PREFACIO

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Vi que estaba en brazos de Rosalie y que me elevaba por el aire. Me divertía, pero no era lo que buscaba, no era lo que quería.  Levanté la vista nada más detectar su efluvio, lo reconocí al instante, y, por fin, le vi el rostro. Estaba agachado en las escaleras, preparado para saltar. Clavé la mirada en él, en sus ojos. Esos ojos antes desconocidos que había anhelado ver desde el primer día en que escuché su voz y noté su calor. Sus grandes ojos negros me parecieron preciosos, brillantes, penetrantes y dulces al mismo tiempo. Él también se quedó mirándome y ya no pude apartar la vista.

Y entonces, pasó algo maravilloso.

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora