🌷Capítulo 12

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Bajo la cabeza para poder quejarme un segundo por lo mal que acomodé el micrófono en el maldito sostén. Cuando vuelvo a recomponerme, veo como se quita la gabardina que lleva puesta y me la entrega.

-Póntela.- me ordena

La acepto y me la pongo sin dudarlo. Ya he jugado demasiado con su paciencia, no quiero arriesgarme. Por dentro es cálida y huele a su perfume.

-Vamos, te llevaré a casa.- me abre la puerta.

-¿A mi casa?- le pregunto, confundida.

-A la mía.- susurra con la voz más impregnada de ambición que antes.








Jacob.

Podía recordar la primera vez que sentí ésta sensación desagradable que experimento ahora. En mí primer día de trabajo, tuve que sacar a dos niños del fondo de un depósito de retazos, todo porque el padrastro no quería lidiar con ellos. El dolor de garganta me duró por semanas y jamás me atreví a exponer nada al respecto. Justo cómo ahora. Era incapaz de aceptar en voz alta que todo esto me consumía por dentro porque ella me importaba. Deseaba correr adentro y ofrecerle cada centavo que guardaba para el retiro, con tal que saliera de ahí. Pero no podía hacerlo, no ahora. Eso me hacia enloquecer. La fachada del lugar se burlaba de mí con desdén. ¿En qué momento permití que Betthany llegara hasta aquí?

-El pez mordió el anzuelo.- habla Toni con cierto matiz de orgullo.

Por la puerta principal, apareció Betthany, pero no estaba sola. Odiaba no ser lo suficientemente fuerte como para escuchar lo que pasaba.

-Hay que seguirlos...

-Eso no es parte del plan Jacob.- me interrumpe.- Nosotros debemos volver a la oficina, Mia sigue llevando el micrófono, todo estará bien.

-Se llama Betthany.- lo corrijo.

-Ella ahora es Mia, guarda a Betthany para ti.- contraataca antes de encender el auto y acelerar, alejándonos de ese lugar.





Betthany.

-¿¡Ésta es tu casa!?- pregunto asombrada.

-Así es.

-Dios, es un millón de veces más grande que mi casa.- observo por la ventana.

Es la casa más hermosa que haya visto en la vida. A mi madre le encantaría. Me remuevo en el asiento al recordar a mi madre, no debo pensar en ella ahora. La construcción es muy diferente a las que conozco, es como sí fueran dos inmensos bloques de espejo, cruzados imperceptiblemente. No había mucho jardín, eso sí le hacia falta.

-Vamos.- se baja del auto y yo lo imito.

Los hombres de traje aparecen por todos lados, rodeándonos. Uno de ellos comienza a conversar con Alessandro, pero con un acento español que no llego a entender. Me mantengo lo más cerca posible, para que el micrófono pueda captar todo. Uno de sus guardias me detiene en la entrada y me pide que extienda los brazos para que pueda revisarme. ¡Maldita sea!

-No es necesario.- lo detiene Alessandro y le hace una señal para que me deje seguir.

Contengo la respiración por un momento, me voy a desmayar sí continuo de ésta manera. Siempre lo hago cuando estoy muy presionada. Lo sigo dentro de la casa y echo un vistazo a mi alrededor, completamente asombrada de lo hermoso que es todo por dentro. Me dan un poco de nauseas cuando observo fijamente las largas lámparas que cuelgan desde el techado hasta a la mitad del salón.

-Debes tener mucho dinero.- comento.

-Las bienes raíces son buen negocio.- le quita importancia.- ¿Tú a que te dedicas, Mia?

-¿Por qué me llamas así?- pregunto sin dudar.

-Lo dijo el presentador.- me mira extrañado.- ¿O te llamas de otra manera?

-¡No! Digo, mi nombre si es Mía. A veces soy algo... distraída.- finjo que me causa gracia.- Soy estudiante. Ciencias sociales.

Camino detrás de él.

-Buena elección, aunque debes ser de las mejores para poder obtener un empleo relevante.

Me guía hasta la cocina y lo veo mientras se acerca a una barra y saca dos copas.

-Yo te percibía más de pediatra.- descorcha una botella y sirve el vino en las refinadas copas de cristal.

-¿Por qué?- pregunto interesada.

-Porque te ves cómo un ángel; rubia, ojos azules, piel blanca, y rostro literalmente perfecto. El prospecto de persona a la cuál le cedería la vida de mi hijo, sí tuviera uno.- me da una de las copas.

Me sorprendo incómodamente por la observación. Brinda por la belleza femenina e ingiero todo el vino de un solo trago. Sé que va a pasar y no quiero estar en mis cinco sentidos cuando esto ocurra.

-¿Sed?- pregunta divertido.

-Mucha.- elevo una ceja y extiendo la copa hacia él para que me sirva más.

-Lastima, porque quiero que estés sobria.- me quita la copa de las manos y la deja en la barra junto con la suya.

Me alejo a medida que él se acerca. Podría estarlo confundiendo con coqueteo, pero es mejor que la realidad. Quiero salir huyendo. Comienzo a caminar hacia el pasillo principal, dejandolo atrás. Ellos me insinuaron que esto tendría que pasar y yo me había mentalizado para eso, a pesar de no estár emocionada con la idea. Estaba apunto de hiperventilar, porque el plan se estaba revolviendo en mi cabeza.

-El último, a la derecha.- me habla.

Llego hasta la puerta que me ha ordenado y la abro. Entro a la habitación y escucho cuando la cierra. Juro por Dios que el sonido del seguro, fue una tortura.

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora