CUANDO UN VAMPIRO SE PONE PESADO, NO HAY QUIEN SE LO QUITE DE ENCIMA, DE VERAS

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El camino cada vez se hacía más duro, no sólo por el paso tan estrecho que dejaban los apretujados y amontonados árboles por el que mi manada y yo casi no cabíamos, sino porque los pinchazos que perforaban mi estómago me atacaban con más frecuencia y ya eran insoportables.

El odio y la rabia, la desesperación y la angustia, estaban haciendo mella en mí. La incertidumbre de no saber si Nessie estaría bien o no y de no poder hacer nada para remediarlo me estaban volviendo loco.

Miré por enésima vez a la luna llena que reinaba en el cielo completamente despejado para cerciorarme de la hora. Ojalá mi cabeza también lo estuviera. La media noche ya estaba cada vez más cerca y eso incrementaba mi nerviosismo.

Intenté concentrarme solamente en la simple acción de esquivar los troncos y las pesadas ramas de los árboles para aligerar mis refritos sesos, pero escuché un zumbido casi sordo a mi derecha y mi cabeza se giró súbitamente y automáticamente, a la defensiva.

- Perdona, ¿te he asustado? – se disculpó Eleazar.

Un poco, la verdad.

Mierda. Si él no podía oírme.

Le hice un gesto con la cabeza para que no le diera importancia y siguiera su camino, lo que pasa es que no se piró. Se quedó caminando a mi lado, mirándome de reojo con aquella molesta expresión en la cara y unos ojos llenos de preguntas.

Ya estábamos otra vez con esa estupidez de mi don espiritual.

El vampiro adivinador se llevó la mano cerrada a la boca y su carraspeo ya fue todo un interrogatorio.

No, vamos, date el piro…

- Debe ser difícil liderar a veintitrés lobos – empezó a hablar, para mi desgracia -. Y más con esa telepatía de la que gozáis, que sin duda tiene que ser muy incómoda algunas veces. Aunque ya me ha dicho Edward que tú eres el único que puedes desconectarte del resto cuando te apetece – me miró para ver si yo le indicaba algo, cosa que no hice, y volvió a carraspear -. Bella y Edward me han contado la historia y algunas de las leyendas de tu tribu. Me han parecido muy interesantes.

Resoplé.

No me apetecía nada charlar, pero iba a ser la única manera de quitármelo de encima. Cuanto antes le contestara a lo que quería saber, antes me dejaría tranquilo. Así que me desvié del camino, dejándole con la siguiente palabra en la boca, cambié de fase detrás de uno de los tantos árboles y regresé para caminar a su lado, a dos piernas.

- Sé que quieres preguntarme algo, así que, venga, desembucha ya – le insté nada más llegar.

Eleazar se rió entre dientes.

- A diferencia de Zhou, la interpretación no es lo mío.

- Ya lo veo, ya – sonreí con una mueca, que era lo único que la angustia y el terrible dolor de estómago me dejaban sacar en esos momentos -. Bueno, ¿qué quieres saber?

- Más que preguntar, quería decirte lo que veo en ti – manifestó mientras apartaba una rama con la mano -. Edward me ha dicho que no crees en tu enorme poder, que no quieres verlo.

- ¿Poder?

¿De qué me estaba hablando? ¿Y por qué demonios se había tenido que chivar Edward?

Eché un vistazo hacia atrás, donde caminaba éste junto a Bella, Tanya, Carlisle y Esme. El muy idiota fingía que no estaba atendiendo, pero ya le conocía bastante bien como para saber que podía mantener una conversación a la vez que cotilleaba en las mentes ajenas.

Por supuesto, esto también lo escaneó y me dedicó una ligera sonrisa que delataba su confesión.

Claro. Edward había enviado al adivinador para que hablase conmigo. Genial. ¿Qué estaría tramando…?

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora