CORREGIDO
Suspire sonriente, viendo mi nuevo consultorio en la Clínica Las Américas. Donde algunas veces iba a atender en la zona de urgencias, otras en consultorio. Siempre con niños. Según Marcos, lo primero era acomodar mis cosas en el consultorio, y cuando estuviese listo el me guiaría por el hospital, enseñándome las instalaciones. En la tarde comenzaría con la revisión de pacientes.
Eran las diez treinta.
Después de dejar a Dulce María encargada de mi abuela en el hospital, corrí a darme un baño y comer algo, aunque no sabía si hacerlo había sido lo correcto, después del interrogatorio de mi abuela. Fue una total sorpresa, despertar y encontrar a la chica inclinada sobre mí, observándome curiosa y mi abuela riendo a las carcajadas.
La noche anterior no le había creído mucho cuando afirmo llegar temprano para quedarse con Adelaida, y menos si me costó tanto convencerla de que accediera a ser la enfermera de mi abuela. Estaba visto que era una mujer de palabra y que se tomaba muy enserio su trabajo.
Colocaba un portarretrato de mi madre, junto al computador, cuando alguien llamo a la puerta.
— ¡Pase!—grite. Marcos asomo la cabeza—buen día—
—Douglas, ¿cómo va todo? veo que ya te acomodas—asentí, sacando unos libros para los estantes—perfecto. Quería presentarte a alguien—levanté la cabeza de lo que hacía.
— ¿Sí? ¿Quién es?—
Entró a la oficina con una chica de cabello negro a la altura de la mandíbula, y unos lentes cuadrados y negros. Llevaba una agenda en mano y vestía un uniforme con el logo del hospital estampado en la camisa blanca.
—Ella es Miranda. Será tu secretaria de ahora en adelante. Si tienes que coordinar agenda y que te pase la lista de las citas de pacientes, es con ella—me acerqué a ellos y le estreché la mano a la nueva secretaria.
—Es un gusto—se presentó.
—Igualmente—le sonreí, ella miró de nuevo al doctor Marcos apretando su cuaderno.
—Me retiro a continuar con mi labor, cualquier problema no dude en marcar el número uno y yo le responderé con gusto—
—Gracias Miranda—se fue.
Sentía que nos llevaríamos bien.
—Muy bien. Propongo que vayamos a que conozcas los alrededores y a almorzar, para que luego puedas empezar con los pacientes. Hoy invito yo— saque las últimas cosas que necesitaba, para luego salir del consultorio en compañía de Marcos.
—Trato—lo seguí por los pasillos.
—Yo le recomendaría que le diera este medicamento cada cuatro horas, para la fiebre y el dolor—le pasé la hoja—si nota que el pequeño Matías empeora, que tiene demasiada fiebre y esta no cede, mucha tos, o la respiración sibilante, tráigalo inmediatamente por urgencias—La mujer me miró agradecida, antes de volver la vista a la formula medica.
—Muchas gracias doctor, así lo haré—me estrechó la mano y tomó en brazos al pequeño de cinco años, encaminándose a la salida del consultorio.
Después de recorrer toda la clínica en compañía del jefe de pediatría, conocer el laboratorio, la zona neonatal, urgencias, la cafetería y demás lugares. Me di a la tarea de empezar a atender a los pacientes. Eran ya las cuatro treinta y mi turno acababa a las seis. Miranda entró.
— ¿Un café, señor?—
—Por favor, Miranda. Y gracias—me pasé las manos por el rostro, para descansar los ojos un segundo.

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CON EL CORAZÓN
Novela JuvenilUna joven enfermera, un oscuro pasado y el comienzo de un nuevo amor. Dulce María ha sido toda su vida una enfermera, no con título, se ha desempeñado en un centro para ancianos, junto a sus padres. Ahora con 23 años, tiene tantos conocimientos...