Capítulo XXII La noche de reyes magos

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― Le pido a Melchor, a Gaspar y a Baltasar que Lydia se comporte Jane, en verdad no se los pido, se los ruego― dijo Lizzy mientras terminaba de arreglarse el cabello y se colocaba los zapatos nuevos que William Darcy había encargado especialmente para que ella use esa noche.

― No debes preocuparte Lizzy, es tan insignificante al lado de otros invitados que hasta podría pasar desapercibida.

― No creas Jane, ella aprovecha cada vez que puede para hacerse notar y ha estado tranquila, temo por nuestra velada― dijo Lizzy con una sonrisa nerviosa.

―No deberías preocuparte o serás tú la que peor lo pase, con todo lo que ha sucedido estas semanas, Lydia no ha tenido oportunidad de demostrar quién es y ahora con la Sra. Colleman en Pemberley, me parece que deberíamos preocuparnos por ella más que por nuestra hermana.

― ¡Qué formas tiene y qué falta de propiedad!, nunca me imagine eso para Mary, en verdad lo lamento por ella.

―No creo que le de mucha importancia y nosotras la ayudaremos en todo. No amargara los días de nuestra hermana preferida.

―Claro que eso haremos, Jane, soy tan feliz hoy, de tener la casa llena de invitados y de tenerte a ti para acompañar mi vida. ¡Espero puedan volver pronto!

Se abrazaron y decidieron caminar por el corredor hacía el salón principal. Pasaban de las siete de la tarde y algunos invitados ya esperaban para la cena.

Los Colleman habían bajado al salón principal antes de las siete. La Sra. Colleman tenía un vestido que no podía dejar de ser observado por el resto de los presentes, era en verdad de una fina tela y ella de una elegancia admirable. Para ser justos le quedaba espectacular.

El Sr. Colleman era un distinguido caballero, muy bien arreglado de una altura bastante llamativa y una delgadez significativa, ambos se había sentado en los sillones mientras aguardaban a los otros invitados.

La Sra. Gardiner junto a Lady Catherine que luego de 2 semanas podían decirse íntimas amigas, caminaban rumbo al salón cuando Lizzy las interceptó.

― ¡Qué bien se ven en esos trajes!― dijo Lizzy sonando amable.

―Igual a ti preciosa niña ―dijo su tía acariciándole el rostro, mientras Lady Catherine asentía con seriedad a todos los comentarios.

―Me gustaría comentarles que la Sra. Colleman no tiene los mejores modales, y no creo que sea necesario contradecirla. Ha dicho cosas sobre nuestra familia, las condiciones de nuestra cuna y otros dolorosos comentarios que no me gustaría repetir. Pero considero que debemos dejarla comentar sin replicarle― Lizzy necesitaba saber la opinión de su tía al respecto ya que eso influenciaría a Lady Catherine.

―Querida Elizabeth, con tanta gente no creo que Diana Colleman sea el centro de la cena. ¡No debes preocuparte!, pero estaré atenta.

―No creo que una hija ilegitima por más dinero que posea pueda darse lujo de hablar del resto de las personas. Si hace algún comentario que considere desafortunado no dudaré en dejarla en su lugar. Pemberley no será el centro de los atropellos de una bastarda. ― dijo Lady Catherine con entusiasmo, mientras Elizabeth sentía que una tormenta se avizoraba.

―Lady Catherine, justamente creo que la Sra. Colleman intenta encontrar respuestas a sus irreverentes comentarios y me parece que la sorprenderíamos si no hacemos lo que ella espera. Si hace comentarios desubicados, creo que lo mejor será sonreír y dejarla en evidencia, sin respuestas a su inmadurez y a su desdén por los otros. Eso hicimos con Jane por la tarde y salió bien, espero contar con su apoyo para esta noche.

Humildad y GratitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora