Capítulo 53

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Sam

Estábamos en el coche, frente a la casa de Lily.

Ella miraba la puerta de su casa una y otra vez, ella no quería entrar.

Lily me miró y podía ver en su mirada que tenía miedo.

Decidí animarla de alguna manera pero tampoco quería que..

Tocaba un mechón de su pelo y la miraba a los ojos.

—¿Sigues teniendo miedo?—

Suspiró profundamente.

—No sé cómo van a reaccionar.—

—Pero no te preocupes por eso, eres su hija, y te van a querer igual.—

Lily me miraba a mis ojos estando insegura por ello.

Se le cambio la expresión de su rostro, volviéndose más dócil y sonreía un poco.

—Me trae recuerdo momentos como esto, cuando me traías a mi casa o nos quedábamos hablando en el coche.—

—Si, yo también lo recuerdo.—Dije, en tono desanimado.—

Lily metía un mechón de su pelo tras la oreja suspirando, y volvía a mirar la puerta de su casa.

—Voy a entrar ya.—

—Vale.—

Lily me miró.

—Te llamaré para contarte.—

Asentí.

Me inclinaba a ella dándole un beso en sus labios y me aparte.

Lily luego se salía del coche yéndose a la puerta de su casa y decidí quedarme.

Miraba como Lily andaba hasta llegar y tocaba el timbre.

Me quedaba observando para ver cómo reaccionaban.

Abrieron la puerta y parecía ser su madre.

Parpadee varias veces, ya Lily estaba adentro.

A si que, decidí arrancar y volver a casa de mi prima.

******

Estaba aún triste, desanimado, sin ganas de nada.

Tenía hasta ganas de llorar.

Me sentía horrible.

...

Cuando había llegado a casa de Margaret, ella ya estaba despierta.

Me la encontré en el salón hablando por el móvil con Nicolás.

Alzó la vista y sonrió ampliamente, Margaret rápidamente se despedía de Nicolás, y le colgaba, mirándome.

—¡Buenos días Sam!—

—Buenos días.—

Me senté a su lado y ella me abrazo.

Rei levemente notando su abrazo y luego se apartaba.

—¿Dónde esta Lily?—

—La lleve a su casa.—

—Su madre se pondrá muy contenta.—

—Si, eso espero.—Asentí.— ¿Cómo te va con este chico? ¿Es bueno para ti?—

—Si, es bueno conmigo, nadie me he tratado como él.—

Sonreí de lado, contento por ella, y fruncía mi ceño.

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora