XVII Ingenuidad, acuerdos y secretos

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Los Darcy inmediatamente después de cerrar su acuerdo con los Traynor se dispusieron a bajar al salón principal a saludar a sus invitados.

La música se hizo oír y algunas parejas decidieron bailar al compás, mientras Lizzy en seguida de saludar afectuosamente a Jane y a los presentes,  prefirió sentarse y descansar junto a Will en un cómodo sillón al costado del sector dispuesto para el baile. Quería estar junto a él y agradecerle por su ingenio y que nadie notara de qué hablaban, no pensaba comentar con nadie lo sucedido.

Se sentía feliz con las novedades para Georgiana, era seguro que no se iría a ningún lugar que no fueran los brazos de su amado Samuel Traynor, un enamorado pasado en copas esa noche, pero con un futuro prospero según todos creían. El joven Sam era un exitoso y testarudo profesional de la construcción, por lo que ella había podido apreciar en la última conversación, pero eso no lo hacía menos deseable que cualquier otro hombre en toda Inglaterra.

Mientras observaba alrededor, se preguntaba si sería posible que sus familiares dejaran de traerle problemas a su vida, justo cuando vio pasar a Kitty sonriendo con exageración junto al coronel Fitzwilliam, se auto consolaba pensando que podría ser peor, y agradecía al mismo tiempo haber invitado a su tía Gardiner, que entretenía a Lady Katherine de maravillas, impidiendo que ésta se entere de las falta de modales de algunos de los Bennet.

Colleman a lo lejos hablaba con Mary, ella de repente parecía estar más decidida en sus modos, era una bella muchacha, capaz de conquistar a cualquier hombre que se propusiese, tal como se la veía desde ese punto. Lizzy lo notaba así y   era cierto que  se sorprendía al darse cuenta que algo le había sucedido a su hermana  y la estaba cambiando,  pero el cambio le sentaba muy bien.

Anne Darcy y Wickham hablaban cerca de la chimenea con seriedad, cuando Wickham se lo proponía era todo un caballero.

Lydia no se encontraba en el salón, era evidente que solo había bajado a saludar y había vuelto a desaparecer en su cuarto, un beneficio para el corazón de Elizabeth, ¡que su hermana alborotadora y díscola se ubique lejos de toda la familia con la llegada del nuevo siglo era todo un consuelo!

Darcy la observaba enamorado y la besó en la frente, se lo notaba tranquilo, después de tanto trajín, la invitó a bailar, hacía años que no bailaban juntos frente a la gente, desde su casamiento para ser exactos. Ella sintió que algo de emoción se movía en su pecho, amaba a ese hombre como a nadie. Juntos disfrutaron del baile que sonaba estridente, alegrando a todos los presentes y a ellos que creían sin decírselo que unidos y con amor todo podía suceder.

Mientras bailaba la sorprendió ver a un desconocido en la reunión, el hombre hablaba con su tía Gardiner y Lady Katherine. Creyó saber de quién se trataba, era un periodista conocido de la revista The Woman's World, si ella mal no recordaba,  John Reed era su nombre.

 Lizzy admiraba la revista por el solo hecho de saber que Oscar Wilde había pertenecido a ella hacía algunos años, y  también que la reina Victoria era fan de la misma, cualquier mujer que se considerara moderna en aquella época, abogaba el pensamiento que en esa revista se publicaba y Elizabeth Bennet se consideraba una mujer moderna.

Oscar Wilde para Lizzy  era un adelantado en sus pensamientos sobre la vida moderna y a pesar de su situación actual y su exilio en  París luego de su reclusión en prisión y las habladurías sobre su sexualidad, ella no retiraría sus inclinaciones por la excelencia de su obra literaria y de sus pensamientos. Lo que no entendía del todo era qué hacía ahí el periodista y decidió averiguarlo.

Luego de disfrutar del baile con su marido, caminó cerca de su tía y esperó a que el intrigante caballero le preste atención. En menos de cinco minutos estaban presentados y el misterioso Sir John  entablaba calurosos comentarios hacía Elizabeth sobre lo deslumbrante y faustuoso de la propiedad y la interesante velada. A lo que Elizabeth agradecía simpáticamente con simples sonrisas, encontrando en el sujeto dobles intenciones, algo difícil de descifrar.

Humildad y GratitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora