Capítulo 32

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Sam

Estaba despierto mirando al techo sin querer despertar a Lily.

Suspiraba profundamente.

Le estaba mintiendo a Lily con que no recordaba este pueblo, y obviamente me acordaba de todo.

Nada había cambiado en este pueblo, todo seguía igual desde que me fui, lo único que había cambiado es que había gente diferente.

Pero Mary, la mujer de la tienda de comestibles, también se quien era.

Lily estaba delante, no quería que ella supiera que la conociera también le mentí en eso, aún no estaba preparado para contarle la verdad.

También le mentí sobre la casa, que estaba derribada.. me siento mal por mentirle.

Por que no se lo merece, pero no creo que pudiera comprenderme del todo.

No me quejo de Lily, es una chica fantástica, me gusta y cada día estoy sintiendo más por ella.

Pero, a veces, me retengo.

Me detengo.

No quiero dañarla por que realmente, no soy bueno para ella.

<< ... >>

Me dirigía a casa de Mary, deje a Lily en el motel, sin despertarla.

Llegaba a casa de Mary, me ponía frente a su puerta de color marrón y madera.

Tocaba la puerta como aquí se suele hacer, aquí no hay timbres.

Me quedaba esperando a que me abrieran y me abría Mary.

Mary se me quedaba mirando totalmente fuera de lugar, se colocaba sus gafas para verme mejor.

—Hola, ¿Buscas algo?—

—Hola, señora.
¿No me recuerda? Soy el chico de la tienda de ayer.—

—¡Ah, si! Mi cabeza no da para más.—Se reía escandalosamente, como siempre solía hacer y se ponía la mano sobre su pecho.— ¿Que pasa hijo? ¿Cómo sabes dónde vivo?—

Sonreí levemente.

—¿Podría entrar?—

—Claro, entra, entra.—

Mary entraba dejándome pasar y entraba después de ella.

Cerraba la puerta lentamente quedándome quieto y Mary se me quedaba mirando, con curiosidad.

—¿Que ocurre, joven?—

—Pues, cuando me vistes en la tienda, dijiste que te recordaba a alguien que tenía mi mismos ojos.—La observé por momentos, y pestañee.— ¿A quien se refería?—

—Pues a un niño que se fue del pueblo como hace unos.. quinces años, y tenía tus mismos ojos, azules como el cielo, nadie tenía los ojos de ese color en este pueblo, excepto él.—

—¿Y como se llamaba?—

—Se llamaba Sam.—

—Que tenía una hermana llamada Sophie, ¿verdad?—

Mary puso cara de asombro, abriendo sus ojos.

—¿Cómo sabes tu eso?—

—Por que yo soy Sam.—

—¿¡Qué!?—Dijo en un grito abriendo su boca.— ¡Tiene que ser una broma!—

Negaba bromista, riéndome de su reacción.

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora