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Salí de la residencia a las tres y media de la tarde para así poder tomar el metro a tiempo. Debía estar a las cinco en el buffet de abogados que me recibiría para mi pasantía. Para mi desgracia, llegue en la hora punta y me sentía una sardina enlatada en medio de toda esa gente. Mi pequeña estatura no me hacía justicia; estaba perdida entre las espaldas de los hombres sudorosos del vagón de metro. Ni hablar de sus huesudos y planos traseros, era como tener tablas presionando mi columna. 

Incómodo. 

Desagradable.

Básicamente, la mitad de lo que estaba respirando ahí era sudor y la otra mitad desodorante ambiental. 

—Mátenme, por favor—susurré cuando un hombre entró en la siguiente estación. El problema no era ese, el problema era su considerable sobrepeso. 

¿Dónde planea meter esa barriga?

Viajar en metro te ayuda a perfeccionarte en el juego de tetris. 

El estudio Uzumaki, Uchiha y asociados estaba en un decimoquinto piso de un enorme rascacielos en pleno centro de Manhattan. Mi estómago se revolvía de tan solo pensar que debía estar a semejante altura todas las mañanas desde ese día hasta quien sabe cuando. 

Si Toneri supiera que, además de tener que afrontar mi temor de volar en avión, debo enfrentar mi miedo a las alturas, se sentiría más realizado con su maquiavélico plan. 

Me quedé observando la puerta de vidrio por más de cinco minutos, di vueltas en círculos, pensé que decir, jugué con mis dedos y con mi falda. Hice de todo para perder tiempo, pero lo malo es que él siempre va a terminar ganando y todo momento tiene su hora. Posponer mi presentación era inevitable. No tenía un discurso preparado, pero la ventaja de estudiar leyes es que tienes el don de la palabrería y no cuesta nada improvisar. 

Vacilé por última vez. 

Suspiré. 

Conté hasta diez. 

Di un paso al frente y toqué la puerta. Mis nudillos se volvieron débiles y mi garganta se apretó poco a poco al ritmo de las manecillas del reloj. Detrás de la puerta se escuchaban muchas voces, todas varoniles, algunas pisadas y sombras que pasaban de un lugar a otro a paso apresurado. Al menos era un estudio jurídico con harto trabajo, me podría mantener ocupada y los días pasarían más rápido o al menos eso creí. Un joven abre la puerta, sus ojos cafés me escanean desde la cabeza hasta la punta de los pies, llevaba el cabello revuelto y parecía estar muy apresurado. 

Lo saludé con la voz cortada de nervios. Me presenté como la pasante de leyes de la Universidad de Cambridge y entonces reaccionó, abriendo sus ojos hasta casi salirse de sus órbitas. Se masajeó la cabeza y sonrío:

[FANFIC - NARUHINA] REGLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora