𝟑𝟖

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Marco

Me acompañaba Madison a mi casa. Se la veía tímida como si nunca antes hubiese ido a mi casa. Parecía temple a todo lo que había a su alrededor, incluso miraba el más mínimo detalle del ascensor.

-¿Dónde será la reunión?
-En la casa de mis padres. Es una pequeña fiesta para recaudar dinero a una asociación contra el cancer.
-Habrá que ir muy elegante.
-Si -. Recogía su abrigo para colgarlo en el perchero.
-Yo no tengo nada elegante...
-Tranquila. Ya me he encargado de todo eso.
-Tendré que ir a una peluquería.
-Y también de eso.

Me miró confundida. Se acercó a la mesa donde había un folleto de la asociación.

-Marco, quería comentarte algo.
-Claro dime -. Nos sentamos juntos en el sofá frente al fuego de la chimenea.
-A ver... -Jugaba con el folleto en sus manos. -Desde hace unos días te noto extraño. Es decir, constantemente estas preguntándome cómo estoy, me vienes a buscar, no me dejas ir sola a ningún sitio, no sé... me siento un poco agobiada.
-Pensé que no te estarías sintiendo agobiada, discúlpame. Es que en la boda me fijé que había demasiada seguridad, y todos armados, también había oído por Bellamy lo de un accidente de Christian. Pero lo que más miedo me dio, fue cuando me contaron lo de Kyla, el secuestro siendo las mismas personas que lo de Christian.
-Te agradezco tu preocupación, pero eso son cosas de ellos, yo no tengo nada que ver en ello.
-Ya, pero nunca se sabe. Escucha, si te resulta demasiado irrelevante la protección que ejerzo en ti, procuraré no continuar.
-Gracias. Por un momento pensé que serias un posesivo de esos, que están todo el día vigilando qué hago y con quién estoy por celos.
-No, me encanta tu libertad, eres única, y yo no soy quién para privarte de hacer algo con lo que disfrutas.
-Perdón.
-No me pidas perdón -. La agarré del mentón levantando levemente su cabeza para verla con esos bonitos ojos brillantes -. Soy yo el que debería pedirte perdón, por haberte sobre protegido sin tu consentimiento.
-No pasa nada -. Se acercó para besarme.

El beso me inundó en ella, pero lamentablemente duró poco, ya que llamaron a la puerta.
Me acerqué para comprobar quién era, resultando ser el peluquero.

-Hola, pase.
-Hola, gracias -. Entró con un enorme maletín hasta el salón.
-Acompáñeme, le llevaré para que la pueda peinar.

Ella iba junto a mi, mientras les dirigía al cuarto de baño, donde allí dispondrían de espacio perfecto para peinarla.
Una vez les dejé en el cuarto de baño, fui a mi cuarto, ya que el teléfono comenzó a sonar.

-¿Dígame? -Respondí.
-Hijo, tú madre insiste en que vengas antes del comienzo de la fiesta.
-No papá, son las siete, no llegaríamos a tiempo.
-¿Llegaríamos? ¿Quién te acompaña?
-Papa, no hagas tantas preguntas. Luego nos vemos. Por cierto, ¿recibiste los nuevos planos?
-Si, mañana vendrás conmigo a comprobar el comienzo de planificación.
-Perfecto.

Colgué y me fui al cuarto de baño de mi cuarto, para ducharme y estar listo antes de que acabasen.
Al acabar, fui al vestidor, pero allí estaba ella observando vestidos que colgaban en pecheros por toda la pared. El pelo estaba precioso, recogido en una trenza donde salían varios pelos cubriendo un poco su bello rostro.

-Ponte el azul.
-Vale.

Veía asombrada los vestidos, así que tras coger mi traje la dejé que siguiera contemplando todo.
Mi traje estaba recién planchado por la ama de llaves. Me vestí completando el traje con una pajarita, me puse los gemelos plateados y el reloj, para regresar junto a ella.

-¿Estás lista? - Se miraba al espejo mientras pintaba sus labios de un tono rojo claro.
-Si un momento, me faltan los tacones.

Se puso erguida frente a mi, y lucía espectacular en ese vestido azul, que ajustaba a la perfección a su esbelto cuerpo. Se acercó a los tacones para ponérselos, pero me adelanté.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2020 ⏰

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