𝟑𝟐

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Dakota

-¿Christian?

Me había levantado, y no le había visto en la cama, ni en el baño, ni en la cocina.
Subí hasta el último piso, en su gimnasio.
Debíamos darnos prisa, ya que íbamos a ir a desayunar con su madre y hermana, que habían llegado el miércoles a San Francisco.
Se le escuchaba gruñir y gemir haciendo esfuerzos al hacer ejercicio. Me asomé en el umbral apoyándome en el marco, viéndole.
Tenía la música muy alta así que cogí el mando y le bajé el volumen.

-Hola.
-Hola. Me gusta cómo te quedan mis camisas -. Se acercó a mí, agarrando mi cintura por debajo de la camisa.
-Sabes que debemos darnos prisa, hoy tenemos el día completo. Tenemos que desayunar con tu madre y hermanos, después cenar con mi familia.
-Lo sé... Malditas reuniones familiares. ¿Y si nos saltamos todas las reuniones en familia, y nos vamos a pasar la noche buena fuera?
-¿Dónde? -Le besé.
-No sé... Lejos.
-Me gusta la idea. ¿Qué ves? -Miré a la televisión que estaba colgada en la pared.
-La bolsa.
-Oh claro, antes me interesaba mucho todo eso. Pero me dejó de interesar cuando mi padre ganó mucho dinero en ella.
-¿No debería ser lo contrario?
-Si, bueno... Pero lo veía porque no tenía otra cosa que hacer, más que estudiar.
-Yo igual, pero en el extranjero.
-Pero tu tenías dinero.
-¿Y quién no? -Ríe.

Me senté en donde hacía pesas.

-Si, pero no como ahora.

Se acercó a mí arrodillándose frente a mi, agarrándome de los hombros.
Me besó la mejilla y me miró los ojos.

-Mientras estés conmigo no te faltará de nada.
-¿Qué quieres decir? -Me crucé de brazos negándome -. ¿Acaso no me ves capaz de valerme por mi misma?
-Si lo creo, pero solo quiero que lo sepas.
-Lo sé, pero me gusta trabajar y conseguir las cosas por mi misma.

Se levantó y se fue a coger una toalla y secar su sudor.
Yo me levanté y me fui a bañar, para salir en poco tiempo.

Al meterme al baño recordé algo que dijo mientras dormía, me había resultado gracioso, y a la vez imposible.
Todo había ocurrido tras habernos acostado en la cama, y haber disfrutado uno del otro, pero una vez nos dormimos, me desperté para tomar mi pastilla, y recibir una llamada de mi padre, y al volver a la cama Christian sudaba y respiraba agitado, así que lo abracé y lo intenté tranquilizar, aunque aun sigo sin saber qué fue lo que soñó. Se abalanzó sobre mi, y tras abrazarme y besarme durante un largo rato, me dijo unas palabras que no supe como responder, aunque acepté.
Me preguntó: -¿Quiéres casarte conmigo? -Y tras decirlo se pudo apreciar un silencio, durante minutos, y estoy segura que cuando le dije: que si -, ya estaría dormido, así que lo dejé estar.
Me resultaba un tema importante, y con seriedad, pero fue algo extraño.

Me duchaba relajada aprovechando el tiempo que tenía. Salí cubriéndome con un albornoz, y dirigiéndome al vestidor.

-Te espero a bajo -. Le dije, y él afirmo agitando la cabeza dirigiéndose al cuarto de baño.

Me embadurne de crema, y me vestí rápidamente, con varias capas y así cubrir el frío de fuera.
Al acabar fui hasta a bajo y comencé a mirar fotos, que jamás me había percatado de que hubiese.
Habían fotos de él cuando era pequeño, también junto a sus hermanos, y a su padre, un señor serio con bigote el cual me recordaba graciosamente a él.

Mi bolso comenzó a vibrar, así que lo abrí y vi la llamada de mi hermano. Me resultó muy extraño, ya que jamás me llama.

-¿Matt?
-El mismo.
-¿Qué pasa?
-Te voy a pedir un favor, como hermana y tía de mis hijos.
-¿Qué ocurre ahora?
-¿Te importaría comprar los regalos? Es que no hemos tenido tiempo ni Camila, ni yo.
-Es mentira, lo que pasa que tu hermano es un vago -. Gritaba Camila por detrás.
-Esta bien -. Reí -. Lo haré, pero os lo entregaré en la cena, hoy tenemos un día muy ajetreado.
-Justo a tiempo, así me gusta hermanita. Eras más pequeña que yo, pero también más eficiente.
-Gracias, gracias, lo sé.

𝑴𝒊𝒍𝒍𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora