Ese viernes Jake me esperaba a la salida del instituto, como siempre. Hacía dos meses que le había puesto la luna de atrás al coche; me traía y venía a recogerme casi todos los días en su Golf, a pesar de tener la parte trasera bastante destrozada. Yo prefería la moto, pues así me era más fácil evitarle, podía mantener mejor las distancias agarrada a su espalda, pero enero en Forks es de lo más lluvioso y frío.
Sonaba raro, pero no me gustaba nada que la época de exámenes hubiera pasado. Antes podía ponerle eso de excusa para no quedarme a solas con él, se suponía que tenía que estudiar y necesitaba concentrarme. También habían pasado El Día de Acción de Gracias y las Navidades, fechas en las que siempre habíamos estado rodeados de gente. Este año la casa se había llenado, habían venido Tania, Kate y Garrett a visitarnos, aunque Carlisle y Esme se quedaron en París para pasarlas con Louis y su esposa, que habían insistido mucho. Mis padres, Jacob y yo pasamos la nochebuena en casa de Charlie, como todos los años, con Billy, la familia Clearwater, Sam, Emily y sus niños. Todos esos acontecimientos me habían tenido lo suficientemente distraída y había podido mantener las distancias con Jake, pero desde que habían pasado, tenía que buscarme la vida. Los fines de semana no me preocupaban, ya los tenía ocupados, porque salía con Nahuel. Ya habíamos recorrido todos los museos de Seattle, me llevaba a comer, a visitar sitios paisajísticos; cualquier cosa servía para no pensar en Jacob.
Nada más despedirme de mis amigas, me dirigí al vehículo y, como venía haciendo últimamente, me subí al coche, saludando a Jake sin abrazarle. Brenda estaba encantada al percatarse de mi alejamiento de Jacob. A éste, en cambio, no le hacía ni pizca de gracia mi repentino cambio de actitud de estos tres meses y medio.
Como seguía poniéndome muy nerviosa cuando él se acercaba, siempre me pasaba el viaje en coche acribillándole a preguntas sobre las manadas. Ahora sabía los cotilleos de todos los miembros. El último y más sonado era el enamoramiento de Leah. Llevaba un par de meses saliendo con un chico de la reserva de los makah, que por supuesto, no sabía que estaba con una loba. Ese era uno de los chistes malos que los chicos le hacían a la pobre. Cuando ya no había novedades de mi particular prensa del corazón, me dedicaba a contarle cada una de las cosas y detalles que había hecho yo en clase. Así llegábamos al instituto o a casa, donde estábamos rodeados de gente, y no le daba opción a acercarse a mí demasiado.
Hoy estaba muy contenta. Mis abuelos volvían de París, por fin.
Cuando entramos en casa, Carlisle y Esme ya habían llegado. Venían repletos de regalos. Nos trajeron ropa para todos, incluidos Jacob y Nahuel. Esme me dio mi bolsa después de los saludos y efusivos abrazos, eran modelos exclusivos de la última moda de Paris. A Alice casi se le salían los ojos de las órbitas cuando vio la suya. Nada más abrirla, se subió volando a su habitación para probarse sus prendas.
Jacob, en cambio, lo miró un poco por encima e hizo una mueca de aceptación. Posó la bolsa en la nueva mesa de cristal y se dirigió hacia Carlisle, que en ese momento hablaba con mis padres.
- ¿Qué habéis averiguado? – preguntó sin rodeos.
Mis padres se miraron y suspiraron.
- Jacob, podías ser más educado y dar las gracias primero, ¿no te parece? – le sugirió mamá.
- Gracias. ¿Qué habéis averiguado?
Mi madre puso los ojos en blanco. Carlisle y Esme, sin embargo, se rieron. Parecía que lo hubieran echado de menos y todo.
Me acerqué a ellos para escuchar mejor la conversación.
Alice bajó por las escaleras como una bala, señal de que lo había oído, y se puso a nuestro lado, junto con el resto de mi familia.
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JACOB Y NESSIE DESPERTAR
FanfictionEste libro está registrado en Save Creative para evitar posibles plagios. Todos los derechos están reservados a Tamara Gutiérrez Pardo, la mala utilización de los mismos por parte de otras personas podría ser objeto de sanción y/o delito. Nº de regi...