A corazón abierto
*CAPITULO NO CORREGIDO.
DISCULPEN LOS ERRORES EN LA REDACCIÓNDesde que entré al departamento de Hidan deseaba que ocurriesen tres cosas: 1. Un terremoto; 2. Un incendio en el edificio; 3. El apocalipsis de la Biblia, sin importar que sea una de las que se quedaran abajo mientras el resto de las buenas personas eran arrebatadas al cielo. Pero no. Nada de eso pasaría y tenía que ser consecuente con mi razón. Tenía que vencer la pelea que estaba teniendo con mi propio corazón.
Era un lugar pequeño y acogedor, muy alegre para ser de un hombre soltero a decir verdad. Una cocina unida a la sala de estar, divididos por un pequeño mesón empotrado en la pared de color café terracota. Un largo sillón rojo rodeado de un par de plantas — Lo cual me sorprendió. Por lo general, a los hombres se les da fatal ser "padres" de la naturaleza — y un televisor de treinta y dos pulgadas sobre un modular del mismo color que los muebles que decoraban la cocina. Y, frente a la puerta de entrada, un gran pasillo con dos puertas, uno era la habitación, supongo. El otro, rogaba que fuese una pieza de visitas, aunque estaba segura que lo más probable es que fuese el baño.
— ¿Quieres algo de comer? Podemos pedir algo de comida china para pasar la noche — Preguntó en tiempo que colgaba su chaqueta y casco en el perchero que estaba a la derecha de la puerta.
Dudé un momento, no era fan de la comida China. En realidad, mi alimentación es pésima.
— Podría conformarme con una manzana — Apunté la canasta de frutas que había en la mesita de centro del living.
— Son de mentira. — Tomó una y la golpeó contra la pared. Se abolló — ¿Ves? Poliestireno.
— ¿Las plantas también lo son? ¿Esta es una forma de hacer creerle a una mujer que eres un hombre con dotes de mujer soltera?
Soltó una leve carcajada.
— No, las plantas son de verdad. Mi madre me enseñó de pequeño a cuidar su jardín, viajaba mucho por lo que me dejaba a cargo de él.
— Eso es un punto extra. — Suspiré — En cambio yo, todo lo que toco se muere. Una vez compré unas begonias para alegrar un poco más mi habitación y a la semana murieron.
— ¿Que les diste? ¿Cloro? — Me hizo un gesto con la mano para que tomara asiento en el sillón. Obedecí avergonzada por su comentario.
— No. Pero una vez maté a mi hamster por darle de comer melón — Volvió a lanzar una risotada que retumbó por las cuatro paredes.
— ¿Murió por eso?
— Se hinchó al punto que parecía que iba a explotar... Creo que le dió gastritis.
— Eres todo un caso, Hinata. — No dejaba de sonreír. Me levantó el dedo índice para hacerme saber que hablaría por teléfono. En cosa de cinco minutos terminó de hacer el pedido de comida.
No podía estar tranquila ¿Que pasaría? ¿Realmente me creía capaz de hacer esto? Era irónico pero... de alguna forma, deseaba que Naruto me llamara con su tozuda y autoritaria voz para forzarme a ir a la oficina todo el fin de semana y ser su esclava de cafés. No quería estar aquí. No había forma, por más que tratase, sólo me estaba engañando.

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[FANFIC - NARUHINA] REGLAS
Fanfiction[HISTORIA GANADORA CATEGORÍA FANFIC EN LOS CRAZY WRITER AWARDS 2018] "Desde el día que te conocí rompiste las reglas, Hinata. Aquellas que regían mi vida. Rompiste mi mundo y lo volviste armar al son de tu corazón" Uzumaki Naruto es un joven y excén...