🌷Capítulo 33

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Cuando reconozco la casa donde nos quedamos, me siento más relajada. Han sido días muy agotadores y no creo poder soportar una caminata más. Había tantos sitios por conocer que no sabíamos por donde comenzar. Pero lo conseguimos. De todos los lugares que transitamos, Chaouen, Ifrane, Rabat y Saidia habían sido mis favoritos. Todos tenían su encanto, ninguno se parecía en nada a lo que yo conocía. La comida era muy diferente y siendo sincera, me costó un poco acostumbrarme a ella. Pero las noches en Marruecos, eran las más extraordinarias. Alessandro me compró unos caftan marroquíes, con bordados de oro, que me hacían sentír preciosa y a gusto. En general, todo había sido un sueño.

-No me queda energía para nada.- me dejo caer sobre la cama.

Alessandro se deja caer a mi lado y suelta un suspiro.

-¿Te gustó todo…?

-Me encantó.- lo interrumpo

Si sonrísa me deja en claro que se siente de la misma manera. Descansamos unos momentos en silencio, hasta que vuelve a hablar.

-No me has vuelto a pedír hablar con tu familia.- masculla

No aparto la vista del techo. Mi corazón se acelera muy rápido, pero no me dejo titubear al mentir.

-No tenemos una buena relación. De hecho es casi nula, hasta el punto de no buscarnos.- le doy una mirada y me hago pequeña al ver la empatía en sus ojos. Soy una pésima persona.- Al principio intenté llamarles para avisar que su cheque no les llegaría en unos días, pero ya lo he dejado pasar.

-Te entiendo completamente. Calvin y Melanie eran lo único que tenía,  pero no me sentía tan unido a una familia hasta el día de nuestra boda.- me sujeta de la mano y se la lleva a los labios.- En verdad me siento más completo.

Yo no podía decir lo mismo.

Las mentiras ya estaban ahogándome. Cada vez que Alessandro decía ese tipo de cosas, abriendo su corazón ante mí y haciéndome parte de su plena confianza, sentía que la garganta me escaldaba. La policía ya no se merecía mi ayuda en lo más minimo. Me habían dejado sola por un largo tiempo, y yo me tuve que armar de valor para seguir con vida. Conocí al verdadero Mantwayer, a la verdadera Melanie y su historia. No sería capaz de hablar sobre ellos con ninguna persona que pudiera dañarlos.

¿Era estúpido pensar de esa manera?

-Te quiero.- susurra.

Las emociones agonizantes que se producían en mi interior, salieron a flote después de escucharlo. Alessandro podrá merecer ír a prisión, pero no que se escarnezcan de él como yo lo había hecho desde el primer momento. Porque jamás conocí a alguien con tanto corazón.
Me inclino sobre él para poder besarlo. Demostrando mi agradecimiento por todo lo que ha dado por mí. Cuando siento el calor de nuestros cuerpos al unirse, su respiración en mi oído y la intensidad de sus besos. Todo eso junto, en un mismo instante. Sé que en mí otra vida, Alessandro sería todo lo que querría hasta el fin de los tiempos.







 
Jacob.

La oscuridad de la noche me recibe con displicencia. Esta es una oportunidad única, y quizás la última. Costó demasiado que aceptarán presentarse aquí, pero era una excepción, por lo que debíamos explotar la oportunidad u olvidar todo. Yo no iba a rendirme, así que buscaré por toda España hasta encontrar a Betthany. Le hice una promesa y no planeaba defraudarla.

-No venimos de excursión.- refunfuña Gissel, pasando a mi lado y empujándome con su maleta.

La observo entrar al Motel y maldigo internamente a Hall por haberla puesto como mi compañera. Aferro mis maletas y camino detrás de ella. Pide la habitación mientras yo busco el ascensor con la mirada.

-Es un Motel, Jacob.- se burla, rodeándome y dirigiéndose a la escalera.

Gruño molesto y aprieto el agarre de mis maletas. La sigo una vez más, hasta llegar al segundo piso.

-Espera.- la detengo.- ¿Sólo una habitación?

Gissel pone los ojos en blanco y me mira como si fuera estúpido. ¡Maldita sea, déjalo ír!

-Venimos a trabajar Henderson, no ha dormir.

Ignoro su tono mordaz y me centro en el significado de sus palabras. Ella no está jugando, tiene la misma meta que yo. Volver a casa con Betthany, sana y salva. Sacamos de las maletas todas nuestras cosas y las acomodamos sobre la cama. Nosotros sólo debemos esperar la llamada de Paul para saber a donde dirigirnos.

-El paseo por el centro lo hará Sean con Vayart.- me informa, sacando sus armas y revisándolas.

-Paul y Toni iban a intentar acercarse a un refugio que está a las afueras de la ciudad.- enciendo mi Laptop.

-¿Crees que ese refugio sea algo bueno o sólo es una fachada?

-Lo sabremos cuando entremos.- le doy una mirada de soslayo.

Mi celular comienza a sonar y no dudo en contestar. Gissel se acerca para escuchar.

-El club “Plasure & Pain”. Melanie tiene una reservación para ésta noche. Gissel y tú vayan para asegurarse de que esté ahí.- Paul cuelga la llamada.

Suelto un suspiro al mismo tiempo que Gissel sonríe emocionada. Ambos podemos sentirlo.

Están cada vez más cerca.
 
 
 
 







-Me siento tonta vestida de esta manera.

Me detengo a mitad de la calle y doy media vuelta para mirar a Gissel. Su cabello rubio, peinado en un perfecto moño, vestido color plateado con escote en V, haciendo resaltar sus pechos, y el corto perfecto para mostrar sus largas piernas. Está perfecta.

-Estás bien.- le aseguro

Me mira suspicaz y hace un gesto para que siga caminando. No le gustan los halagos.

-Andando, mi amor.- me mofo y la tomo de la mano.

Candelabros colgando del techo, bailarinas llenas de pintura dorada en la pista de baile, mesas redondas acomodadas estratégicamente, y la pista de baile en forma de media luna. Observamos todo rápidamente.

-¿Quieres tomar algo?- le pregunto a Gissel, llevándola hacia la barra.

-Claro.- acepta

Nos sentamos en los bancos y pedimos dos margaritas. Conversamos un rato, simulando ser una pareja más. Gissel decide que es buena idea dar rondas por separado, y yo acepto. Va al baño, tardando el tiempo estimado que se tiene para una ronda, pero no encuentra a Melanie. Yo hago lo mismo, obteniendo el mismo resultado.

-Debemos buscar el apartado del club, tal vez ahí esté.- me da un beso en la mejilla y yo finjo una sonrisa.

-Preguntaré.- le devuelvo el gesto.

Nos ponemos de pie para dar la última ronda.

-¡Me importa una mierda!

Ambos giramos en dirección a la chica que aparece en la entrada, terriblemente ebria y con el humor elevado.

-¡No me importa, yo soy la propietaria!

Tres hombres corpulentos tratan de tranquilizarla para poder llevársela, pero la chica no se deja.

-¿Tú sabes con quién hablas?- vuelve a gritar, altanera.

Me muevo con lentitud al reconocerla. Me acerco a ella, dejando atrás a Gissel.

-¿Por qué son así con la dama?- los intercepto, poniéndome a su lado.

La mujer me mira sonriente y se cuelga de mi brazo con fuerza, para no caer.

-Yo sólo quiero una botella de vodka... y ellos no me dejan.- me explica, haciendo puchero.

-Señorita, esto no está bien.- le habla uno de los hombres.- Su hermano...

-Mi hermano está en Marruecos de luna de miel. ¡Y yo no puedo tomar una puta botella de vodka!- estalla furiosa.

Cuando termina de hablar, dejo de saber quién sostiene a quién.  

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora