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KIBA INUZUKA
Una historia de promesas

*CAPITULO NO CORREGIDO.
DISCULPEN LOS ERRORES EN LA REDACCIÓN


Hinata y yo crecimos prácticamente juntos. La conocí en la primaria, a los pocos meses después de su rehabilitación. Las primeras dos semanas llevaba unos cables conectados a un tanque de oxígeno, en ese minuto no supe que era hasta que se lo pregunté a la cara, ella me miró con timidez, desvió la mirada y me respondió:

—Se llama cánula.—respondió tartamudeando. 

—Quítate eso, es feo y así no harás amigos. —le dije tratando de quitarle esas cosas de la nariz.

Recuerdo que era su cuarto día y los demás niños no compartían con ella por distintos motivos, uno de ellos eran sus ojos pero también su estado de salud. 

Ese día, fue la primera vez que la vi llorar, no supe que hacer y salí arrancando. Pasaron dos semanas, hasta que un día se me acercó y me dijo que le quitaban el oxígeno dentro de una semana más y me pregunto si, después de eso, podríamos ser amigos. Creo que algo en ella tocó mi insensible corazón y le dije que era mejor ser amigos de inmediato con tal que deje de llorar. Ella se alegró y me regalo su almuerzo. Yo, como un imbécil, la dejé sin comida.

Así comenzó todo. 

Al finalizar la secundaria, Hinata y yo eramos inseparables, con el tiempo se sumó Tenten y Neji. Pero con Hina siempre todo fue mucho más intimo. Ella tenía esa capacidad de iluminar los días, el sol quedaba pequeño al lado de ella porque Hinata era mucho más que eso, era una estrella única, brillante e inmensa, su corazón lo decía todo;  yo era un planeta que giraba en torno a ella.

Pero cuando volvió de Nueva York, fue como si esa pequeña estrella se estuviese apagando, como si el universo la hubiese congelado, como si le hubiesen quitado su luz. Jamás pensé que el amor tendría esa faceta: La de privarte de la vida misma. 

Han pasado tres meses desde que supe que había vuelto, sólo que ahora, el verla fingiendo una felicidad inexistente, me hace pensar en cuanto tiempo le quedará de vida y cuanto  de ese tiempo se la pasara triste y encerrada en si misma y cuanto de él podrá disfrutarlo realmente.

Quiero que vuelva a sonreír. 

Quiero que sonría de verdad.



—¡Viernes de películas!—Grité en cuanto Hinata abrió la puerta.

—Estaba a punto de irme a dormir.—Contesta. Tenía bolsas en los ojos y los párpados hinchados. Ladeo la cabeza y le pregunto si ha estado llorando, ella menea la cabeza negando mi sospecha.

—¿Entonces? Traje galletas, pasteles, bebidas y... ¡Rollos de canela! No me vas a decir que no ¿Verdad? 

Hinata ríe y eso me satisface pero no del todo, se que oculta algo.

—Vale, vale.—Se hace a un lado y me deja pasar. Se queda un rato mirando hacia el pasillo como si esperara a alguien más, luego de unos segundos, pregunta —: ¿Dónde está Akamaru?

[FANFIC - NARUHINA] REGLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora