🌷Capítulo 27

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Aprieto los puños y cierro los ojos con la misma fuerza. Las lágrimas sales inevitablemente al sentir como la aguja perfora mi piel.

-Bruce…- advierte Alessandro.

Hilary se arrodilla a mi lado y me saca de la boca el pañuelo. Me limpia el rostro con otro trapo desinfectado y después, vuelve a introducirme el pañuelo para que no grite. La piel vuelve a escocerme y me remuevo con fuerza. Alessandro me sujeta para que no me mueva y al verme llorar, le ordena a Bruce que se detenga y me ponga más morfina.

-Ya le pusimos la necesaria- le contesta y vuelve a pasar la aguja por mi piel.

¡Ah! Balbuceo energúmena y les suplico que se detengan. Le cortada si fue muy profunda y algo extensa. Confíe en Bruce para curarme, pero comenzaba a lamentarme. Dolía demasiado.

-¡Pues ponle más anestesia!- gruñe

-Eso no es posible.- objeta Alice, inmovilizando mi brazo derecho para que no lo mueva.

Uno de los guardias apoya a la anciana y a Mantwayer para sujetarme. Cuando me doy cuenta que no puedo moverme en lo absoluto, me pongo más delirante.

-Mia, sólo falta un poco. La cortada fue muy grande. Se fuerte.- me habla Bruce con dulzura.

Trato de controlar mi respiración y de no prestarle atención a nada más que al olor férreo de la sangre. Sí me concentro en eso, podré soportarlo. O quizás deba pensar en mi familia, o en Jacob. Después de todo, él tiende a surgir en mi mente cada que se le plazca.

No debo chillar.

No debo gritar.

No debo berrear.

No debo...

Alessandro se da cuenta de mi grito silenciado y me mira con lastima. ¡Que te den! El agotamiento por todo, me comienza a transportar pesadamente.

-¡Listo!- anuncia Bruce, quitándose los guantes.

Listo...
 





 
La luz del sol me daba justamente en la cara, así que me ví obligada a despertar de mi maravilloso y tranquilo sueño. Mi familia tendría que volver al sobre de los recuerdos. Me siento en la cama con demasiada dificultad y recargo la espalda en las almohadas. Observo la habitación con desdén y trago grueso al ver todo mi brazo vendado. Ya no duele tanto y creo que lo peor ya ha pasado. ¡Dios!, en la noche sentí uno de los dolores más fuertes que jamás experimenté. Ahora agradecía que mi madre fuera tan cuidadosa conmigo. De pequeña, simplemente no habría soportado algo así. Agitaría cielo, mar y tierra por no volver a sentirme de esa manera. El dolor del brazo hace cierto eco en mi cabeza.

-¿Te sientes mejor?

Quito la vista de mi brazo y la pongo sobre él impertinente  que me hizo la pregunta.

-No me mires así.

También está molesto. No quito la vista de él.

-Te lo advierto...

Enarco una ceja con desobediencia y eso lo hace enfurecer momentáneamente. Se acerca a la cama y me tira de los pies, haciendo que caiga acostada. Me quejo por el arrebato y eso le divierte. Se sienta a horcajadas sobre mí, inmovilizándome.

-¡Eres un grosero!- le reprocho.

-Te dije que me dejaras de ver.- se encoje de hombros.

-Ni que fueras apuesto.- me burlo.

Su buen humor me contagia poco a poco. El día anterior había sido un completo infierno, pero ahora era un nuevo amanecer y no quería recordar la tristeza que me ahogaba al pensar en Frida. Alessandro parecía tener mi mentalidad y eso era confortante. Se inclinó sobre mí y juntó nuestros labios en un beso suave. Cuando sentí que intentaba acomodarse entre mis piernas, lo detuve.

-Mi brazo...

-No utilizo tu brazo.- sonríe

-No te atrevas.- le advierto

-Creo que no eres la mejor para advertir algo.- se mofa.

-Mia...

Alessandro se quita de encima, sobresaltado al escuchar a Fernanda entrar a la habitación.

-Perdón.- se disculpa avergonzada.- Mejor vuelvo al rato.

-Si.

-No.- la detengo, mirando mal a Alessandro.- Ven. ¿Qué necesitas?

Se acerca lentamente, evitando mirar al extrañamente divertido Alessandro.

-¿Qué te pasó?- pregunta señalando mi brazo.

-Me corté.- miento.

-¿Ya te revisó un doctor?- pasa su peso de un pie al otro.

-Si, y me dijo que necesitaría muchos abrazos.- le hago puchero.

Fernanda no duda en acostarse a mi lado y envuelve sus brazos en mi cintura, chillando emocionada. Con cuidado, la mimo con el brazo sano.

-Hueles a medicina.- hace una mueca.

-Es que no me he dado una ducha.- le sigo el juego.

-Agh.- finje una mueca de asco.- Ven con nosotros bestia.- le habla a Alessandro.

Él nos mira sonríendo y se acerca a la cama.

-Uy, sí hueles a medicina.- envuelve a Fernanda con sus brazos y ella ríe.

Alessandro se asegura que mi brazo herido no quede a disposición de la niña y comienza a jugar con ella, rodando por toda la cama. No tengo idea de cuanto tiempo vamos a quedarnos aquí, pero sé que quiero pasar todo el tiempo con ella. No soportaría que se sintiera sola.

-La bella y la bestia.- suspira

La situación me causa una sensación agridulce por muchas razones, pero las que logro captar son las siguientes.

Extraño a mi familia.

Extraño a Jacob.

Siento que en Alessandro no es el monstruo que me vendieron.
Y en otra circunstancia, haría todo para poder quedarme con Fernanda.

Cruel DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora