Mientras el Sr. Darcy dormía, Lizzy decidió dirigirse al piso de las habitaciones de huéspedes en donde dormirían los invitados.
Observaba con sigilo, repasaba cada detalle. Las cosas no podían salir mal. Todo estaba preparado con precisión, utilizando el mayor de los cuidados. Para ella llevar a delante una mansión de características tan exuberantes había sido un gran desafío. Había hecho esfuerzos apoyándose por supuesto en la ama de llaves, en su esposo y en su cuñada la Srta. Georgiana, que conocía el manejo de la casa a la perfección y algunos gustos ocultos de su hermano también. Pero para esta ocasión Lizzy había querido prescindir de ayuda, había decido hacer las cosas a su gusto, necesitaba sentirse dueña en su propia casa y esta reunión le daba la posibilidad de hacerlo.
Vendrían personas que ella quería mucho, salvo el Sr. Wickham, Lydia y Lady Catherine de Bourgh no se sentía intimidada por ninguno de los invitados.
Lizzy había dispuesto que se lavaran todas las piezas de blanco y las cortinas. Los muebles brillaban junto con los cristales. No había nada más que esperar a los invitados. Sentía que había recuperado la calma. Sentía en plenitud, y eso le agradaba. Tocando su vientre suavemente, recordando las caricias de su esposo unos momentos atrás, creía que se encontraba transitando el mejor momento de su vida en esos días. Caminaba por los corredores de su inmensa mansión, recordando la tarde en que por primera vez había visto sus muros junto a sus tíos de Londres. Algo corrió por sus entrañas, mariposas m hormigueos de felicidad. No podía pedir más.
Luego de almorzar, durante la tarde Lizzy luego de revisar cada detalle y los preparativos de la recepción de invitados había decidido tomar el sol en el jardín. El Sr. Darcy había ido al pueblo con su mayordomo por algunas compras de último momento y Lizzy dormitaba en un sillón dispuesto especialmente para ella desde que sabían sobre su embarazo.
Podía observar la fuente, el lago, los arboles y la campiña alrededor sin esforzarse, era un paisaje verdaderamente relajante.
De repente un ruido perturbó su sueño, se incorporó y creyó ver a los lejos un carruaje.
Se adelantó al balcón para observar de quien se trataba y no pudo evitar sonreír y dar un pequeño grito de alegría. Se trataba de la llegada de su hermana Jane junto al sr. Bingley.
Lizzy se apresuró al encuentro de sus invitados atravesando a una marcha veloz el vestíbulo de la casa de Pemberley, eran unos 200 metros de esculturas y finas pinturas las que separaban a Lizzy de los recién llegados, cuando sintió una leve puntada en el vientre. La cara se le desfiguró, recordando su estado, la puntada se intensificó y decidió detenerse. Su ama de llaves se encontraba en la puerta recibiendo a los visitantes mientras observó la situación y sin dudarlo se acercó a Lizzy a toda prisa.
– Sra Darcy ¿Se encuentra usted bien?
– No lo sé, siento un leve escalofrío, una puntada repentina en el vientre. No quiero moverme más, sigo los consejos del doctor.
– Quiere que la acompañe a su cuarto, seré discreta con este asunto Sra. Darcy pero mi experiencia me dice que usted debe cuidarse, lleva semanas exigiéndose, y en su estado no es lo conveniente.
– Le ruego no comente sobre mi estado. Podremos decir que algo le sucedió a mi tobillo. No quiero alarmar a nadie y mucho menos al Sr Darcy. Cuando el regrese del pueblo le comentaré lo sucedido. Siento que me he repuesto. Iré a mi habitación. Pídale a mi hermana que por favor acuda a mí , a penas haya dejado sus cosas.
– Lo haré Sra. le ruego se dirija con prudencia. Nadie como yo conoce la felicidad de mi adorado Sr. Darcy en estos días, no querría que nada empañe semejante regocijo.
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Humildad y Gratitud
Historical FictionSecuela de Orgullo y prejuicio. Una versión sobre cómo continúa la vida de los pintorescos personajes creados por Jane Austen una vez que Jane y Elizabeth se casan. El centro de esta novela es el amor, ambientada en 1900 junto a los avances c...