expresión como de nostalgia al momento de salir, lo que me parece extraño. Yo miro a Ryan sin entender que esta pasando, pero algo en mi interior me dice que nada bueno pasa.

–Ryan, ¿Que esta pasando? Donde esta mi bebe?

El se sienta en una silla al lado de la cama y baja la mirada. Nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que el levanta la mirada y me ve a los ojos con la mirada rota.

–Perrie... yo... no se como decirte esto.

–Me estas asustando Ryan. Ya dime que pasa.

El vuelve a bajar la cabeza y cubre su rostro con sus manos, y solo así, sin decir nada, ya se lo que paso. Mis ojos se llenan de lágrimas mientras mis manos viajan a mi abdomen ahora plano, con mucho dolor. Las lágrimas caen como la lluvia, los sollozos salen de mi boca inconscientemente y todo lo que hago es encogerme en la cama mientras abrazo mi estomago mientras lloro la perdida de mí pequeño.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora