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Nuestra elección en la vida siempre fue meditada desde que teníamos apenas doce años, por muy extraño que suene.

Dakota

Estábamos emocionadas el día de hoy, sobre todo Emma, se notaba en sus ojos marrones, cristalizados con unas ganas inmensas de llorar. Miraba constantemente sus manos, las entre lazaba una y otra vez.

-¡Si no os dais prisa nos tendremos que graduar el año que viene! -Gritó impaciente Kyla apoyada en el umbral de la puerta. Medio cuerpo asomaba por el pasillo desértico, y la otra mitad dentro del vestuario.

-Esta bien impaciente, además seremos de las últimas -. Le contesté.

No me podía creer que me iba a graduar al final. Llevaba años deseándolo.
Emma se graduaba en marketing. Kyla en filología inglesa. Y yo... debía complacer a mi padre para poderlo ayudar en su negocio, por lo tanto me graduaba en derecho.
Salimos las tres juntas corriendo por los pasillos. Las sotanas se alzaban al vuelo golpeadas por el aire.

-¡Esperad impacientes! Es difícil correr con tacones y siendo inexperta -. Emma se había quedado atrás retirándose los tacones altos blancos que conjugaban con el vestido negro elegante, que se escondía bajo la sotana.

Seguimos corriendo tras haberla esperado. La gente se veía alborotada en la entrada, creando un acumulo de gente en las puertas. Pero los alumnos nos permitían entrar ordenadamente en una fila algo dispersa. Nos sentamos algo alborotados en los asientos delanteros. Y los acompañantes y familiares al fondo.

-Dijo mi madre que me quedaría bien este espantoso conjunto que trajo mi hermana de París -. Kyla se estiraba el traje por encima de la sotana.

Realmente el vestido era hermoso, pero sus gustos en verdad son muy delicados, y con razón, desde siempre la han enseñado a vestir de alta costura y muy elegante. Era un traje verde esmeralda y lo conjuntaba con unos tacones blancos mostrando sus delicados dedos.
Y bueno, yo era la única que iba de una forma más normal, un vestido azúl claro, largo sin mostrar mis piernas, la parte de arriba se sostenía en mi cuello con una lazada y dejaba al descubierto mi espalda, y unos tacones plateados que me había prestado mi madre.
Fueron llegando los profesores, pasando por el pasillo que dividía los asientos. El director iba nombrando a los profesores y acompañantes en el escenario junto a él , y una vez acabaron comenzaron a dar sus enormes discursos, incluso yo me atreví a decir uno.

-Bueno... -Solté una leve risa, y me fije en el fondo, donde estaba mi padre sentado serio, pero al verme, sonrió -. En estos momentos es bueno recordar cuando pisamos por primera vez este centro, y nos encontrábamos perdidos, sin saber siquiera qué pasaría en este transcurso. Cómo no recordar las fiestas de media noche, aun teniendo examen el día siguiente, y llegar a clase con un kilo de maquillaje tapando las ojeras y mostrando nuestra mejor sonrisa... En fin, no es un día para llorar. Así que para finalizar mi aburrido discurso quiero recitar un carpe diem, del magnífico humorista Charles Chaplin, "Aprende como si fueras a vivir toda la vida y vive como si fueras a morir mañana". Gracias.

El salón se llenó de aplausos. Empezaba a notar la sangre cubrir mis mejillas ruborizándome. En un gesto nervioso me llevé el pelo hacia tras y miraba al suelo.
Me volví a sentar junto a Emma y Kyla que me abrazaron para tranquilizar mis nervios.

Empezó a dar otro discurso un chico, joven pero serio. Me fije en sus gestos, eran fríos y difíciles de manipular, su mirada iba fija hacia todos lados buscando algo. Iba muy bien trajeado. Un traje grisáceo, una camisa blanca, y una corbata muy bien atada, los zapatos eran brillantes, casi se podía reflejar en ellos, y los cordones perfectamente atados con total delicadeza.
Paseaba sus ojos por todos los asientos, sin saber cómo y menos por qué deseaba que mis ojos y los de él se topasen. Quería experimentar su mirada fría.

𝑴𝒊𝒍𝒍𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora