🌷Capítulo 22

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Abro los ojos de golpe, miro a mí alrededor y después de un rato, me levanto mansamente. No tengo idea de la hora que es, pero puedo notar por entre las ventanas que no ha salido el sol. No hay ninguna sombra de Alessandro, así que decido salir a buscarlo. Me pongo una de las batas limpias y las pantuflas. Salgo de la habitación, buscando el pasillo correcto que me lleve al salón principal.

-¿Y qué se supone que debo hacer?

Me quedo parada al escuchar la voz irritada de Melanie.

-No lo sé. Siquiera deberías de tener la sutileza de ayudarme a pensar en algo.- me acerco más a la puerta cuando escucho la voz de Alessandro.

-Mi idea era pagarle el dinero que le robé y ya.- contesta Melanie

-Melanie, no seas infantil. Ralph no va a parar hasta matarte. Él no perdona y tú ya sabías eso.

-¡¡Mierda, que estoy asustada!!- grita desesperada

-Baja la voz o despertarás a Mia y a todos los trabajadores.

La curiosidad me pone más que mi sentido común y no me alejo, nisiquiera cuando escucho mi nombre.

-¿Qué tiene qué me escuche? Sí ya sabe casi todo. Eres un irresponsable por eso.- le recrimina

-Eso ya lo sé, pero no quiero que sepa todo con precisión. Mia es inofensiva, así que tranquila.

-Llevala a su casa, sí no quieres que escuche y se entere quién eres.- se mofa

-Vete a la mierda Melanie. Y cuando veas a Ralph, le indicas que no quiero que me joda con tu cuerpo estrangulado.- explota molesto.

Salgo corriendo lejos de la puerta cuando lo escucho acercarse. Llego agitada hasta la cocina y me recargo en la pared, tratando de respirar pausadamente. Alessandro estalló contra Melanie y estoy segura que no estará del mejor humor.

-¿Qué haces despierta?

-¡Oh, demonios!- me desplomo al suelo, por el sobresalto

-Torpe... muy torpe.- niega con la cabeza.

-Me asustaste, Calvin.- lo miro enfadada.

-Oh, claro que no. Yo estaba aquí, tomando mi té de canela con galletitas cuando tú llegaste, corriendo como sí el leviatán viniera detrás de ti.- se escuda.

-¿Qué leviatán?

Me tenso al escuchar la voz detrás de mí. De un movimiento, me pongo de pie.

-¿No deberías estár durmiendo?- me mira con desaprobación.

-Es que dormí demasiado y ya no tengo sueño.- le explico.

Su semblante externa el mal humor más intenso que le he visto.

-Deja a la chica en paz.- me protege Calvin.

-Vamos.- me sujeta de la mano.

-Adiós.- me despido del anciano.

Caminamos de vuelta a la habitación y una vez ahí, Alessandro ataca mis labios con furor, tomándome por sorpresa. Intento seguirle el beso, pero no soy capaz. Se deshace de mi bata, sin cuidado alguno.

-Alessandro.- jadeo asustada.

La intensidad de cada movimiento suyo, me hace entrar en un modo exánime. Por más que intento seguirlo, no es posible. Me trata como sí no le importara mi bienestar, pero yo estaba preparada para esto. Sólo relajo mi cuerpo para facilitarle todo, pero no hago nada más. Ni siquiera intento que nuestros cuerpos estén al compas. Su mirada frívola me asusta al punto de tener que refugiarme en mi lugar seguro. Imaginarme a Jacob en lugar de Mantwayer hace todo más grato. Jacob hace todo mejor.

-¡Mierda!- resopla cuando termina.

Quita su peso de encima y yo aprovecho para sentarme, recargando mi espalda a la cabecera. Alessandro tira el condón y después se acuesta, colocando su cabeza en mis piernas. No lo quiero mirar.

-En la mañana quiero llevarte a un sitio.- me habla adormilado.

Me quito el cabello que se ha pegado en mi cuello y deseo poder darme un baño. Me atrevo a darle un vistazo al hombre sobre mis piernas. Sus ojos están cerrados y su repiración se va apaciguando hasta ser sutil.
Su rostro se relaja y hace que se vea más joven.

-¿Cuánto tiempo más debo esperar para verte en prisión?






-Mia...

Abro los ojos perezosamente y encaro a Alessandro. Ya está bañado, cambiado y luce menos molesto que anoche.

-Vamos, te llevaré a un lugar y debemos ír ahora.- habla de nuevo.

-Bien.- me limito a contestar y me dirijo al baño.

-No de duches, lo harás cuando volvamos.- me ordena.

Confirmo con un movimiento leve de cabeza, sin poder ocultar el mal humor que tengo. Imito su ropa y me pongo unos pantalones deportivos y una blusa sencilla, con unos converse. Salimos juntos de la habitación, pero sin decir nada. Vamos hasta la entrada, donde algunos hombres acomodan muchísimas cajas de cartón en las tres camionetas disponibles.

-¿Va todo?- pregunta Alessandro, mirando una lista que lleva anotada en una hoja color rosa.

-Claro, señor.- contestan

-Pues vamos.- guarda la nota y me lleva a una de las camionetas

Me abrocho el cinturón de seguridad y Alessandro hace lo mismo a mi lado.

-¿Dónde iremos?- le pregunto curiosa.

-Es uno de mis lugares preferidos en el mundo.- sonríe de pronto.

Salimos de la casa y las dos camionetas nos siguen. Miro por el retrovisor las cajas que inundan los asientos traseros, pero no consigo averiguar de qué se trata. Solo espero que no se trate de una emboscada o algo así. ¿Y sí él ya sabe todo y me lleva a un lugar lejos para asesinarme? No, no. Todo el camino vamos en una terrible afonía, que me pone más nerviosa que nunca. Miro por la ventana, y el darme cuenta de lo mucho que nos estamos alejando del centro me pone en una mala situación. Llegamos hasta una hacienda después de media hora de camino. Las rejas de la casa se abren, dejándonos pasar. Mis ojos se abren por la sorpresa al leer el gran letrero de la entrada.
Juro que jamás me hubiera imaginado nada de eso.

No puedo creerlo.

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora