𝟐𝟒

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Christian

Estos últimos días me estaba costando mucho levantarme como cotidianamente hacía.
Eran las ocho de la mañana, y aun no conseguía despegarme de mis calientes sabanas.

-Un último esfuerzo Christian... -Dije mientras me removía en la almohada.

Me quedé quieto al oír que aporreaban la puerta con delicadeza.

-Christian, soy mama, ayúdame.

Miré al techo, y decidí levantarme, para saber mejor qué quería.
Al levantarme sentí cómo se me erizaba la piel, y más aun yendo en ropa interior. Me puse un pantalón y una sudadera. Salí fuera y mi madre estaba apoyada contra la pared, frente a mi puerta.

-¿Qué pasa mama?
-Tu hermana cariño... No para de llorar, y no me quiere decir nada. Y contigo es el único con el que dialoga.

Me giré, y me dirigí al cuarto de mi pequeña hermana.
Estaba sentada en su cama, apoyando su cabeza en sus manos, a la vez que se cubría.

-Ey, ey, ¿qué pasa Taylor?
-Chris... -Me senté junto a ella, y aparté sus manos, para contemplar sus hermosos ojos grises, los cuales brillaban como un bonito destello -. Mi pelo... No esta -, suelta un largo suspiro, para después soltar un llanto desolador.
-Para, para... ¿cómo que no tienes pelo? Yo ahí veo pelo, mira -. Acariciaba su pelo, al menos el que quedaba, tristemente.

Sentía un enorme nudo en la garganta, al ver cómo lloraba, por esa maldita enfermedad.
Secaba una y otra vez sus lágrimas, y la pasaba pañuelos para secarse la nariz.

-No quiero ir al colegio.
-Debes ir Tay... Si no vas, ¿cómo podrás ser doctora?
-No lo seré, tampoco llegaré, moriré antes de tiempo.
-¡No vuelvas a decir eso! Tu vivieras más que yo, y nuestros hermanos. Pasarás esta mierda de enfermedad.
-No sirve de nada... No puedo siquiera salir de casa.
-¿A si? Eso tu crees. Pero conozco a una persona con la que te vas a llevar muy bien, y te hará pasar un bien día, ¿quieres?
-¿Bellamy? Él esta con su novia... Me gusta verlo bien, pero apenas lo he visto.
-No mientas hermana, estoy aquí siempre, todos los días secandote hasta la mocos -. Apareció Bellamy con la ropa de deporte, bajo el umbral.

Ella se río y desapareció por un segundo su tristeza.
Bellamy se sentó junto a mí y ella, para hablar.

-¿Entonces quieres conocer a una persona?
-Esta bien Chris, pero me debes sorprender.
-Lo prometo -. Levanté mi mano izquierda prometiéndolo.
-Es la derecha inteligente -. Dice burlón Bellamy.
-Lo sabía -. Coloqué mi mano junto a la boca para cubrirme -, solo estaba dejando a prueba a tú hermanito. Creo que ya despertó.
-Te esta oyendo... -Me dice Taylor susurrando.
-Lo oigo todo conspiradores, aun sigo aquí.
-¡Tonto! -Corrí hacia la puerta riéndome con ella -. Tay, te vas a poner el vestido más bonito que tengas, porque hoy cenamos tú y yo fuera.

Agitó la cabeza afirmando, y con delicadeza me fui viendo, mientras veía cómo Bellamy hablaba con ella, jugando a la vez.

Fui de nuevo a mi dormitorio, para asearme, en el cuarto de baño.
Cubrí todo mi cuerpo con espuma de jabón, a olor de lavanda.
Al salir me cubrí con una toalla, atándola a mi cintura.
Me lavé los dientes, y tras acabar, fui de nuevo a mi dormitorio para coger mi móvil, y llamar a Dakota.
Esperaba exhausto su respuesta tras el móvil, pero no respondía, así que opté por volverla a llamar.

«Vamos Dakota, haz el favor de mover tu bonito culo, y coge el maldito teléfono...»

-¡Mierda tiene el teléfono de adorno!

Me terminé de secar, y me fui hasta el vestidor para vestirme. Me puse un pantalón negro, el cual me até con un cinturón, y un jersey gris. Puse mis botines marrones, y tras peinarme con mi propia mano, me fui, cogiendo mi monedero y las llaves de mi coche.
Fui una vez más al cuarto de Taylor para asegurarme de que estuviese tranquila.

𝑴𝒊𝒍𝒍𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora