𝟏𝟕

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Emma

Sentía en mi nuca una respiración intensa, y cálida. Moví mi brazo tapando la cara, y así cubrirme del sol que asomaba con sus potentes rayos tras las cortinas blancas.
Estiré la punta de mis dedos, intentando estirarme, y conseguir despertarme. Pero Tyler me hizo parar de un susto, al tocar mi cadera con la punta de sus dedos haciéndome estremecer. Giré de cara a él para poderle ver mejor.

-Buenos días... - Impregnó un dulce beso en mi mejilla.

Le sonreí, y él me correspondió con lo mismo. Moví mi pierna izquierda, posando el pie en el suelo para desplazarme hasta el cuarto de baño. Removí mi pelo a cada paso que daba.

Al entrar al cuarto de baño, me vi reflejada en el espejo, y me sentía un algo raro... Vi mi delgadez, la cual era mayor que antes, un rostro manchado por manchas negras, en la cuenca del ojo por el delineado. Me acerqué al lavabo, una vez cerré la puerta con el pie, tras mío. Abrí el grifo y comencé a pasar mis manos limpiándome toda la cara, añadí jabón a mis manos, y terminé por aclarar.

Entré a la ducha, coloqué el sensor en agua caliente. Me introduje bajo el largo chorro que caía desde el techo cayendo como lluvia en invierno. Me lave bien, al igual que aclarar, y salí cubriéndome con la toalla suave negra que había junto a la mampara.
Tyler comenzó a llamarme tras la puerta.

-Un momento, ya salgo.

Cogí un cepillo de dientes, y comencé a frotar contra ellos, para limpiarme los dientes.
Salí y lo vi como si fuese un niño esperando ansioso tras la puerta.

-¿Se le ofrece algo señor MIller?
-A ti.
-Lo lamento, hoy comienzo a trabajara. Y sería irresponsable por mi parte el llegar tarde mi primer día de trabajo.
-¿Dónde vas a trabajar?
-¿Le importa? 
-Si, debería saber dónde.
-Que pena, deberá averiguarlo por si mismo.

Me hice a un lado para dejarle pasar, y seguidamente pasé junto a él. Había entrado al baño, para asearse.
Cogí mis cosas, y me vestí con uno de sus chandals. Un polo de tenis, y un pantalón negro de adidas.
Bajé con mis cosas en la mano, por el ascensor, como si huyera de algo, cuando realmente no era así. Mientras esperaba a que terminase de bajar, me puse mis tacones, pareciendo una autentica loca vestida.

Salí a buscar mi coche, pero al salir fuera, recordé que no lo había traído, así que comencé a caminar dirección a mi apartamento, aunque quedase casi en la otra punta, pero cogería el autobús, el cual me dejaría cerca.
Un coche iba junto a mí, parando a cada momento. Me detuve cuando volvió a parar, había bajado la ventanilla, y era Robert, el chofer de Tyler.

-Señorita, suba. Su apartamento queda lejos, y si quiere llegar a tiempo debería subir.
-Gracias Robert...

Subí, pero era sobre todo por el calor que hacía en la calle, pareciéndose aquello el autentico desierto en medio de San Francisco. Subí en la parte trasera, me até, mientras volvía a encender el coche.

-El señor Miller, la manda un recado. En el descanso de comer, quiere citarse con usted en el bar que se encuentra a la esquina de donde trabaja.
-Ya lo descubrió... Dígale que esta bien. Y que se meta en sus asuntos, y deje de entrometerse en mi vida.
-Desde luego señorita -. Dijo entre risas.

Era un hombre de unos cuarenta, cincuenta años, con el pelo rubio, y algunas canas, las cuales no escondía. Iba bien trajeado, con corbata incluida.
Me había dejado en la puerta de mi casa.

-La espero aquí señorita.
-No, se lo agradezco Robert, pero prefiero acudir en mi propio coche.
-Esta bien señorita. Cualquier cosa que se la ofrezca no dude en pedirlo.
-Gracias.

𝑴𝒊𝒍𝒍𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora