Capítulo 41

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Lily

Sam estaría trabajando, y hoy encima era mi día libre.

Me quedé pensando en el dia que vi a la chica de Sebastián.

De la manera que estaba sentada, al igual que las dos chicas que agarraron a Sam.

Iban demasiado sexys, como una mujer adulta, y bastante arregladas.

No todo lo contrario de mi, siempre voy desarreglada, con ropa básica.

Parecía imbécil.

Se me hacía encendido una lucecita.

Podría buscar a Mary a que me recomendara una tienda del pueblo.

Esa mujer era un poco pesada, y exagerada al hablar.

Pero me gustaría pedirle opinión.

Iba a su casa pegándole la puerta y me la abría de repente.

Parecía alegre al verme, y me saludaba siendo amable.

—Si tú eres la novia de Sam, ¿verdad muchacha?—

—Si, soy Lily.—

—Dime, ¿Ha ocurrido algo?—

—Nada malo, solo que me gustaría pedirle opinión.—

—¡Claro, claro!—

—Es sobre la ropa, he observado que aquí las chicas van vestidas muy de pueblo pero modernas y bien vestidas.—

—¡Y muy corto todo diría yo! Pero están en la edad, cuando no enseñen carnes ahora, ¿Cuando lo hará?—

Forzaba mi risa por lo que dijo.

—Mira, yo tengo una hija, lo que pasa ella es más alta que tú, y la verdad que ella le encanta mostrar escote, pues tiene bastante pecho pero tú..—Mary me hacía un chequeo con la mirada.—Gírate.—

Me giraba tal como ella me había dicho, y luego volvía a mirarla.

—Eres una chica con caderas, tienes bastantes piernas y trasero pero poco pecho, yo lo que haría sería enseñar piernas y de arriba tapadita.—

—¿Ah, si?—

—¿Porque no mejor vamos a comprar ropa juntas?—

—¿Me acompañarías?—

—¡Por supuesto! No tengo nada que hacer.—

Mary salía de la casa emocionada por la propuesta que había hecho y cerraba la puerta.

Ambas nos fuimos a comprar.
Me había comprado más ropa nueva, gracias a la ayuda de ella.

Luego me quedé en su casa a comer, la mujer pasaba muchas horas sola al igual que yo.

Pero ya mismo tenía que ir al trabajo, y decidí ponerme la ropa nueva que me había comprado.

Me puso unos pantalones cortos vaquero, con una blusa negra que tenía un nudo echo para mostrar el ombligo y unas botas vaqueras de color negra.

Me maquillaba más de lo costumbre, los labios de color rojo, y los ojos de color negro.

Cogía el sombrero negro de cowboy que Sam me había regalado, y me lo ponía para ir al trabajo.

Quería que después Sam me viera vestida de esta manera, cuando viniera a recogerme al bar.

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Hoy más que nunca la gente me miraba, y había oído piropos vulgares de viejos verdes pero hacia oídos sordos.

Recordaba que me quedaba dos días para cumplir diecinueve, y aunque Sam me hiciera sentir como una niña yo me sentía joven.

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora