Capítulo IV

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¿Se preguntaron lo mismo que yo? ¿Tiempo para que?

Pues mi querida amiga me sometió a un tratamiento de tres horas para, según ella, verme hermosa para el almuerzo con mi jefe.

No entiendo porque tanto alboroto por un almuerzo informal. Pero, ella vino conmigo para ayudarme con mi dilema, así que no fui mala y la deje hacerme lo que quisiera.

Tres horas después ya estaba vestida, maquillada y lista. Solo falta que mi querido jefe pase por mi.

–Relajate.

Dijo Marissa al ver como juego con mis manos sudadas por los nervios.

–Sigo pensando en el sueño.

–Y no te culpo.

–No me estas ayudando. ¿Como se supone que actuare frente a el con mi mente llena de... esas cosas?

–Solo no pienses en eso.

–Es fácil para ti decirlo. Tu no tienes que almorzar con tu jefe, el cual te excita inconscientemente.

–Ok. Entonces llamalo y cancela.

–No puedo hacer eso.

–Lo único que puedes hacer es ir, relajarte y hablarle como si fuera un amigo.

La puerta de mi habitación se abre y mi hermana se asoma.

–Te vez preciosa hermanita.

–Gracias. Es mi obra maestra. –dice Marissa.

–Si, ahora soy su barbie de carne y hueso.

–Muy bien, bueno, el señor Zeylor te espera abajo.

Trague duro y solté un suspiro. Ya era hora. Mi corazón late con mucha fuerza, siento como si se me fuera a salir del pecho. Actúo como si fuera la primera vez en verlo o algo así. Siempre trato de no mirar sus ojos y mantener distancia en el trabajo, ya que me pone nerviosa. Pero ahora solo estaremos el y yo, en una mesa y de seguro querrá platicar o algo. Tengo que calmarme o si no haré estupideces.

–Ya bajo.

Salgo por la puerta del apartamento y bajo por el ascensor. Mientras bajo inhalo y exhalo para calmar mis nervios, lo hago una y otra vez hasta que las puertas se abren. Me bajo y camino a la puerta principal, al salir me encuentro con mi jefe apoyado sobre un BMW i8 color plata. Ryan se ve realmente atractivo con unos jeans negros, una camisa azul oscuro con las mangas arremangadas y los primeros dos botones desabrochados, y unos zapatos negros. Tiene su típico cabello peinado hacia atrás y su barba de tres días. Simplemente perfecto.

–Te vez... hermosa. –dice mi jefe cuando me paro frente a el y siento mis mejillas calientes.

–Usted también se ve... muy... guapo... bien. –apenas lo veo y ya lo estoy arruinando. Me aclaro la garganta y sonrío fingiendo demencia.

–¿Lista? –abre la puerta del acompañante. Yo asiento y entro en el vehículo, el cierra mi puerta y le da la vuelta al auto para entrar por la del conductor. Una vez adentro, enciende el auto y comenzamos nuestro recorrido.

Cada quien esta en su mundo, las palabras no son necesarias ahora. Y siendo franca así es mejor para mi, ya que no tengo ningún tema de conversación interesante. Pero para mi mala suerte, en el restaurante no seria de esta manera, por lo cual decido aligerar un poco la tensión.

–Y... ¿Como ha estado señor Zeylor?

–Bien.

Ok, al menos respondió.

Algo Más Que Una Amante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora