Cuando me desperté, lo primero que hice fue tocar el otro lado de la cama, pero Jacob ya no estaba. Seguramente se había ido de patrulla. Miré mi despertador. Era la una y diez de la tarde. Por lo visto, mis padres me habían dejado dormir y no asistir al instituto ese jueves. Me quedé mirando al techo con una enorme sensación de desazón en el pecho, todavía tenía resaca por lo que había decidido de madrugada. Me aovillé, mirando al hueco dejado por Jacob. Su efluvio había impregnado mi almohada y me llegaba. Me incorporé para olerla mejor y hundí el rostro justo en ese sitio. Cuando las lágrimas empezaban a salirme de nuevo, alguien picó a la puerta.
- ¿Se puede pasar? – preguntó Nahuel desde fuera.
- Sí, pasa – contesté, secándome las mejillas y sentándome.
Nahuel entró portando una bandeja repleta de comida y la posó sobre mis piernas.
- Te he traído algo de comer. Pensé que quizás tendrías hambre, ya que ayer no cenaste nada y hoy tampoco has desayunado.
- Oh, gracias. Siéntate, si quieres – le dije, señalándole el otro lado, pero mis ojos se dolieron cuando se sentó en el hueco de Jacob -. Tiene... tiene muy buena pinta, ¿lo has hecho tú? – le pregunté para distraerme, aunque era cierto.
- Sí, Huilen me enseñó a cocinar este plato. En realidad, es lo único que sé cocinar – reconoció, un poco sonrojado -. Espero que te guste.
Le di un bocado y lo saboreé.
- Está muy rico – admití con una sonrisa un tanto desvaída, pues no tenía muchas ganas de sonreír. Me fijé en la rosa roja que había junto al plato -. ¿Y esto? – la alcé para olerla.
- Un detalle. Creí que te alegraría un poco, después de pasarte toda la noche llorando en sueños…
- ¿Llorando en sueños? – repetí, sorprendida.
- Sí, es que en esta casa todos tenemos muy buen oído y desde el salón se te escuchaba…, bueno – carraspeó, visiblemente incómodo -, gimotear el nombre de tu pe… de Jacob – rectificó.
Se me subieron los colores a la cara.
- ¿Di-dije el nombre de Jacob mientras lloraba en sueños? – murmuré, avergonzada; si era así, él lo habría oído, por supuesto.
- Sí, en bastantes ocasiones – suspiró -. Tu padre estuvo apunto de subir un par de veces, pero luego se quedaba quieto como esperando algo y al instante dejabas de llorar. Con eso ya se quedaba más tranquilo.
Me olí el camisón. Estaba empapado del efluvio de Jacob y era bastante intenso, por lo que deduje que si había dejado de llorar, era porque él me había consolado abrazándome o algo. Sin duda, me había llegado su aroma hasta en sueños y eso me había calmado.
- ¿Qué te parece si salimos hoy? – me propuso de repente.
Pestañeé, saliendo de mis pensamientos.
- ¿Qué? ¿Salir hoy?
- Así te animas un poco. ¿Te gusta el arte?
- Bueno, mi padre me ha enseñado algo – le respondí, encogiéndome de hombros.
- Podíamos ir al Museo de Arte de Seattle. He leído en el periódico que tienen una nueva exposición. ¿Has estado alguna vez allí?
- Pues, no – reconocí.
- Bien. Entonces, después de que te acabes eso, iremos.
Inmediatamente, pensé en Jacob. Volvería por la tarde de patrullar con las manadas, y tenía tantas ganas de verle… Pero también recordé lo que me había propuesto de madrugada, y esta era una buena ocasión para alejarme un poco de él, así no le haría daño. Aunque el pinchazo en mi corazón volvió, me aferré a la bandeja y lo solté en contra de su voluntad.

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JACOB Y NESSIE DESPERTAR
Fiksi PenggemarEste libro está registrado en Save Creative para evitar posibles plagios. Todos los derechos están reservados a Tamara Gutiérrez Pardo, la mala utilización de los mismos por parte de otras personas podría ser objeto de sanción y/o delito. Nº de regi...