CONFESIÓN

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En ese momento, el pequeño Joshua llegó trotando, hundiendo sus diminutos pies en la arena torpemente, y se enganchó a la pierna de Jacob.

- Tito Yeiquelloquello – pidió, alzando los bracitos.

- ¡Qué niño! – exclamó Charlie, que había corrido detrás del crío y llegaba con la lengua fuera - ¡Menuda energía! Creo que ya no estoy para estos trotes…

- Ah, quieres ser un gigante, ¿eh, campeón? – dijo Jake al niño, inclinándose un poco sobre él, mientras me miraba a mí con una cara de evasión que no se tenía con ella.

Me crucé de brazos y le miré con el ceño fruncido.

- ¡Sííí! ¡Ianteiante! – chilló Joshua, todo emocionado, saltando y levantando los brazos de nuevo.

- Pues, venga. ¡Aúpa! – y lo cogió para sentarlo en su cuello. El niño empezó a reírse solamente con ver la altura y se sujetó a su frente con entusiasmo –. Agárrate fuerte, ¿eh? Oye, pero no me tapes los ojos, que no veo…

Se quitó las deportivas con los mismos pies, sin desabrocharlos, y comenzó a alejarse hasta la orilla, mirándome como antes, con Joshua tronchándose de la risa.

Resoplé. Bueno, ya se lo sonsacaría más tarde.

- Yo creo que me voy a sentar un rato – suspiró Charlie, dirigiéndose a uno de los troncos blanquecinos de la playa.

Sue se rió entre dientes y le acompañó.

Metí las manos en los bolsillos de mi cazadora y me quedé observando a Jake, junto a Leah. Mi labio cambió su curvatura y se inclinó hacia arriba al ver cómo Jacob se metía en el agua y se doblaba hacia delante, fingiendo querer tirar al niño, mientras éste se reía con esa voz chillona y se enganchaba a su cara para no caerse en el agua. Las olas rompían con tanto ímpetu, que sus pantalones vaqueros se mojaron hasta las rodillas. Cuando volvía a incorporarse y Joshua estiraba las manitas hacia arriba, intentando alcanzar las nubes, noté algo que me hizo girar el rostro.

Pillé a Leah oscilando la mirada de Jake a mí, mordiéndose su labio inferior con preocupación, pero, lejos de disimular o algo, su cara se quedó fija en la mía y se transformó en una extraña determinación.

- Quiero hablar contigo, ¿damos un paseo? – espetó de pronto.

- ¿Eh? – su tono decidido me sorprendió un poco -. Sí, claro…

Antes de que terminara de pronunciar la última vocal, su pie ya estaba iniciando la andadura. Tuve que dar una zancada bien grande para comenzar a caminar y poder ponerme a su altura. Mientras mis piernas se movían junto a las suyas, me giré y le eché un vistazo a Jake. Éste se había quedado quieto, con el niño aún dando botes en su cuello, y nos observaba con cierta extrañeza.

Volví a girarme y la que se extrañó entonces fui yo. Leah tenía la  mirada clavada en la alfombra de rocas lisas que se extendía por la arena, estaba enfrascada en sus pensamientos, y parecía nerviosa, se frotaba las manos sin parar, como pensando las palabras que quería decirme. ¿Qué le pasaba?

- Bueno, ¿qué pasa? – le pregunté al ver que ella no hablaba.

La quileute se paró de repente, otra vez con decisión, y me miró a los ojos del mismo modo.

- Quiero que sepas que hubo un tiempo en el que sentía algo por Jacob – me confesó con un tinte de remordimiento en la voz que no comprendí.

- Oh – al igual que me había pasado con Emily, fue lo único que se me ocurrió decir.

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora