Capítulo XXXV ¿Kitty casada?

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Elizabeth no salía de su asombro al ver a Kitty besarse y abrazarse con el coronel dentro de la diligencia, sin percibir que acababan de detenerse en la puerta de Pemberley. La Sra. Reynolds y el Sr. Jones tambien los vieron, pero se hacían los desentendidos y miraron a otro lado, aunque Lizzy pudo ver un gesto de felicidad en sus rostros y una mirada cómplice. Ambos querían mucho al coronel y los entusiasmaba que tuviera una buena compañera en su vida. Era claro que habían sabido entenderse con Kitty durante esos meses, y sabían que a pesar de alguna que otra tontería, ella era una buena señorita.

Lizzy suponía en sus pensamientos que el accidente los había acercado y que se vendrían noticias positivas para su hermana y para toda la familia. ¡Las chicas Bennet ya no estaban disponibles!, pensaba, con ese casamiento que según se veía sería pronto, ya nada podría angustiar a su madre.

El cochero hizo sonar la puerta del transporte para alertar a los pasajeros a que bajen, el Sr. Jones se acercó con la silla de ruedas del coronel para ayudarlo a bajar y los pasajeros algo sobresaltados se despegaron de sus acaramelados besos y salieron de su interior como si nada hubiese pasado.

Kitty saludó a su hermana con emoción, algo acalorada, y  luego, sin saber bien qué hacer desapareció escondiéndose en su habitación que había vuelto a ser una de las disponibles en la planta baja. Quería bañarse y arreglarse para la cena, le habían propuesto matrimonio, y aunque se sentía halagada y feliz, necesitaba que en la cena como era habitual se anuncie la novedad ante sus hermanas mayores. Pensaba también en que el coronel debía fijar una fecha. Ella estaba decidida a casarse y creía que era mejor que fuera enseguida, no le interesaba hacer una fiesta, pero de algo estaba convencida, jamás entregaría su virtud hasta después del casamiento y temía de sus actos por la pasión con que el coronel la hacía sentir.

Lizzy la siguió hasta el cuarto para enterarse de las novedades y no logró ingresar, ella se había encerrado y desde la tina gritaba que la vería en la cena ya que se encontraba indispuesta en ese momento.

Unas horas después la campana que avisaba que la cena sería servida sonó y los huéspedes de Pemberley se acercaron al salón comedor. Bingley había llegado de Londres esa misma tarde y había pedido al doctor Robinson que se uniese a ellos en la cena y este no había podido negarse. Jane y Elizabeth esperaban sentadas una frente a la otra en una de las esquinas de la mesa. Darcy y el coronel eran escoltados por el Sr. Jones por el corredor, y Kitty que estaba demorada se acercaba caminando junto a ellos. Al ingresar al salón mientras Jones ayudaba a Darcy a tomar asiento, empujó la silla de ruedas del coronel para trasladarlo hasta la esquina de la mesa y luego sin dudarlo se sentó a su lado sosteniéndome la mirada a Lizzy, que aún sentía rencor por no conocer los detalles del encuentro en el bosque.

Un sonido de caballos se hizo sentir en las cercanías mientras el Doctor y Bingley recorrían el corredor para entrar al salón.

― Creo haber visto llegar a Lady Catherine de Bourgh.― dijo Charles al ingresar.

A kitty se le desfiguró la sonrisa que tenía en su cara y miró al coronel sin consuelo, lo último que ella esperaba esa noche era la presencia de esa señora.

―  Mi tía suspiró Darcy con algo de hastío, hacía tiempo que Darcy no demostraba ese gesto en público y Lizzy alzó su mano para consolarlo con una caricia. En verdad se sentía cansado de visitas que lo hacían enfadar y si bien él quería a su tía y la respetaba, hubiera preferido no recibir a nadie y tener un cena sin interrupciones de personas con aires e ínfulas de grandeza.

― Lady Catherine de Bourg está en el palacio, Sr. Darcy dijo la Sra. Reynolds.

― Ya todos lo sabemos, gracias Contestó Darcy con desgano y algo de desesperación.

Humildad y GratitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora