🌷Capítulo 30

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No debes permitir que te roben el control.

Debes seguir con el juego.

Prometí que daría todo de mí para llevarles a Mantwayer en una recatada charola de plata. Pero ya estaba demasiado inmersa en todo esto, que comenzaba a tenerle respeto a lo que ese hombre de mirada intimidante simbolizaba. Una parte de mí, me exigía perpetuar el hecho de que estaba sola en el tártaro, y que ningún intento de Ángel se había aparecido después de todas esas semanas. Pero por otra parte, estaba Jacob, sonriéndome y esperando por la cabeza de Alessandro. Yo deseaba cumplirle tanto como quería ayudar a Mantwayer. Pero sabía que no era una decisión mía.

-¡Mia!

Fernanda emerge de la casa y corre hacia mí. Bajo totalmente de la camioneta y abro los brazos para recibirla.

-Te he extrañado mucho.- me abraza fuerte.- ¿No viene la bestia contigo?- busca detrás de mí.

-No hoy.- le tomo la mano.

-Bueno, vamos dentro, Live esta preparando pasta.- ambas saludamos a la niña que se nos acerca.

-¿Y quién es Live?- pregunto

-Live, es la nueva cocinera.- me explica la niña de acento británico, que recuerdo como Dhanie.

No sabía que Alessandro había contratado a otra chica. Caminamos tomadas de la mano hasta llegar al comedor. El resto de niños ya están sentados alrededor de la gran mesa de madera, preparados para comer. Dhanie corre a sentarse en una esquina mientras todos me saludan entusiastas. Les devuelvo la sonrísa y me acerco un poco más. Las ancianas no están, así que supongo que están en la cocina.

-Vamos a sentarnos.- Fernanda señala los dos lugares libres.

-No, mejor ve tú. Yo iré a la cocina para ayudar.- le doy un suave empujón.

Fernanda no lo duda y se sienta entre dos chicas. Respondo la repetitiva pregunta sobre dónde está Alessandro y por qué no asistió conmigo para después irme a la cocina. Me detengo en la puerta cuando escucho que están conversando, aunque no entiendo nada. Solo sé que su acento hispano es precioso. Bruce es la primera en notarme. Supongo que me saluda o algo así, porque no se da cuenta que sigue hablando en su idioma y no el mio.

-Hola.- saludo a todas.

Les doy un abrazo correspondiente y por último, me presento con Live. La castaña me sonríe amable y continúa sirviendo la comida.

-Me alegro que hayas venido.- Alice me pasa una copa de vino.

-Si quieres sentarte... los niños ya están por comer.- me ofrece, Bruce.

-Acabo de comer.- me disculpo

-Vamos a tomar un té.- Hilary pone el agua a hervir.

Nos sentamos en la mesa de la cocina y comenzamos a conversar. Me gusta estár con ellas. Son muy parlanchinas y cariñosas. Excepto Bruce, que sigue siendo algo perspicaz conmigo, sobre todo después de encontrarme en el pasillo. No pude decir nada coherente, por lo que terminé huyendo de ahí. Agradezco que no le haya mencionado nada a Mantwayer, o sí me pondría en aprietos. Yo podría decir que eso ya era punto muerto, pero algo en su mirada me advertía que no era así.

-¿Y cómo va todo por allá?- pregunta de pronto, Alice.

Me pongo roja y miro hacia otro lado, ignorando la mirada inquisitiva de Bruce.

-¿Todo bien?- Hilary estira su mano y me da un leve apretón en la mía.

Respiro un par de veces y trato de calmar el temblor que hay en mi labio inferior. Es muy difícil decirlo en voz alta. Frente a ellas, de viva voz. Era demasiado, pero ya tenía que dejarlo ír o la garganta me iba a estallar.

-Nos vamos a casar.
 
 






Jacob.

Exhalo el humo amargo una vez más antes de darle un buen trago a mi botella de agua mineral. Paul se termina su cigarrillo antes que yo, pero no tarda en sacar la cajetilla para encender otro, e incluso ofrecer un par a Sean. La oficina comienza a olerse a tabaco, pero el Mayor no tiene problemas con eso. Puse mi atención a las grabaciones que se repetían una y otra vez en las pantallas. Sintiendo una vez más esa adrenalina.
El hombre de chaqueta negra y gorra gris corría desesperado hacia el auto, pero no alcanzó a llegar. Aparezco yo, y logro derribarlo antes de que saque su arma y le apunte a Toni. El auto acelera, dejando a su compañero y perdiéndose en el tráfico.
De pronto, Gissel aparece en otra grabación. Salta dos bardas de metal y persigue a un joven de pantalones grandes y sudadera gris. Detrás de ella se escuchan los gritos de Sean y Viktor. Sugiriéndole que suban al techo de la construcción para poder cazarlo cuando llegue a la barda eléctrica e intente cruzarla para perderse en el muelle. Corren detrás de él hasta detenerlo en la barda y le disparan en la pierna para evitar que la cruce. El video concluye desde la cámara de Sean, con el hombre de rodillas frente a Gissel, mientras ella le apunta con el arma.

La última persecución fue con Gissel, Serall, Carlyn y Toni. En un club reservado a las afueras de la ciudad. Atrapamos a tres distribuidores, y uno murió al intentar escapar. La cortada que tenía en la pierna izquierda aún era fresca, pero la satisfacción de haber conseguido subír un escalon más hacia Betthany, no tenia precio.

-Y así, es cómo conseguimos atrapar la basura que Melanie Bateman deja esparcida.- El Mayor aplaude efusivo.- Esas personas no van a tardar en hablar.

Las grabaciones vuelven a repetirse.

-¿Alguien más tiene una idea?

Veo como los ojos de Gissel perforan al Hall, con una atrevida impotencia. Como sí lo acusara de incompetente, claro que que no era la única en pensarlo. Sus receladas búsquedas, secundadas por Sean, eran una guasa cruel. Desde que regresamos de Dubai, Gissel ha insistido en que debemos ir a España. Pero el Mayor la ignora por completo. Comenzaba a sospechar que eso sólo era una infame actitud misógina y yo no era capaz de soportar algo así. Todos murmuran, pero ninguno habla. Así que decido apoyar a Gissel, pero alguien más me gana.

-Hace un par de meses, Gissel argumentó que Mantwayer se escondería en el primer lugar en el que "lo buscariamos". Sabe que pensaríamos que no es tan estúpido como para refugiarse ahí. Es algo inverso, ¿entienden? Hemos perdido mucho tiempo buscando en sitios innecesarios. Así que no le veo el problema en buscar en España.- Paul tira su cigarrillo y lanza sobre la mesa un montón de fotografías.- Esas son sus propiedades. Son más de las que tiene en cualquier otro país…

-En pocas palabras... me apoya.- Gissel no puede evitar alegrarse.

-Yo igual la apoyo.- mascullo.

La expresión de Gissel se vuelve socarrona, pero no me mira, ya no. Desde que se enteró de mis sentimientos hacia Betthany, ya no me dirige la palabra. Y sí hablamos, debe ser de algo realmente importante y profesional. El Mayor observa la determinación de todos y resopla de mala gana.

-Mañana mismo nos vamos a España.- anuncia sin dar más detalle, pero tampoco es que lo requiramos.

Hemos ganado.

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora