Capítulo XII Verdades y valor

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Lizzy tomó café en el patio de invierno con los mayores y se retiró a su habitación con la excusa de descansar, en el camino sin que nadie lo notase decidió hablar con Lydia nuevamente, y se filtró en su habitación encontrándola sola. Ella luego de haber almorzado de manera suculenta, según los restos que podían verse en la bandeja depositada en la mesa, revisaba los cajones y placares del cuarto de huéspedes, era evidente que tenía intensiones de encontrar algo, Lizzy se preguntaba ¿qué?, esas conductas que solo Lydia podía albergar eran detestables.

_ ¡Me alegra encontrarte aquí!_ dijo Lizzy al entrar, disimulando el haberla visto hurgando.

_ ¿Dónde más estaría?, con lo que me has dicho ni bien me has visto llegar_ dijo Lydia con antipatía y haciéndose la compungida.

_Puedo esperar todo de ti Lydia, pero conmigo no te hagas la mortificada, te conozco más de lo que crees_ Lizzy no le tenía paciencia.

_ ¿A qué vienes Eliza?, no tengo nada que hacer aquí más que esperar a que pasen los días, mi marido parece no darse por enterado de que no nos quieren y tendré que verles las caras me guste o no y por el resto de mi vida.

_Justamente vengo a hablar de eso, puedo esperar las peores cosas de ti Lydia, no creas que olvido los años a tu lado, cómo definiste tu vida, aún no creo en el milagro de mi esposo, que con sus actos nos salvó a todas del peor de los destinos, ¿por qué nunca piensas en lo que generan tus conductas?_ Lizzy intentaba cumplir con la palabra que le había dado a Will, pero sus diferencias con Lydia eran más fuertes que cualquier palabra otorgada.

_Elizabeth, el rencor te hará vieja pronto, no podrás disfrutar de tus millones_ le respondió Lydia sin pensar, como siempre que abría su boca.

_ ¿Jamás piensas cuando hablas?, deja de hablar de dinero, deja de pensar en tonteras, quiero tener una tregua contigo_ Lizzy balbuceaba, sabía que sus padres necesitaban al menos una vez al año tener a sus hijas unidas, eran mayores y no les quedaba tanta vida por delante. Por otro lado todas tenían la intención de tener hijos y eso era algo que las obligaría a frecuentarse. William quería a Wickham aunque éste lo hubiera defraudado, habían crecido como hermanos, y eso también pesaba en su conciencia.

_Siempre la sensiblera ¿qué es lo que quieres?_ contestó Lydia sin reparos.

_Quiero que te comportes correctamente Lydia, simplemente eso, no levantes el tono de voz, mide tus palabras, intenta no arruinar la reunión familiar. ¿Entiendes que está toda la familia de mi esposo y sus amigos aquí? y también nuestros padres_ Lizzy no sabía cómo hacer para ponerla en su lugar.

_Entiendo que sigues siendo la misma interesada en demostrar a los demás lo que no eres. Deberías disfrutar de lo que piensas y decirlo, ¡no te creas tan educada y agradable, todos sabemos que eres una arpía cuando quieres Eliza!

No había caso, Lizzy no lograba convencer a Lydia de nada y eso la ponía frenética. Decidió retirarse a la habitación cumpliendo su palabra de evitar complicaciones y se encomendó a la buena voluntad del señor. Sentaría a Lydia y a Wickham lo más alejado posible de los familiares de Will esa noche, e intentaría no observar los desafortunados modales de su hermana. Pensaría dos veces en quienes serían los invitados el próximo año que celebrase las fiestas en su casa.

Mientras caminaba de regreso a su cuarto escucho un sonido que provenía de la habitación de los Sres. Traynor, Gertrudh hablaba en un tono de voz lo suficientemente alta como para que se escuchase perfecto lo que decía y la puerta estaba entreabierta:

Humildad y GratitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora