🌷Capítulo 25

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-¿¡Una maldita serpiente!? ¿Puedes explicarme que hacía una serpiente en el cuarto de las niñas?

Sujeto con más fuerza la mano a Alessandro para que baje la voz. Sus gritos me están poniendo nerviosa hasta a mí. Y apesar de que estamos en el jardín, los niños podrián escuchar.

-No lo sé. Cuando la encontramos...

-¡¡Te pago para que cuides, grandísimo imbécil!!- vocifera.

Nuestras manos se sueltan cuando empuja al vigilante. Dos de sus hombres deben detenerlo antes de que logre golpearlo. Está fuera de sí.

-También es culpa de las ancianas. Ellas debieron escuchar a la niña gritar.- se defiende.

-Debes estár bromeando.- murmuro.- Yo misma escuché cuando le prometiste a Bruce que ya no había de qué preocuparse sobre las habitaciones después del incidente con el alacrán, porque tú ya te habías encargado de la revisión de cada una de ellas. ¡Diste tu palabra!- lo señalo frenética.

-No recuerdo eso.- miente.

Doy un paso hacía él, pero Alessandro me sostiene de la cintura y me aleja, llevándome dentro. Seco mis lágrimas con rabia. Estoy demasiado enfadada, con el vigilante, con las mujeres por no darse cuenta, conmigo, con Alessandro, incluso con la misma Frida por no gritar por ayuda. Estoy furiosa con todos, a pesar de que sé, no fue su culpa. Me suelto del agarre de Alessandro y entro a la sala.

-¿Dónde están los niños?- pregunta Alessandro.

-En el cuarto de juegos con Bruce.- contesta Alice, limpiándose las mejillas.

Ver a la anciana de esa manera, me saca otras lágrimas.

-Cuentame todo.- le pide Alessandro.

Hilary le da un sorbo a su Té y nos hace una seña para que nos sentemos frente a ella.

-Acostamos a los niños para que se durmieran, todo con normalidad. Frida y Fernanda fueron a las primeras que arropamos, porque son las más pequeñas. Cuando términamos con todos, bajamos a tomar un té y en medio de nuestra charla, Fernanda apareció diciendo que Frida se estaba quejando de dolor. Llamamos a la ambulancia, pero cuando llegaron era demasiado tarde y no lograron salvarla.- se lamenta llorando.- Los chicos intentaron ayudarla, pero no nos dimos cuenta de que se trataba de una mordedura hasta que Thabata le quitó la pijama. La herida estaba en su costado derecho.

Imagino el pequeño cuerpo de Frida y me estremezco por completo. Ya no logramos verla, pero tampoco es que me profesara capaz de hacerlo. Hilary se cobija en Alice y ella la recibe con la misma desolación.

-Mañana la velaremos. Ya me estoy encargando de todo. ¿Fernanda ya lo sabe?- le pregunta Alessandro a Alice.

-Oh, no.- niega

-Tú deberías decírselo.- me habla.

Niego enseguida. Es algo que no creo poder hacerlo. No creo que sea lo mismo que explicarle a Greg que mamá no puede ser como las madres de sus compañeros.

-Creo que alguien como tú, puede dar ese tipo de noticias.- su mirada apunta algo más
Sé que la disputa que tuvimos sigue flotando entre nosotros.

Respiro profundo y asiento, no muy segura. Alice me lleva a la habitación de juegos, donde se encuentran todos los niños. Me sorprendo al ver como Bruce ha llenado todo de veladoras pequeñas y a puesto a los niños arrodillados, mientras rezan con ella. Es algo adorable. Camino hasta la pequeña y la llamo. Levanta la mirada y me sonríe.

-Ven, acompañame.- le pido

Se levanta sin hacer ruido y me toma de la mano. Me quedo paralizada cuando veo a Mantwayer entrar a la habitación. No se molesta en mirarme, pero yo lo sigo entre el camino de veladoras hasta que se postra al lado del Bruce, uniéndose a ella. Mi corazón se acelera y salgo antes de que me ponga a llorar. Caminamos al patio tomadas de la mano, nos sentamos en una de las bancas en forma de tronos que adornan el jardín y respiro un par de veces para llenarme de valor. El cielo apenas comianza a teñirse de naranja, avisando que el sol está a unas horas de salir. El frio es soportable, pero el cansancio y la situación lo hacen peor de lo que es.

-¿Por qué Hilary nos puso a rezar?- me pregunta, mirando al cielo.

-Fernanda...

-No quiero mentiras, no me gustan.- me mira suplicante.- ¿Dónde está Frida? ¿Por qué ella no está con nosotros en la sala?

-Porque ella se enfermó.- susurro

-Ah. ¿Y la llevaron al doctor? Porque a mí me dijo que le punzaba mucho su estómago.- parece perdida.

Me limpio una lágrima que baja por mi mejilla.

-Hay personas que se enferman, pero de una situación muy grave y que no tiene cura. No duelen ni nada, o no en realidad.- acaricio su cabello.-  Frida le pasó algo así y ya no vamos a verla.

Fernanda me mira sorprendida y chilla contenta.

-¿¡La han adoptado!? ¿¡Tendrá una familia!? Yo le dije que alguien la querría, no importa que no nos lleven juntas.

Mi corazón se vuelve a romper al ver su carita llena de ilusión. Asocio la situación con la idea de tener que hablar un día de algo así con Greg, y eso declina todo.

-No. Es que Frida…- no sé como explicarlo.

-Frida...- imita mi voz con diversión.

-¿Ves el cielo?- le pregunto señalándolo.- ¿Cuál es la estrella qué brilla más para tí?

Fernanda observa tendidamente todo el cielo y después de un rato responde.

-Esa de ahí.- señala una.

-Bueno... pues esa estrella es Frida.- susurro
Fernanda frunce el ceño y sus ojos se llenan de lágrimas al entenderlo.

-¿Frida no va a volver por qué está en el cielo?- su labio comienza a temblar.

-Así es, ahora ella está cuidándote desde ahí.- le sonrío débilmente.

Fernanda vuelve a mirar al cielo mientras deja caer unas cuantas lágrimas, pero casi enseguida suelta una risita.

-¿Qué pasa?- le pregunto confundida.

-Es que ya se por qué se fue Frida.- señala su estrella.

-¿Ah, sí?

-Para no soportar a Tamara.- hace un gesto mordaz.

¿Tamara?... ¿O Thabata?

-¿Tamara?- pruebo

-Si, la cocinera.- confirma

Thabata...

-¿Por qué piensas eso?- le doy un vistazo a la casa

-Porque mi hermana y yo le caemos mal. Dice que le recordamos a sus hermanos y que nos aborrece.- me cuenta.

Una teoría llega a mi cabeza de pronto, pero no quiero darle mucha cuerda. Porque de ser así, no podría detenerme.

-Hay que volver dentro.- le hablo

-No, aún no. Quiero seguír viendo a mi hermana.- me pide.

Le doy un suave beso en la frente y le hago una seña a uno de los hombres que nos miran de cerca para que la cuide.

Yo debo arreglar unos asuntos.

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora